Después de haber sufrido a manos de su padre, Cyra cayó bajo los engaños del dios Daotan, lastimando a miles de inocentes, pero sobre todo, lastimando a las únicas personas que en verdad la amaban y que ella amaba, ahora el dios Kaayo le dio una nueva oportunidad, pero ¿Qué pasa si Cyra no puede dejar atrás su pasado?
Cyra se siente indigna de esa segunda oportunidad, pero nuevas personas en su vida le harán ver que la única manera de vencer a aquellos que le hicieron tanto daño es ser feliz.
Esta historia está relacionada con la tetralogía de los 4 Guerrero de los Elementos, la cual está compuesta por:
1. El Guerrero de la Tierra
2. La Guerrera del Aire
3. La Guerrera del Agua y
4. El Guerrero del Fuego
Todas estas historias ya se encuentran terminadas y disponibles en la aplicación, si aún no las han leído, los invito a buscarlas en mi perfil.
NovelToon tiene autorización de Maria Guadalupe Vazquez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 20
Habían pasado ya dos meses de que Cyra y César habían comenzado a salir, y también habían pasado dos meses desde que la chica se había sincerado con César y sus padres, y en definitiva no habían sido para nada fáciles.
Tal y como César lo sospecho, las pesadillas no desaparecieron y a veces eran tan intensas que a Mara se le hacía imposible dormir sola con su hija, así que la joven se mudó temporalmente a la habitación de sus padres, ya que solamente entre ambos podían someterla, para evitar que Cyra se lastimara seguía usando aquellos guantes de cocina, y cada noche Mara los aseguraba para que no los perdiera durante la noche.
Una vez la pareja lograba despertarla, Cyra les contaba lo que había soñado y así entre los tres lo hablaban, y la pareja intentaba sentir mejor a su hija, alivianar su culpa de alguna manera, con esto, Mara y Raúl esperaban que Cyra fuera dejando atrás ese sufrimiento.
Debido a lo pesado que se volvían las noches al tener que cuidar a la joven, César a veces dormía en la casa de su novia, ya que debido a sus experiencias como peleador, él podía someter a Cyra solo, ayudando a la pareja a descansar, como con sus padres, Cyra hablaba con César sobre sus sueños, y aunque las pesadillas seguían, poder hablar sobre estas con sus padres y César ayudaba mucho a Cyra, que con cada charla sentía que un peso se le era retirado de encima.
- Soy una pésima novia – le dice Cyra a César, quien le tiende un paquete de sus chocolates favoritos, como regalo de su segundo mes de novios.
- No eres una pésima novia, eres la novia más adorable del mundo – le dice César, mientras la estrecha entre sus brazos.
La joven pareja se encontraba en la casa de la chica, mientras sus padres trabajaban.
- Olvidé comprarte algo – le dice Cyra, quien se siente muy mal, y es que César había hecho tanto por ella, que la joven sentía que no hacía lo suficiente por él.
- No necesitas comprarme nada para hacerme un regalo, estar a tu lado es el mejor regalo, y esta noche me quedaré aquí contigo, así que no hay mejor regalo que ese – le dice César, con una enorme sonrisa.
- Aun así quiero darte algo, así que cierra los ojos – le dice Cyra a lo que César obedece.
Debido a la mentalidad de su primera vida, Cyra era un tanto cohibida en lo referente a tratar con el sexo opuesto y si bien que sus padres fueran una pareja cariñosa la ayudó a sentirse cómoda con muchas situaciones, aún le costaba un poco tomar la iniciativa.
Con mucho cuidado Cyra se subió a horcadas sobre César y unió sus labios con los del joven, César, al sentir los labios de su novia sobre los suyos, no duda en tomarla por la cintura y así acercarla más a él para poder profundizar el beso, algo que si bien tomó por sorpresa a Cyra, ella acepta gustosa ese acercamiento, tomando la nuca de su novio para seguir profundizando el beso, la pareja está tan concentrada, que no notaron cuando los padres de la chica llegaron.
- Debo de arrepentirme por darte acceso libre a mi casa – dice el señor Raúl, a quien la escena frente a él, no le hace mucha gracia.
- Ante la voz de su padre, Cyra se baja rápidamente del regazo de su novio, muerta de vergüenza, mientras tanto, César solo quiere que la tierra se lo trague y lo escupa muy lejos de allí.
- Ma, pa, ya llegaron – dice Cyra, quien está roja por la vergüenza.
- Así es cariño, pero si querías pasar más tiempo a solas con tu novio podrías habernos mandado un mensaje, así le evitabas a tu padre ver esto, ya sabes que para él sigues siendo su niña – le dice Mara a su hija, haciendo que Cyra se sonroje aún más, si es que eso era posible.
- Tu madre tiene razón, Cyra, confía en ti, y en César, si no no los dejaría estar a solas en la casa, pero comprende, eres mi niña, y esto no es algo que me agrade ver, aún soy tu padre – le dice Raúl.
- Creo que iré a prepararme para dormir – dice César de la nada, y sin mirar atrás huye hacia el piso superior, ya que no quería seguir allí, o moriría de vergüenza, por su parte, Cyra solo se hizo pequeña en el sofá, y su madre se sentó a su lado.
- No debes de avergonzarte, eres joven y estás enamorada, y eso es algo de lo que hay que estar orgullosa.
Esa noche, como las anteriores, Cyra tuvo una pesadilla, pero algo en esta fue distinta, porque más allá de hablar y gritar un poco, Cyra no intento lastimarse, algo que hizo muy feliz a César, quien emocionado no dudo en ir a buscar a los padres de la joven para hacérselos saber, quienes al oír la noticia no dudaron en abrazar a su hija, quien estaba despierta aún acostada en su cama.
- Esto es, simplemente grandioso – decía Raúl, mientras abrazaba a su hija con lágrimas en los ojos.
Ese era el avance más significativo que habían tenido y si bien podía ser solo un hecho aislado, este llenaba de positivismo a la familia, quienes estaban seguros de que era un gran paso hacia el buen camino en la recuperación de su hija.