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UN AMOR PROHIBIDO PARA EL MARQUÉS

UN AMOR PROHIBIDO PARA EL MARQUÉS

Status: En proceso
Genre:Amor prohibido / Padre soltero / Profesor particular / Dejar escapar al amor / Romance entre patrón y sirvienta / Secretos de la alta sociedad
Popularitas:1.9k
Nilai: 5
nombre de autor: Chero write

La llegada de la joven institutriz Elaiza al imponente castillo del Marqués del Robledo irrumpe en la severa atmósfera que lo envuelve. Viudo y respetado por su autoridad, el Marqués encuentra en la vitalidad y dulzura de Elaiza un inesperado contraste con su mundo. Será a través de sus tres hijos que Elaiza descubrirá una faceta más tierna del Marqués, mientras un sentimiento inesperado comienza a crecer en ellos. Sin embargo, la creciente atracción del marqués por su institutriz se verá ensombrecida por las barreras del estatus y las convenciones sociales. Para el Marqués, este amor se convierte en una lucha interna entre el deseo y el deber. ¿Podrá el Márquez derribar las murallas que protegen su corazón y atreverse a desafiar las normas que prohíben este amor naciente?

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el uniforme

Durante la cena, el Marqués, con una formalidad que parecía haberse convertido en su tono habitual, informó a la familia sobre el evento.

"Su Majestad nos ha invitado a la cacería anual, y como comandante, es mi deber asistir " dijo, limpiándose los labios con tranquilidad.

"Vaya, una cacería... será divertido, sin duda" comentó Lady Annelise, con un ligero matiz de celos apenas perceptible. "Espero que se divierta, Rafael."

"Lady Annelise, usted y los niños tendrán la oportunidad de reunirse con damas de la sociedad y sus hijos en los salones del palacio, claro si desean acompañarme" añadió el Marqués, sin percibir el tono de su futura esposa.

Los ojos de Lady Annelise brillaron con una emoción contenida. "¡Qué maravillosa noticia, Rafael! Hace tanto tiempo que no participo en una reunión de tal distinción. Será una excelente oportunidad de saludar a viejas conocidas... Y para... para que los niños se reúnan con otros jóvenes de su rango, pasan tanto tiempo aquí encerrados y solos."

Los niños se alegraron ante la perspectiva de ver nuevamente a la princesa y al pequeño príncipe, quien aún no cumplía los seis meses. Desde el invierno, su contacto se había limitado a cartas, debido al mal tiempo que azotó ese año.

En su mente, para Annelise, la ilusión de congraciarse con la Reina y la alta sociedad del reino era la principal motivación. Sabía que una buena impresión en estas esferas podría asegurar su posición y abrirle puertas importantes, incluso si el matrimonio con el Marqués no prosperaba..

Sin embargo mientras más lo pensaba más se sentía incómoda de ir con los niños, sabía que apesar que hubiera personal para cuidarlos ella tendría la mayor responsabilidad, tenía no poder dedicar tiempo para socializar.

Unos días después, tras el desayuno, Lady Annelise abordó al Marqués con una preocupación calculada.

"Rafael, he estado pensando en nuestra visita al palacio. Estaré tan ocupada atendiendo a los niños... Temo no sentirme aún preparada para cuidarlos como es debido" dijo Annelise con una voz ligeramente quejumbrosa.

"¿A qué se refiere, mi lady?" preguntó el Marqués, frunciendo el ceño sin entender.

"Bueno... "Annelise titubeó, fingiendo indecisión. "Emanuel aún es muy pequeño, y Tomás tiene un carácter tan indomable e inquieto... Y Rosalba está en edad de iniciar su presentación en sociedad por eso deberé pasar más tiempo con ella."

El Marqués frunció ligeramente el ceño. "¿No podrá atender a sus propios hijastros, Annelise? Emanuel es un niño muy tranquilo, Tomás acaba de cumplir diez años, pero Jorge me ha confirmado que es bastante diligente desde hace un tiempo, y Rosalba aún no inicia los cursos para su presentación. No creo que sea necesario comenzarla tan pronto."

"Por supuesto que sí, Rafael" respondió ella con una sonrisa dulce pero firme. "Pero sería una gran ayuda tener a alguien que los supervise de cerca, especialmente porque yo no tengo tanta experiencia... No como la señorita Medina, que es tan eficiente con ellos..."

