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La Heredera

La Heredera

Status: Terminada
Genre:Completas / Matrimonio contratado / Mujer poderosa / Matrimonio arreglado / Venganza de la protagonista / Secretos de la alta sociedad
Popularitas:586.9k
Nilai: 4.8
nombre de autor: Eliza Márquez

"En esta cautivadora novela, se teje una trama intrigante cuando un acaudalado hombre de negocios se une en matrimonio con una caprichosa heredera. De esta unión nace Helena, un personaje que emerge como el catalizador de una venganza destinada a desentrañar secretos, deslealtades y dolores ocultos. Con giros inesperados y personajes complejos, la historia nos sumerge en un viaje emocional donde el resentimiento de Helena se convierte en un hilo conductor que revela la complejidad de las relaciones familiares y los intrincados laberintos del poder."

NovelToon tiene autorización de Eliza Márquez para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo tres.

Tras un gran banquete, ellos se dirigieron al aeropuerto, se iban de viaje de bodas...

Se encontraban en La Toscana, Maximus poseía una villa ahí.

—Por fin te tengo donde quería tenerte. ¿Te das cuenta de que es nuestra noche de bodas?.

–No lo es... en realidad no estamos casados –dijo Eleonora, apoyándose en la puerta porque se sentía incómoda y muy nerviosa–. No nos engañemos con eso. Ninguno de los dos pretende hacer de esto un matrimonio de verdad. Tal vez lleve una alianza en el dedo, pero no tiene ningún significado.

Maximus pensó que ninguna otra mujer le habría recordado aquello en un momento así, ni habría entrado en su habitación si un plan.

—Lo sé –admitió él, acercándose como un cazador que estuviese acorralando a su presa para tomar sus manos y acercarla a él–, pero es imposible que ambos estemos tan excitados y que no signifique nada.

–Es culpa de las hormonas.

–Y lo dice la mujer que no tiene ni idea de lo que va a ocurrir en esa cama–bromeó Maximus antes de devorar su boca.

–Por supuesto que sé lo que va a ocurrir... –respondió ella es sexo, solo sexo –añadió.

–Va a ser un sexo increíble, predijo Maximus, bajándole los tirantes del vestido y besándola en el hombro mientras la apretaba contra su cuerpo y le permitía sentir el bulto que tenía en la bragueta.

–Me encanta tu seguridad –susurró ella, casi sin aliento.–Se puso de puntillas para abrazarlo por el cuello.

–Cállate –le contestó, sin poder evitarlo. Él la tomó en brazos para dejarla a los pies de la cama. Imaginó que se estaba dejando impresionar, pero no le importó.

–¿Será solo una vez? –preguntó de repente. Él, que se había agachado a quitarle los zapatos, levantó la vista y sonrió.–Todo no se puede planear de ante mano.

—Yo siempre lo hago –admitió ella–. Necesito saber exactamente dónde estoy y qué estoy haciendo. Él la besó despacio, profundamente, y Eleonora sintió cómo todos sus sentidos se centraban en él. Su cuerpo cada vez quería más y más, y no podía ser tan fría como solía ser.

Maximus le bajó la cremallera del vestido y se lo quitó con una facilidad que la dejó helada. No era capaz de imaginárselo haciendo lo mismo con otras mujeres.

—Estaba pensando que tienes mucha práctica desnudando mujeres! Y él se echó a reír, demostrándose que en realidad apreciaba que dijese lo que pensaba sin preocuparse por las consecuencias. Aquello tampoco era habitual en su mundo.

–Gracias... Creo –bromeó.

–Tú estás demasiado vestido Este se echó a reír y se quitó la camisa y los zapatos con la seguridad de un hombre que jamás se había sentido cohibido en presencia de una mujer, que nunca había sentido miedo a que una mujer no admirase lo que tenía que ofrecer. A Eleonora se le secó la garganta al ver su ancho y musculoso torso, en equilibrio con su mandíbula, cubierta por la sombra oscura de su barba, loojos brillantes y el pelo alborotado, con el pantalón del traje descansando en sus estrechas caderas. Maximus los desabrochó y Eleonora pensó que parecía un tigre en su plenitud: brillante, fuerte y hermosamente equilibrado. Intentó tragar saliva al ver la prominencia del bulto de sus calzoncillos, pero no lo consiguió. Cuando se dio cuenta de que iba a quitárselos, apartó la vista y se llevó las manos a la espalda para desabrocharse el sujetador. Luego se metió debajo de las sábanas antes de deshacerse de las braguitas e intentó parecer más tranquila de lo que estaba en realidad.

