Valeria y Alejandro, unidos por su amor al arte, la música, y las historias, vivieron un intenso romance en el bachillerato. Sin embargo, un malentendido los separó, dejando heridas sin sanar. Ahora, en la universidad, sus caminos se cruzan de nuevo. Aunque intentan ignorarse, Alejandro sigue luchando por reavivar lo que tuvieron, mientras Valeria se resiste a revivir el dolor del pasado. ¿Podrá el amor superar el tiempo y el rencor?
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Circulo de amigos
Un día mas...
El día amanece con una mezcla de nervios y esperanza. No puedo dejar de pensar en cómo Valeria pasó por mi lado sin siquiera mirarme ayer. Cada encuentro con ella parece cargarme con una nueva ola de dudas y recuerdos. Sin embargo, hoy decido que no voy a permitir que la incertidumbre me paralice. Es hora de tomar otro paso hacia adelante, incluso si no estoy seguro de cuál será el resultado.
Mi día comienza con la clase de Anatomía. La docente nos guía a través de las complejidades del sistema nervioso, pero mi mente no puede concentrarse completamente en el material. A pesar de mi esfuerzo por prestar atención, mis pensamientos siguen regresando a Valeria. Las imágenes de nuestro pasado se entrelazan con los términos técnicos que escucho. Cada vez que cierro los ojos, veo su rostro y escucho su risa, como si no hubiera pasado tanto tiempo desde que estábamos juntos.
La clase finaliza y me dirijo a la cafetería, con la esperanza de encontrar a Fernando "Fer" y Cristian, mis amigos más cercanos. Fer es el tipo de persona que siempre sabe cómo levantar el ánimo, mientras que Cristian suele ser el más equilibrado del grupo, ofreciendo consejos sensatos en medio del caos. Los encuentro en nuestra mesa habitual, rodeados de "libros de texto" y tazas de café.
—¡Alejandro! —saluda Fer con entusiasmo—. ¿Qué tal tu mañana?
—Hola, Fer. Hola, Cristian —respondo mientras me siento, intentando ocultar la preocupación en mi voz—. Ha sido una mañana normal, pero no puedo dejar de pensar en ... olvidenlo.
Cristian me observa con una mezcla de curiosidad y preocupación. —¿Sigues pensando en ella? —pregunta, mientras chatea con su novia.(pobrecito lo tienen amarrado).
—Sí —admito—. Ayer intenté tocar una canción para ella, con la esperanza de que la escuchara. No sé si hizo alguna diferencia, pero necesitaba intentarlo.
Fer se inclina hacia adelante, su expresión se vuelve más seria. —¿Y qué pasó? ¿Pudiste hablar con ella?
—No, no pude —digo, sintiendo la frustración en mi voz—. Simplemente pasó por mi lado como si yo no existiera. Me duele mucho.
Cristian asiente, comprendiendo el dolor que siento. —A veces es difícil saber cómo reaccionar en estos casos. ¿Has pensado en intentar algo diferente? Tal vez un enfoque más directo.
Fer asiente con entusiasmo. —Sí, podría ser una buena idea. A veces, enfrentarse a la situación es la mejor forma de resolverla.
Me encuentro asintiendo, aunque el miedo sigue presente. —No estoy seguro de cómo acercarme sin que ella me rechace aún más. Ya me ha demostrado que quiere mantener su distancia.
Cristian da un sorbo a su café antes de hablar. —Quizás podrías encontrar un momento en el que ella esté más relajada, en lugar de forzar una conversación cuando la encuentres en el pasillo o en clase. Tal vez en un entorno más informal.
Las palabras de Cristian me hacen pensar. —Eso tiene sentido. Quizás en la cafetería o en algún lugar donde no haya tanta presión.
Fer sonríe. —¡Exacto! Además, podrías aprovechar cualquier oportunidad que surja para hablarle de algo que les interese a ambos. Quizás hablar de arte, de sus dibujos, o de alguna serie que les guste.