El Marqués reflexionó por un momento. Era cierto que Elaiza tenía una habilidad especial para mantener a los niños tranquilos y bien portados. "Probablemente sería apropiado que ella nos acompañara. Así usted podría aprender a tratarlos y también tendría tiempo para socializar un poco." Anelise sonrió; su plan estaba funcionando. "Claro, si la señorita Medina está dispuesta. No es muy afecta a estas reuniones."

Lady Annelise sonrió, aliviada. "¡Excelente! Yo la convenceré, estoy segura."

Más tarde, Lady Annelise encontró a Elaiza preparando una lección en la biblioteca, mientras los niños dormían una siesta en sus habitaciones.

"Señorita Medina" dijo con una sonrisa cortés.

"Dígame, Lady Annelise" levantó la cara Elaiza y dejó a un lado su trabajo.

"El Marqués ha estado de acuerdo en que nos acompañe al palacio con los niños."

"Disculpe, pero se me había informado que no era necesaria mi presencia y ese día es mi descanso" dijo Elaiza con un poco de incomodidad.

"Bueno, hemos cambiado de opinión" respondió Annelise con un gesto inquisitivo. "Además, hasta donde sé, la paga que recibe es muy generosa, me parece que podría cambiar su día de descanso para otro día, ¿no le parece? Cualquier otra persona lo haría."

"Por supuesto, Lady Annelise" respondió Elaiza con su habitual cortesía pero con un dejo de molestia. Sabía que esa última frase era una especie de amenaza a su trabajo y no tuvo más remedio que acceder.

"Entonces también le encargo que los niños estén presentables ese día, así que le agradecería que preparara su vestimenta para la ocasión" dijo Annelise con su acostumbrada sonrisa amable. "Yo usaré el vestido lila, así que busca ropa que no nos haga quedar mal."

"Sí, Lady Annelise, así será" dijo Elaiza. Sabía que aquella última frase significaba que los niños no debían opacarla ni hacerla ver mal

Los días siguientes, Elaiza preparó la ropa que usarían los niños para ir al palacio.

Para Rosalba, un vestido verde, con delicados pliegues que realzaban su joven figura, y la falda caía suavemente hasta los tobillos. Para Tomás, preparó un traje de paño azul Marino. Emanuel, eligió un traje de terciopelo color chocolate de pantalón corto con una chaqueta a juego adornada con botones dorados, además de un par más de cambios sabiendo que la cacería duraría al menos un fin de semana.

Annelise la encontró comenzando a revisar un sencillo vestido de lana color azul oscuro que había preparado para ella, práctico y recatado, pero de buena hechura, un modelo que la señora Jenkins habría aceptado como apropiado para acudir al palacio y que ella misma habría mandado confeccionar.

Al día siguiente, Lady Annelise observó a Elaiza planchar su vestido y los trajes de los niños. Su ceño se frunció imperceptiblemente.

La sencillez elegante de Elaiza, incluso en esa modesta prenda, realzaba su figura y su porte con una naturalidad que incomodó a Lady Annelise. Temió, en un instante de inseguridad, que la sobriedad de Elaiza pudiera contrastar demasiado con su propio atuendo más elaborado, atrayendo las miradas que deseaba para ella

Un día antes de la partida, un paquete llegó a la Quinta Robledo. Contenía un vestido de tela gruesa y color negro pardo, de corte severo y poco favorecedor. Lady Annelise llamó a Elaiza a su despacho.

"Señorita Medina" dijo con un tono de voz que no admitía réplica, "he mandado hacer este uniforme para usted. Quiero que lo use durante nuestra visita al palacio."

Elaiza tomó la prenda entre sus manos, su sorpresa apenas visible en su rostro sereno. El tejido era áspero, el corte incómodo y carecía por completo de la elegancia sencilla de su propio vestido, además parecía demasiado grande e incómodo de usar.

"Lady Annelise" comenzó con suavidad "ya tenía preparada mi ropa para la ocasión..."

"Este uniforme es más apropiado" interrumpió Lady Annelise con firmeza. "Usted estará allí para supervisar a los niños, no para participar en la sociedad. Sería bueno que su atuendo sea más sobrio y se ajuste a los estándares de palacio para el personal."

Elaiza frunció el ceño, se sintió insultada. Sabía las intenciones de Annelise, sin embargo, no podía oponerse tan fácilmente.

