Gabriela

Me desperté gritando como tantas veces durante estos quince años. Era siempre el mismo sueño. Corría entre medio de una alameda de árboles y escuchaba los pasos que venían tras de mí. Estaban por alcanzarme y yo gritaba por ayuda....me despertaba con transpiración en mi cuerpo. Miré la hora y ya eran las seis de la mañana. Me levanté a bañarme. Era mi costumbre diaria, lo hice por años, era mi rutina.

Cuando salí me miré en el espejo. Era una mujer normal, ni gruesa ni delgada, pero de pechos grandes y eso me molestaba, mi estatura era de un metro sesenta. Mi rostro era para mí, común. Solo destacaban mis ojos verdes claros, herencia de mi mamá y una boca pequeña carnosa. Tenía una pequeña cicatriz en mi mejilla, no era tan grande pero igual se destacaba, era un recuerdo de una pelea que tuve en la cárcel con otra reclusa. Que estaba acostumbrada a quitar la comida y yo me enfrenté a ella. Le gané a pesar que me cortó. No cubría mi mejilla y la exibia tal cual era. Porqué lo hacía? Era para recordarme mis años de prisión.Soy morena y mi pelo es largo y ondulado, muy negro.Aunque siempre lo llevo amarrado, Aún no tengo canas. Para papá siempre fuí hermosa. Pero yo me sentía fea. Llevaba muchos años pensando así.

Terminé mis estudios en la cárcel y una de mis profesoras me incentivo a dar una prueba para entrar a la universidad y estudiar on line. Y aunque no quería, mi papá igual me obligó. Así que lo hice.

Llevaba ya cinco años privada de libertad y a pesar de estar ahí por asesinato. Mi conducta era excelente. Me costó mucho, pero al ver mi desempeño, la Alcaidesa de la Prisión, me dió un permiso especial en dónde podía asistir de forma presencial a clases. Y no la defraudé. Se sintió muy orgullosa cuando la nombre y agradecí su confianza en mí.

Hice mi práctica en una Institución Penitenciaria donde adiestraban perros guardianes. Me sentí tan bien. El veterinario en jefe estaba muy sorprendido de ver mi procedencia. Tuvo mucha desconfianza en recibirme, pero finalmente vio que mi desempeño fue eficiente y me dió muy buenas calificaciones. Me ofreció trabajo, cuando cumpliera mi sentencia. Pero yo a pesar de estar rodeada de animales, tendría que compartir con personas y no deseaba esa relación. Mi lugar sentía yo estaba con mi Padre y con la tierra.

Me vestí, fuí a alimentar y limpiar los establos de mis animales, Luego cosechar algunas verduras y frutas para llevar a vender el sábado. Después de la cosecha me iba al cementerio a ver a papá. Esa era mi rutina.

El sábado partía de amanecida con mis cositas. Me colocaba en el mismo lugar que ocupaba papá. Todos me conocían y sabían mi historia. Él les había contado mi vida a sus vecinos, mi caída y privación de libertad por culpa de unos desgraciados y mi triunfo de haber sacado una carrera estando allí. Era su orgullo, pobre mi viejito 🥺 Ésta era mi primera vez que iba sin que papá me esperara en casa.

Saludo a todos y arreglo mis productos, estoy muy triste, pero debo ser fuerte.

Mi primer cliente es un hombre que me compra todos los sábados, es un hombre mayor que vende productos carneos. Nunca me habla solo compra muchas cosas, paga y se va. Pero ésta vez es diferente.

--Buenos días. Mi sentido pésame.... Soy Jaime Petro.

Quedo sorprendida y le agradezco. Jamás me había hablado.

-- La extrañé la semana pasada y me enteré de su pérdida. Lo lamento mucho. Espero volver a verla la próxima semana.

Compró más, pagó y se fue.... quedé perpleja.

Vendí todo. Y mientras arreglaba mis cajas vacías para retirarme y partir al cementerio. Una abuelita que vendía un poco más allá hierbas y pócimas para enfermedades. Me pidió algo:

--Mijita yo sé por tu papito, a todos contaba que eres una doctora de animalitos. No vendí mucho hoy, junté tres mil pesos, pero tú podrías ir a ver a mi gatita?, ella tiene gatitos en su guatita, y parece que no puede tenerlos, yo le sobo su pancita y le he tratado de dar agüitas de hierbas. Pero no puede. Lleva casi dos días así.

Hace mucho tiempo que no atiendo animalitos. Le expliqué, pero ella con lágrimas en sus cansados ojos. Me dijo, que no importaba.

Me dió tristeza....y le dije ...si era muy lejos?

Su rostro se alegró y me comentó que era como quince minutos de ahí.

--Vamos entonces a verla. Tengo que ir a mi casa a buscar mi maletín.

Estaba muy enferma. Y creo que sí me hubiera demorado unos minutos más, todo sería distinto. La anestesie y la abrí rápidamente, saqué sus gatitos, estaban todos muertos, a ella la esterilice y esperamos que reaccionara después de la anestesia. Todo salió perfecto. "Samira" había vuelto a la vida.

La abuelita Rosa era la más felíz. Quiso pagarme pero yo no acepté, era una viejita muy pobre. Su casa olía muy bien a hierbas y a limpio. Yo le agradecí darme la oportunidad de salvar una vida, aunque triste por no poder hacerlo con los bebé.

Me dijo unas palabras, que me dejaron muy desconcertada:

--Tienes mucho camino que recorrer y ellos pagarán lo que te hicieron y tú dejaras de sentir odio porque tú volverás a brillar. Y yo estaré ahí para tí. Ve con Dios hija....