Tras quedarse dormida en el baño de su casa Blair se despierta en un lugar completamente desconocido y peor aun se había dado cuenta que se encontraba en el cuerpo de una extra en uno de los libros que leyó.
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20: Luna de miel
Todos se habían retirado; la ceremonia había dado por terminada después de unas largas y extensas horas. Por supuesto, Aelin y Magnus estaban cansados, pero eso no les detuvo para festejar que ahora ambos se pertenecían el uno al otro, como ellos sabían hacerlo. Ahora ambos se encontraban entrando en la habitación entre besos.
Magnus la agarra por la cintura, continuando con el beso, mientras Aelin retrocede de puntillas, con sus brazos alrededor del cuello del hombre mientras correspondía. Ya cuando ambos estaban en la habitación, este empuja la puerta con su pie, cerrándola para luego aprovechar y cargar a la chica en sus brazos.
— Su majestad —jadea, con la respiración agitada tras haberse separado por unos segundos, cruzando sus piernas alrededor de este.
— Llámame esposo —Magnus se dirige a su cuello, dejando grandes cantidades de besos mientras Aelin echa la cabeza hacia atrás, dándole al hombre acceso total a su cuello. Jadea por el toque y lo que provoca el contacto del Magnus que se había convertido en su esposo. Nunca había esperado casarse; de hecho, eso nunca estuvo en sus planes, ni siquiera cuando era Blair, pero al llegar a este mundo, todo había cambiado drásticamente.
— Esposo —susurra, sosteniendo el rostro de Magnus.
— ¿Qué has dicho? No escuché.
Sonríe de lado, dejando un suave beso en los labios del emperador. — Esposo —repitió nuevamente entre risas. El emperador sonrió antes de volver a besarla de forma apasionada mientras caminaba con ella hacia la cama.
Al llegar a la cama, Magnus la deja con cuidado para no lastimarla debido al embarazo. Se pone de pie para empezar a desvestirse, quitando solo la parte de arriba antes de volver a colocarse encima de la chica, apoyando su mano en la cama y volviendo a besarla. Aelin corresponde, cruzando sus piernas alrededor de él. Poco después, sintió cómo la mano del emperador empezaba a meterse bajo el vestido.
— Magnus —siseó, poniendo su mano sobre la de él, deteniéndolo. El emperador se alejó, mirándola confundido. — Primero ayúdame a quitarme el vestido... —murmura, y ambos sonríen.
Las manos del emperador se encontraban apoyadas al lado de la cabeza de Aelin, mientras ella comenzaba a girarse, dándose vuelta completamente.
La mano de Magnus se dirige hacia el cierre y, poco a poco, empieza a bajarlo. Aelin comenzó a sentir un sutil alivio en su cuerpo; sin embargo, no pudo evitar estremecerse cuando Magnus aprovechó para rozarla con sus dedos mientras bajaba el cierre.
Ella nuevamente se dio la vuelta, dejando su espalda en la cama, mientras que Magnus deslizaba el vestido hacia abajo, quitándolo por completo y revelando una ropa interior bien sensual. En esa época, no era común que una mujer usara esas cosas, por lo tanto, tampoco era fácil de encontrar. Aelin misma se había encargado de hacer el boceto y se lo pasó a una diseñadora que le entregó lo que ella había querido exactamente.
— ¿Te gusta? —murmura, mirando a Magnus, quien la miraba fascinado mientras sus dedos subían por las piernas de Aelin.
— Gustarme no es suficiente; me encanta, me fascina —sonríe, satisfecha, y esta vez es ella quien se lanza a besarlo, atrayendo al hombre nuevamente sobre sí. Magnus correspondió casi de inmediato, volviendo el beso lo más apasionadamente posible, y solo bastaron unos minutos para empezar a escuchar jadeos y sonidos de choque de cuerpos dentro de la habitación.
Fue una noche larga para ambos, donde ninguno se soltó, y cuando finalmente ambos cayeron rendidos por el cansancio, se durmieron abrazados, sintiendo el calor del uno al otro.
— Te amo —dijo Magnus, observando a Aelin ya en su sueño más profundo, dejando un beso en su frente.