"Disculpe que la contradiga" dijo Elaiza "pero si me permite, este vestido es al menos dos tallas más grande que la mía y..."

"No, no le doy permiso" dijo Annelise con un tono amable pero imponente. "Señorita Medina, ¿usted no entiende su posición o cuál es el problema?" dijo con severidad. "Este uniforme es lo que usará, era el más pequeño que tenían según me dijo el vendedor, si gusta puede hacerle los ajustes necesarios, pero debe mantener este aspecto" dijo mostrando un dibujo de cómo debía verse la prenda.

El silencio en el despacho se hizo denso. Elaiza sostuvo el uniforme, comprendiendo la orden. Sus palabras la hicieron sentir totalmente humillada. Y simplemente terminó aceptando usar el uniforme.

No tenía suficiente tiempo, así que toda la noche, con ayuda de la señora Jenkins, hicieron los ajustes necesarios para reducir la prenda. Cosieron los dobladillos para acortar el largo de la falda y las mangas, intentaron entallar el corpiño con algunas pinzas discretas en la espalda, pero la rigidez de la tela y la falta de tiempo hicieron que los cambios fueran mínimos. El uniforme seguía siendo holgado, incómodo, poco práctico y nada favorecedor, lejos de la comodidad y el estilo de su propio vestido

El día de la partida, el Marqués observó a Elaiza mientras ayudaba a los niños a subir al carruaje. Llevaba el uniforme negruzco y sin gracia que Lady Annelise le había impuesto. Frunció el ceño, confundido.

"Señorita Medina" preguntó con una nota de extrañeza en su voz, "¿por qué lleva ese atuendo? Creí que tenía otro vestido preparado."

Elaiza mantuvo la compostura. "Lady Annelise consideró que este era más adecuado para la ocasión, señor Marqués" dijo amablemente después de acomodar el vestido de Rosalba para que no se arrugara en el camino.

El Marqués dirigió una mirada inquisitiva hacia Lady Annelise, que se acercaba a él con una sonrisa tensa. Ella se encogió de hombros con una inocencia fingida.

"Solo pensaba en la comodidad de la señorita Medina y el aspecto pulcro que debemos mantener en palacio, querido. Además, su trabajo es simplemente que los niños estén debidamente atendidos, su apariencia no es relevante, o ¿acaso quieres que piensen que es algo más?"

El Marqués entrecerró los ojos, sin estar del todo convencido. Sin embargo, antes de que pudiera insistir, Lady Annelise lo tomó del brazo con una dulzura forzada.

"Mejor subamos al carruaje. Debemos partir, querido. No queremos llegar tarde a Palacio."

El hombre asintió, la ayudó a subir y observó que Elaiza apenas cabría en el interior.

"Suba, señorita Medina" la invitó.

"No se preocupe, señor. Me iré con Jorge en el cocherillo" respondió Eliza.

"No puedo permitir que esté tan expuesta..." intentó replicar el Marqués.

"Se lo agradezco, mi señor, pero... No queremos que piensen que soy algo más que la institutriz de sus hijos" dijo Eliza preparándose para subir junto a Jorge.

Sin más remedio, el Marqués la ayudó a subir y a acomodarse debidamente.

Mientras el carruaje se alejaba de la Quinta Robledo, el Marqués no podía apartar la mente de la figura discreta de Elaiza. A pesar del uniforme poco favorecedor, había una dignidad natural en su porte, una belleza sencilla que no podía ser oscurecida por telas burdas.

En el interior, el traqueteo constante y el suave balanceo pronto arrullaron a los niños quienes fueron vencidos por el sueño. La tensión, sin embargo, permanecía palpable entre el Marqués y Lady Annelise. Las palabras no dichas flotaban en el. Las miradas y palabras ocasionales que intercambiaban eran frías y cargadas de un escrutinio silencioso.

En el exterior, ajena a la incomodidad, Elaiza se había dejado vencer por el agotamiento. La noche en vela, dedicando cada minuto a ajustar aquel uniforme ingrato, había cobrado su precio. Su cabeza se había recargado sin darse cuenta en el hombro de Jorge, quien sonreía levemente.

Un suave movimiento del hombro la despertó. Él no la miró directamente, manteniendo la vista al frente, pero el ligero desplazamiento fue suficiente. Elaiza se incorporó de golpe, su rostro encendiéndose en un carmín avergonzado.

