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Ecos De Un Tiempo Perdido

Ecos De Un Tiempo Perdido

Status: Terminada
Genre:Completas / Elección equivocada
Popularitas:2.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Litio

En un pequeño pueblo donde los ecos del pasado aún resuenan en cada rincón, la vida de sus habitantes transcurre en un delicado equilibrio entre la esperanza y la desesperanza. A través de los ojos de aquellos que cargan con cicatrices invisibles, se desvela una trama donde las decisiones equivocadas y las oportunidades perdidas son inevitables. En esta historia, cada capítulo se convierte en un espejo de la impotencia humana, reflejando la lucha interna de personajes atrapados en sus propios laberintos de tristeza y desilusión. Lo que comienza como una serie de eventos triviales se transforma en un desgarrador relato de cómo la vida puede ser cruelmente injusta y, al final, nos deja con una amarga lección que pocos querrían enfrentar.

NovelToon tiene autorización de Litio para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 3: Ecos en el Silencio

El día siguiente amaneció con un cielo gris y nublado, como si el sol hubiera decidido permanecer oculto. Clara se despertó con una sensación de pesadez que parecía persistir desde su llegada a San Gregorio. Decidió que era hora de explorar la escuela del pueblo, un lugar que había sido central en su infancia. En sus recuerdos, la escuela no solo era el lugar donde aprendía, sino también un punto de encuentro con amigos y una fuente de alegría.

Al llegar a la escuela, Clara se sorprendió al ver que el edificio había sido renovado. Aunque el exterior había sido pintado recientemente y las ventanas estaban limpias, algo en el aire seguía transmitiendo una sensación de abandono. Clara entró por la puerta principal, que se abrió con un chirrido familiar, y se encontró en un vestíbulo que ahora parecía más moderno pero igualmente vacío. Las aulas estaban cerradas y las luces apagadas, lo que acentuaba la sensación de desolación.

Mientras exploraba, se encontró con la oficina de la directora, que ahora estaba ocupada por una mujer joven con una sonrisa amable. Clara se presentó y explicó que había sido estudiante allí en el pasado. La directora, al escuchar su nombre, mostró una expresión de reconocimiento.

—Ah, sí, recuerdo a los Martínez. ¿Qué te trae de vuelta a San Gregorio?

—He regresado a vivir aquí —dijo Clara—. Estoy intentando reconectar con mi pasado y ver cómo ha cambiado el lugar.

La directora asintió, su expresión reflejando una mezcla de comprensión y tristeza.

—San Gregorio ha cambiado mucho en los últimos años. La escuela ha sido renovada, pero el espíritu del lugar es diferente. Los niños se han ido, y la comunidad ha cambiado.

Clara miró a su alrededor, sintiendo una punzada de tristeza. La escuela, que una vez había estado llena de risas y energía, ahora parecía una sombra de lo que había sido.

—¿Hay alguna manera de ver las aulas? —preguntó Clara, deseando experimentar un poco de la familiaridad que había conocido.

La directora asintió y le permitió acceder a las aulas vacías. Clara entró en una de ellas, notando cómo los escritorios y sillas estaban organizados de manera ordenada, pero la sala estaba desprovista del carácter que recordaba. Las paredes, que antes estaban adornadas con dibujos y trabajos de los estudiantes, ahora estaban limpias y despejadas. Clara se sentó en uno de los escritorios, sintiendo un profundo sentido de pérdida.

Después de visitar la escuela, Clara decidió dirigirse a la biblioteca del pueblo, que había sido otro refugio importante en su infancia. La biblioteca estaba ubicada en un edificio antiguo con paredes de ladrillo rojo. Al entrar, Clara fue recibida por el suave aroma de papel y tinta, un olor que le resultaba reconfortante. La bibliotecaria, una mujer mayor con gafas y un cabello canoso recogido en un moño, levantó la vista de detrás del mostrador.

—Hola, soy Clara Martínez —dijo Clara—. Solía venir aquí a menudo cuando era pequeña. Me preguntaba si podía ver la biblioteca y recordar viejos tiempos.

La bibliotecaria sonrió cálidamente.

—Claro, Clara. Siempre es un placer ver a antiguos visitantes. La biblioteca ha cambiado un poco, pero espero que encuentres algo familiar.

Clara recorrió los pasillos de la biblioteca, notando los nuevos estantes y la reorganización de los libros. Aunque el lugar se había modernizado, algunos de los libros que solía leer seguían en las mismas secciones. Clara se detuvo frente a una estantería de libros infantiles y encontró un libro de cuentos que solía ser su favorito. Lo sacó con cuidado y lo hojeó, sintiendo una oleada de nostalgia.

—¿Recuerda cuándo solía venir aquí con sus amigos? —preguntó la bibliotecaria, un tono de tristeza en su voz—. Era un lugar lleno de vida. Ahora, muchos de los niños se han ido y los visitantes son escasos.

—Sí, lo recuerdo —respondió Clara—. Era un lugar especial para mí. Me duele ver cómo ha cambiado.

La bibliotecaria asintió.

—El tiempo ha sido duro para todos nosotros aquí en San Gregorio. Pero los recuerdos tienen una forma de mantenerse vivos en nuestros corazones, aunque el lugar cambie.

Clara asintió, agradecida por las palabras de la bibliotecaria. Salió de la biblioteca con una sensación de resignación, sabiendo que la vida en San Gregorio no era como la recordaba.

Al caer la noche, Clara decidió cocinar una cena sencilla para sí misma. Mientras preparaba la comida, pensaba en el día que había pasado, en los lugares que había visitado y en las personas con las que había hablado. La sensación de pérdida seguía siendo abrumadora, como si cada rincón del pueblo le recordara lo que había cambiado y lo que había perdido.

Sentada en la mesa, Clara comió en silencio, permitiendo que los ecos del pasado se mezclaran con el presente. Aunque el pueblo de San Gregorio había cambiado, y aunque su propio corazón estaba lleno de tristeza, Clara sabía que debía encontrar una manera de seguir adelante. Aceptar la realidad del cambio y la pérdida era parte del proceso de reconciliación con su propio pasado.

Mientras la noche se asentaba sobre el pueblo, Clara se dio cuenta de que, a pesar de la desolación y el vacío que sentía, aún había una parte de ella que anhelaba encontrar esperanza en medio de la tristeza. La búsqueda de esa esperanza sería su desafío, y aunque el camino parecía lleno de obstáculos, sabía que debía continuar enfrentando los ecos de su pasado para encontrar un camino hacia adelante.

1
Raquel Aboyte
muy buena historia inspira a yebarla acabo
Raquel Aboyte
esta lectura esta triste
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