Código Cupido

Zoe estaba revisando unos códigos en su computadora cuando su teléfono sonó. Era un mensaje de la asistente de Andrés pidiéndole que pasara por su oficina.

Frunció el ceño. ¿Para qué la necesitaría?

Tomó aire y se dirigió al despacho de su jefe. Tocó la puerta y, tras recibir el permiso, entró.

—Siéntate, Zoe. Tengo buenas noticias para ti —dijo Andrés con una sonrisa.

Zoe se sentó, cruzando los brazos con cautela.

—¿De qué se trata?

Andrés apoyó los codos en el escritorio y entrelazó los dedos.

—Serás la líder del nuevo proyecto en colaboración con TITAN GAMES.

Zoe parpadeó, procesando la información.

—¿Perdón?

—Leonardo y yo llegamos a un acuerdo. Tú serás la encargada principal del desarrollo.

El estómago de Zoe se revolvió.

—No.

Andrés arqueó una ceja.

—¿No?

—No quiero trabajar con él. Hay otros desarrolladores en la empresa que pueden hacerlo.

—Zoe… —Andrés suspiró—. Sé que tu relación con Leonardo no es la mejor, pero esto es trabajo. No puedes dejar que lo personal afecte tu carrera. Además puedes aprovechar para demostrarle lo profesional que eres.

—No es eso, Andrés, simplemente no quiero hacerlo.

Andrés la miró con paciencia.

—Sé que estás molesta, pero esta es una oportunidad única. TITAN GAMES es una de las empresas más importantes en la industria, y tu talento merece ser reconocido a ese nivel. Además, confío en ti más que en cualquier otra persona para este proyecto.

Zoe bajó la mirada, sintiendo un conflicto interno.

—No sé…

—Hazlo por ti, Zoe. Por esta empresa y por mi creemos en ti y en tu capacidad. No por él.

Suspiró con resignación. Andrés tenía razón. No podía rechazar una oportunidad así solo por su orgullo.

—Está bien —dijo sin mucho ánimo—. Acepto.

Andrés sonrió satisfecho.

—Sabía que aceptarías. Para celebrarlo, que te parece si... ¿vamos a almorzar?

Zoe dudó por un momento, pero la idea de distraerse le pareció tentadora.

—Está bien.

Salieron juntos del edificio y caminaron hasta un restaurante cercano. La conversación fluyó con naturalidad, y Zoe comenzó a relajarse. Andrés tenía un humor ligero que la hacía reír sin esfuerzo, algo que en ese momento necesitaba. Si compañía la hacía sentir cálida, la conversación fluía armoniosamente, Zoe disfrutaba mucho de la compañía de Andrés. Desde que lo conoció en la entrevista para entrar a trabajar habían desarrollado buena química, algo como unos viejos amigos.

Cada vez que Zoe reía, Andrés la observaba con fascinación. Le encantaba la forma en que sus ojos brillaban cuando hablaba de algo que le apasionaba. Su dulzura, su inteligencia, su belleza…

Sin embargo, en el fondo, sabía que ella aún tenía algo no resuelto con Leonardo. Y eso lo inquietaba. No sabía a ciencia cierta que era, solo lo que le comento Zoe una vez, pero él sentía que había algo más.

—¿En qué piensas? —preguntó Zoe, notando su mirada intensa.

Andrés sonrió y negó con la cabeza.

—En lo mucho que me gusta verte sonreír.

Zoe sintió un ligero sonrojo en sus mejillas, pero decidió ignorarlo.

No estoy lista para esto.