–Te deseo tanto, koukla mou –gimió Maximus, quitándole la sábana haciendo que se sentase, alarmada, consciente de su desnudez–. Quiero verte...

–¡No hay mucho que ver! –respondió Eleonora, apretando su pequeño cuerpo contra las almohadas. Él agarró uno de sus delgados tobillos y tiró de ella.

–Lo que veo es precioso –le dijo con la respiración acelerada, recorriéndola ávidamente con la mirada. Un segundo después estaba con ella en la cama

besándola suavemente en los labios hasta que los separó y pudo meter la lengua.

 Al mismo tiempo estaba jugando suavemente con sus pezones, y un momento después bajó la boca a ellos y los chupó intensamente, consiguiendo que sintiese todavía más calor entre los muslos.

Se estremeció y arqueó la espalda contra el colchón mientras él seguía dedicándose a sus pechos. Eleonora sintió que el placer la invadía y que el deseo de ser acariciada crecía cada vez más.

–Eres muy receptiva –comentó Maximus, estudiándola con sus ojos color pardo y alargando una mano para acariciarla entre las piernas. Eleonora levantó las caderas para entarlo y él volvió a besarla apasionadamente en los labios antes de introducir un dedo en el centro de su calor. La hizo gemir de placer y ella se dio cuenta de que, de repente, todas sus sensaciones estaban puestas en aquel punto de su cuerpo.

 Maximus le mordisqueó el cuello y ella se rindió por completo a lo que Maximus le estaba haciendo.

–Si en algún momento quieres que pare, dímelo, koukla mou –le susurró él.

–¿No te resultaría demasiado difícil?–murmuró ella.

—No soy un adolescente. Puedo controlarme –respondió él, Maximus colocó encima de ella y Eleonora notó la punta de su erección entre los muslos, empujándola hasta que le hizo sentir una punzada de dolor y ella gritó.

–¿Quieres que pare? –le preguntó él.

–Ya no tiene sentido –respondió Eleonora, consciente de que Maximus no estaba en condiciones de parar. Además, el dolor causado por su invasión había cesado y el placer causado por el orgasmo seguía ahí. Abrazó para alentarlo a continuar y acarició con ambas manos el satén bronceado de su espalda.

–Estás tan tensa por dentro –dijo él, penetrándola más–. No sabes cuánto me excitas. Se apartó y volvió a entrar en ella muy despacio, sorprendiéndola con la intensidad de la sensación que el movimiento le causaba. Después empezó a hacerlo más deprisa, creando en su interior una tormenta de pasión. La explosión de placer también la dejó estupefacta.

Maximus gimió vaciandose mientras el cuerpo de seguía sacudiéndose por dentro en un interminable placer.

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Irma Ordonez
me encanto muchas felicidaded
Machis yuca Liman
me gusto muchísimo esta historia gracias por escribirla cuidate mucho saludos
Paula Álava Mendoza
o el pescador por eso lo ayudó con la beca
Irma Ordonez
EXELENTE
Juany Lopez
fabulosa, la historia me atrapó desde el inicio.
Juany Lopez
fascinada con esta historia. me encantó 💕💕
Juany Lopez
jajaja son tan tóxicos, me encantan
🌹Rositha💛
Bendita novela que transporto no sé a dónde, causó tantas cosas en mi, en verdad me gustó mucho...

No la pude leer en línea porque no tenía saldo, pero la descargué antes de que se venciera y las leí ambas son conexión 😉
🌹Rositha💛
Está historia, merece diez mil estrellas, me fascinó Demasiado....
Autora te la fajaste👏👏👏👏😍👏👏😘😘😘😘😘😘🌹🌹🌹🌹🌹🌹
Juany Lopez
jajaja
Yarylis Villafranca
Normal
Rosa Nicolás
excelente
Keila Arcila
Excelente
Myriam Baudino
esta es otra de tus novelas adictivas, no puedo dejarlas
Lorena Bustamante
Muy buena.
Mayra Perla
Bueno
Maria Guadalupe Sosa Aguilar
no encuentro la segunda parte
Eliza Marquez: La Heredera II en mi muro la encontras
total 1 replies
Yurexsy Diaz
no me gusta que se casará con Emiliano, es como buscando el padre... me encanta que la proteja pero no me gusta
Yurexsy Diaz
siiiii me encanta que fuera xandro, y el papá quería que fuera uno de los hijos de Yannis
Lorena Bustamante
No me puedo imaginar casandome con un hombre mayor por 30 años...
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