Mientras hablamos, la conversación se mueve a otros temas, pero mi mente sigue centrada en cómo aplicar el consejo de mis amigos. Durante el resto del día, paso las clases de Salud Pública y Embriología con la mente ocupada en el plan que estoy empezando a formar. Cada momento libre lo dedico a pensar en cómo puedo acercarme a Valeria sin parecer demasiado insistente. Al final del día, después de la clase de Histología, decido que es hora de poner en práctica lo que discutimos. Me dirijo a la cafetería, con la esperanza de encontrar a Valeria en un momento más relajado. Me doy cuenta de que esta es una oportunidad perfecta para intentarlo. La cafetería está más tranquila en esta hora, con estudiantes conversando en voz baja y tomando café.
La veo en una esquina, dibujando en su cuaderno. Mi corazón late con fuerza, pero decido que este es el momento. Me acerco lentamente, asegurándome de no parecer apresurado. Cuando llego a su mesa, tomo una respiración profunda antes de hablar.
—Hola, Valeria —digo, tratando de mantener la voz firme aunque me siento nervioso—. ¿Puedo sentarme?
Valeria levanta la vista, su expresión se vuelve sorprendentemente neutral. —Hola, Alejandro —responde, sin mucho entusiasmo, pero sin rechazarme—. Claro, siéntate.
Me siento frente a ella, tratando de mantener una actitud relajada. —He estado pensando en cómo hemos estado desde que empezamos la universidad —comienzo—. Creo que deberíamos hablar, aclarar las cosas. Lo que pasó en el pasado no debería afectarnos así.
Valeria parece vacilar por un momento antes de responder. —No sé si hay mucho que decir. Ya hemos pasado por esto antes, ¿no?
Siento que mis palabras se atascan en mi garganta, pero intento seguir adelante. —Lo que ocurrió fue un malentendido. Nunca quise herirte. Me gustaría que pudiéramos hablar sobre lo que pasó, entendernos mejor.
Valeria mira su cuaderno de dibujo antes de volver a mirarme. —No estoy segura de que sea tan fácil. Hay muchas cosas que han cambiado.
El diálogo entre nosotros sigue siendo tenso, pero al menos hemos comenzado a hablar. Aunque no he logrado resolver todo, siento que este es un pequeño avance. La conversación se desplaza hacia temas más neutrales, como nuestras clases y los proyectos actuales. A medida que hablamos, trato de ser sincero sobre mis intenciones, esperando que eventualmente pueda aclarar el malentendido que nos ha separado.
Finalmente, el tiempo pasa y Valeria comienza a prepararse para irse. —Fue bueno hablar contigo, Alejandro —dice con una ligera sonrisa antes de levantarse.
—Lo fue —respondo, sintiendo una mezcla de alivio y ansiedad—. Espero que podamos hablar más sobre esto en el futuro.
Valeria asiente y se aleja, dejándome con una sensación de esperanza y dudas. Miro hacia la cafetería, sintiendo que he dado un primer paso importante, aunque el camino hacia la reconciliación aún parece largo.
Recojo mis cosas y me encuentro con Fer y Cristian en la salida. —¿Cómo te fue? —pregunta Fer con una sonrisa esperanzada.
—Hablamos —digo, sintiendo que el peso de la conversación me ha dejado exhausto pero esperanzado—. No resolvimos todo, pero al menos comenzamos a aclarar algunas cosas.
Cristian asiente con aprobación. —Eso es un buen comienzo. Lo importante es que estás haciendo un esfuerzo por resolver las cosas.
Fer añade con entusiasmo. —¡Exacto! Sigue así, Alejandro. A veces, los pequeños pasos llevan a grandes cambios.
Mientras salimos de la cafetería y nos dirigimos hacia la siguiente clase, me siento aliviado de haber tomado el primer paso. Aunque el camino por delante sigue siendo incierto, estoy decidido a seguir intentándolo. Mi esperanza es que, con el tiempo, Valeria y yo podamos encontrar una manera de resolver el malentendido y reconstruir lo que una vez tuvimos.