Renacer Entre Telas

El amanecer se filtraba por las ventanas del pequeño departamento donde Camila, Santiago y Daniel se habían reunido después de la exitosa infiltración en Nexus. Sobre la mesa, la unidad USB contenía el archivo que podría derribar el imperio de Montenegro y Víctor. Pero también era un recordatorio de que estaban jugando con fuego.

Camila, aún vestida con el elegante traje de la noche anterior, observaba a Daniel, quien parecía más tranquilo ahora que estaban a salvo. Sin embargo, la tensión en el aire era palpable.

—Lo logramos —dijo Santiago, rompiendo el silencio—. Tenemos todo lo que necesitamos para exponerlos.

Daniel asintió lentamente, pero su mirada se oscureció.

—Sí, pero esto es solo el comienzo. Lo que hay en ese archivo es más grande de lo que imaginaba. No solo es la fórmula… hay nombres, cuentas bancarias, transferencias ilegales. Nexus no es solo una empresa corrupta; es una red de poder que alcanza niveles inimaginables.

Camila frunció el ceño.

—¿De qué estás hablando exactamente?

Daniel se levantó de su asiento y comenzó a caminar por la habitación, nervioso.

—Montenegro no es el cerebro detrás de todo esto. Hay alguien más, alguien que mueve los cabos desde las sombras. Y ese alguien ha estado observándonos desde hace mucho tiempo.

Santiago cruzó los brazos, su expresión se endureció.

—¿Tienes algún nombre?

Daniel negó con la cabeza.

—Aún no. Pero hay algo que debes saber, Camila.

Ella lo miró con atención.

—¿Qué cosa?

Daniel hizo una pausa antes de continuar, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.

—Tu esposo, Leonardo… él no es solo un espectador en todo esto. Lo conocí hace años, cuando trabajaba para una empresa subsidiaria de Nexus. Pero él siempre fue diferente, alguien que cuestionaba las decisiones de Montenegro.

Camila se tensó al escuchar el nombre de Leonardo.

—¿Leonardo estaba involucrado con Nexus? —preguntó con incredulidad.

—Indirectamente, sí —respondió Daniel—. Pero algo cambió. Desapareció del radar justo antes de que la investigación sobre la fórmula comenzara a intensificarse. Creo que fue entonces cuando decidió apartarse y crear su propia empresa de textiles.

Santiago, quien había permanecido en silencio, intervino.

—¿Crees que Leonardo sabe más de lo que aparenta?

Daniel asintió.

—Sí. Y no me sorprendería que estuviera trabajando para desmantelar Nexus desde dentro. Pero necesita ayuda… y tal vez esa fue la razón por la que se acercó a ti, Camila.

Camila sintió que una mezcla de emociones la invadía. Las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar, pero la imagen que formaban era mucho más compleja de lo que había imaginado.

—Si Leonardo está del mismo lado, entonces debemos hablar con él —dijo con determinación—. No podemos permitir que luche solo.

Santiago parecía menos convencido.

—Es un riesgo. Si Leonardo está comprometido, podríamos ponerlo en peligro.

Camila lo miró directamente a los ojos.

—Lo sé. Pero también sé que Leonardo es más fuerte de lo que creemos. Él es inteligente más alla de las apariencias o su éxito. Siempre supe que había algo en él… una lucha interna que no podía ignorar.

Daniel suspiró.

—Tienes razón. Pero debemos ser estratégicos. Nexus ya debe estar sospechando que algo salió mal anoche.

Santiago tomó la unidad USB y la guardó en una caja de seguridad oculta en la pared.

—Primero analizaremos todo lo que hay en este archivo. Luego decidiremos cómo y cuándo involucrar a Leonardo.

Camila asintió, aunque una parte de ella quería correr de inmediato hacia su esposo y exigir respuestas.

—Está bien. Pero no podemos esperar demasiado. Cada minuto que pasa, Montenegro y Víctor están un paso más cerca de descubrirnos.

Mientras tanto, en las oficinas centrales de Nexus, Víctor y Montenegro revisaban las grabaciones de seguridad del evento. Aunque la intrusión había sido controlada rápidamente, algo no encajaba.

—Esto fue una distracción —dijo Víctor, con el rostro serio mientras analizaba las imágenes—. Alguien quiso sacarnos del salón para acceder a nuestros sistemas.

Montenegro, de pie junto a él, apretó los puños.

—¿Y quién sería tan estúpido como para intentarlo?

Víctor pausó el video en una imagen que mostraba a Isabela y Daniel conversando en la barra.

—Ella —dijo con una sonrisa fría—. Isabela Valle . Siempre supe que había algo en ella.

Montenegro miró la pantalla con desdén.

—¿La esposa de Leonardo? No tiene sentido. Ella es una simple diseñadora de modas.

Víctor negó con la cabeza.

—No subestimes a las personas por sus apariencias. Isabela es más peligrosa de lo que crees.

Montenegro se giró hacia uno de los guardias.

—Encuentren todo lo que puedan sobre ella. Dónde vive, con quién se relaciona, qué ha estado haciendo. Y quiero vigilancia las 24 horas.

—Entendido, señor.

Cuando el guardia salió, Montenegro se acercó a Víctor.

—Si Isabela está detrás de esto, se arrepentirá. Y si Leonardo está involucrado… acabaremos con ambos.

Víctor asintió, su mirada reflejando la fría determinación que lo caracterizaba.

—Entonces, comencemos la cacería.