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LA DUQUESA SIN CORAZON

LA DUQUESA SIN CORAZON

Status: Terminada
Genre:Traiciones y engaños / Venganza de la protagonista / Matrimonio contratado / Amor tras matrimonio / Completas
Popularitas:119.2k
Nilai: 5
nombre de autor: CINTHIA VANESSA BARROS

En esta historia, se encontrarán con Ángel, una niña que fue abandonada al nacer y creció en una abadía, donde un grupo de religiosas le ofreció amor y cuidado. Sin embargo, a medida que Ángel va creciendo, comienza a sentir un vacío en su interior: el anhelo de tener un padre, como los demás niños que la rodean. A pesar de su deseo, no se atreve a manifestar sus sentimientos por miedo a lastimar a quienes la han criado, y su vida tomará un giro inesperado una noche fatídica.

Una enigmática mujer aparece y le revela a Ángel un oscuro secreto: es una heredera y debe buscar venganza por la muerte de su madre. Así inicia su transformación en la Duquesa Sin Corazón, una niña destinada a cumplir con un legado de venganza que no es suyo. ¿Qué elecciones hará Ángel en su camino? ¿Podrá encontrar su verdadera identidad en medio de la oscuridad que la rodea?

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CAPÍTULO 14. LA ESPOSA SILENCIOSA

CAPÍTULO 14. LA ESPOSA SILENCIOSA

Narrado por Clara.

La mansión de los Manchester tenía apariencia de un castillo de cuento la noche en que me casé. Carada parte del lugar brillaba con candelabros de cristal y antorchas encendidas. Las cortinas de terciopelo rojo caían como ríos de sangre por las ventanas, mientras que el mármol pulido reflejaba la luz de una forma extraña.

Los jardines estaban adornados con miles de flores blancas, y el aroma a incienso y vino dulce llenaba el aire. Las risas sonaban en los pasillos, las copas sonaban con elegancia forzada, y las damas susurraban detrás de sus abanicos como si la alegría me rodeara.

Sin embargo, yo… me sentía vacía por dentro.

Mi vestido era hermoso, es cierto. Una verdadera obra maestra hecha de encaje francés, decorado a mano con perlas, tan pesado que me dificultaba el movimiento. El corsé apretaba tanto que apenas podía respirar. Mi madre decía que así debía verse una novia: callada, perfecta, obediente.

—No pienses. Sonríe —me susurró en el oído antes de dejarme en el altar.

Y eso fue lo que hice.

La ceremonia fluyó como un sueño confuso. Recuerdo sus manos frías sobre las mías. Recuerdo su pequeña sonrisa, los aplausos, las palabras del sacerdote, la promesa vacía de un amor que nunca tuvo lugar.

Y luego… llegó la noche.

Me llevaron a la habitación nupcial. Un cuarto espacioso con alfombras orientales, una cama con dosel de seda granate, candelabros de oro tallado y cortinas pesadas que cerraban el mundo exterior. Todo era lujoso. Demasiado lujoso. Como si estuviera diseñado para ser observado, para mostrar.

Me quedé sentada al borde de la cama, tal como me habían indicado. Las damas me desnudaron con cuidado. Me dejaron con una bata blanca, fina y transparente como la niebla. Me perfumaron. Me peinaron. Me dijeron que debía ser placentera, que era mi responsabilidad.

Y luego, me dejaron sola.

Sola en esa cárcel adornada con terciopelo.

La puerta se abrió minutos después.

Douglas entró con confianza, como un predador que sigue a su presa. Tenía la chaqueta abierta, la camisa desabotonada, y el aliento cargado de vino y tabaco. Me miró sin disimulo, como si fuera un objeto recién adquirido.

No pronunció ni una palabra.

Se retiró los guantes lentamente, se acercó y se plantó frente a mí.

Yo bajé la mirada. Mi corazón se aceleraba.  Mis manos temblaban.

—Levanta la mirada —dijo en tono suave.

Obedecí.

Su mirada exploró cada parte de mi cuerpo. No había ternura en sus ojos. Solo un deseo frío, impaciente. Me tocó la cara como si estuviera evaluando una pieza de porcelana. Su mano era áspera, su piel tenía olor a cuero y a conquista.

—Una esposa obediente. Bien entrenada —murmuró, más para sí mismo que para mí.

Intenté hablar. Pero no había espacio para las palabras.

Solo había órdenes.

Solo manos que me apretaban.

Solo había una cama que rechinaba bajo el peso de un evento que no comprendía, que no anhelaba, y que no podía frenar.

No profería gritos. Porque sabía que no me escucharían.

No derramaba lágrimas. Porque estaba al tanto de que no le importaba.

Permanecí quieta, mientras mi cuerpo se transformaba en una de las pertenencias de aquel hombre.

Al despertar, él ya se había ido.