"Oh, teniente... lo siento muchísimo. No quise..." balbuceó, intentando alisar su arrugado uniforme.

Jorge sonrió levemente, sus ojos reflejando la luz dorada del atardecer que comenzaba a teñir el cielo. "No se preocupe, señorita Elaiza. Cuando el cansancio pesa, no hay ceremonia. Y cuando quiera un hombro para descansar, el mío estará a su disposición."

Elaiza se alisó el uniforme con manos temblorosas, sintiendo el calor del rubor extenderse por su cuello.

Agradeció la discreción de Jorge. Una punzada de vergüenza la invadió al pensar en la imagen que habría dado, durmiendo de esa manera en su hombro.

En el interior del carruaje, el Marqués había escuchado fragmentos de la conversación entre Elaiza y Jorge, aunque la mayor parte se había perdido en el traqueteo de las ruedas. Sin embargo, había captado el tono amable y las palabras sugerentes de Jorge, el ligero coqueteo en su voz.

Una sensación extraña, desconocida hasta entonces, se encendió en su interior. una especie de posesividad instintiva, una ligera irritación ante la idea de que alguien mostrara interés en su institutriz.

Lady Annelise, notó el cambio sutil en la expresión del Marqués. Sus ojos, que hasta hacía un momento habían estado fríos y distantes, ahora parecían mostrar una ligera tensión, una ceja imperceptiblemente alzada. Con una sonrisa forzada, comentó:

"Qué... curiosa pareja harían Jorge y la señorita Medina, ¿no le parece, Rafael? Él tan atento y ella... tan necesitada de un apoyo." Su tono era ligero, casi casual, pero sus ojos brillaban con una astuta observación, intentando descifrar la reacción del Marqués ante su comentario.

El Marqués parpadeó, sacudiendo ligeramente la cabeza como si despertara de un ensueño. Su expresión volvió a su máscara habitual de frialdad.

"Jorge es un soldado atento y buen cochero, y la señorita Medina solo cumple con su deber. No veo nada más allá de eso, Annelise."

Su tono cortante dio por terminada la conversación, pero Lady Annelise no se dio por vencida tan fácilmente. Un silencio incómodo se instaló en el carruaje, roto solo por el sonido de las ruedas sobre el camino empedrado. Finalmente, Lady Annelise, con una sonrisa afectada, retomó el tema:

"Quizás no se haya fijado, Rafael, pero Jorge parece bastante... prendado de la señorita Medina, lo he visto observarla a lo lejos. Y ella, a pesar de su compostura, parece bastante cómoda a su lado. Es natural, ¿no cree? Una joven sola en un mundo..."

"Annelise" interrumpió el Marqués con un tono de advertencia, " le ruego que no haga conjeturas sobre las personas. la vida personal de los demás no es asunto nuestro."

La firmeza en su voz dejó claro que no toleraría más esa línea de conversación. Lady Annelise se recostó en el asiento, observando le exterior por la ventana. Había tocado una fibra sensible en el Marqués, aunque no comprendía del todo la naturaleza de su reacción.

En ese instante, el carruaje comenzó a reducir la velocidad, el sonido de los cascos de los caballos resonando con más fuerza sobre el pavimento. A través de las ventanas, comenzaron a vislumbrarse las imponentes puertas de hierro forjado del Palacio Real, flanqueadas por guardias con uniformes escarlata.

"Hemos llegado " anunció el Marqués con una formalidad exagerada, aliviado de que la incómoda conversación hubiera llegado a su fin.

El carruaje se detuvo frente a la escalinata principal, donde varios lacayos con librea esperaban para abrir las puertas. La llegada al Palacio, con su pompa y ceremonia, ofrecía un respiro a la palpable incomodidad que había reinado en el interior del vehículo.

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Teresa Neri Aguilar
La trama es interesante el problema es que se escribe un solo capítulo cada 5 días es mucho tiempo de espera lo que dificulta la continuidad además de que es una pena por el interés que despierta
Chero Chan: gracias por tu comentario intentaré terminarla lo antes posible, o subir más seguido pero por mi trabajo real me es un poco complicado /Gosh/
total 1 replies
Maria Valles
muy feo final no llego a ningún lado para otra vez leo primero el final y de ahí me decido si leo la historia completa o no siento que perdí mi tiempo 😠😠
Chero Chan: aún no termina la novela está en emisión, disculpa si no subo más números, espero que cuando termine te guste
total 1 replies
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