Mi piel dolía. También mi alma.

Los días que siguieron fueron similares. Durante el día, él pasaba a mi lado sin prestarme atención. Me ignoraba durante las comidas, en los pasillos, frente a los sirvientes. Yo era un fantasma.

Pero en las noches…Por la noche, regresaba a buscar lo que le pertenecía.

Y cada noche, perdía un poco más de mí.

Desesperada, fui a buscar a mi madre. Necesitaba consuelo, ayuda, palabras que me devolvieran algo de dignidad.

Me arrodillé frente a ella, con el rostro hinchado y temblando.

—No puedo soportarlo más… me trata como si no fuera una persona. Solo me busca por la noche. No me habla, no me mira. Me toma con rabia… como si fuera un campo de guerra.

Ella me miró con frialdad.

—Bienvenida a la realidad, Constanza. Eres una esposa. Es tu deber. Cuando tengas un hijo, las cosas cambiarán.

—Pero, madre… ¡me duele!

—El poder tiene un costo —dijo de forma cortante—. Y tú ya lo estás pagando. No llores más. Cumple con tu papel. Y ten presente que esta posición, esta casa, esta riqueza… ya son tuyas. Agradece por eso.

No respondí.

Ya no me quedaban lágrimas.

Salí de allí con la certeza de que mi destino había sido escrito… por mi propia sangre.

Dos meses más tarde, mi cuerpo experimentó un cambio. Las náuseas comenzaron al amanecer. Mi abdomen empezó a endurecerse. El médico lo confirmó.

Estaba esperando un bebé.

Cuando se lo conté a Douglas, por primera vez me miró directo a los ojos.

—Será un baran —dijo sin emoción—. Lo necesito.

No respondí.

Nueve meses después, di a luz a una niña.

Era diminuta, frágil, con cabello oscuro y los ojos cerrados como dos secretos. Cuando la abracé, sentí algo que nunca había experimentado: amor. Verdadero. Puro. Apasionado.

Douglas entró momentos después. Observó al bebé en mis brazos.

—¿Otra niña? —dijo con desdén.

Y sin más palabras, se dio la vuelta y salió de la habitación.

La abracé con más fuerza.

Por ella, resistiría.

Por ella, guardaría silencio.

Y por ella… algún día, hablaría.

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VásGa Nbeth
me encanto
VásGa Nbeth
me encanta esta novela y este tipo de historias de época, felicidades a la autora. 🥰🥰🥰🥰🥰🥰
Viviana Gonzalez
Estimada Escritora, me encantó está historia, hermosa, llena de emociones, completa como muchos detalles, mi corazón se siente felíz, muchas felicidades y muchos cariños, que Dios Bendiga vuestra imaginación
mariposa 🦋
te felicito por que todas tus historias que he leído me han sacado a flote todos mis sentimientos, he reído, llorado, he sentido mucha rabia 🤭 por las injusticias y maldades de algunos personajes por eso y mucho más.... Gracias!!!! FELICITACIONES 🌟🌟🌟🌟🌟
mariposa 🦋
🤔🤔
mariposa 🦋
el nombre de la niña Agata 🥰 en honor a su bisabuela 💝
mariposa 🦋
que desgraciado ese HDP 🤬🤬
mariposa 🦋
para la próxima a
que le pongan seguro!!! 🙆🏾 Diossssssss 😡😡
mariposa 🦋
que arda en una Paila de aceite caliente 🔥🔥🔥
mariposa 🦋
este maldito HDP se ha ganado d
solito que lo ahorquen!!!🤬🤬🤬
mariposa 🦋
lo sabía!!!! 🔥🔥🔥😡😡😡 arderán 🤬🤬
mariposa 🦋
estoy segura que Angela no murió y ha estado bajo el cuidado de las monjas 💝
Rosa Amelia Jaramillo Hernandez
Preciosa novela.. sin horrores, me encanta mis ojitos brillan con cada capítulo uno mejor q el otro..
mariposa 🦋
ya entiendo este HDP no es el padre de ángel 😡
mariposa 🦋
hay un dicho muy sabio: la curiosidad mató al ratón!!!🥺
ysabel
♥️♥️♥️♥️♥️
Carmen Josefina Tineo Malave
Que buena historia, una vez más, gracias escritora y sobretodo por tu excelente redacción
Marialeonor Roqueocampo
qué buena educación les dieron; ojalá se lleven bien; y Angel tenga lo qué siempre espero; un padre y hermanos
VásGa Nbeth: que bien, nunca falta que entre la familia salga un ambicioso y quiera aprovecharse, bien por los hijos de Tómas.
total 1 replies
Marialeonor Roqueocampo
qué entereza,; ahora falta ver qué deciden
Samantha Ivett Olvera Rodriguez
por qué no lo saco de la casa? dice no la rete ya mato a su hija y no hizo nada
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