En "Prisionera del Sultán", seguimos la vida de Aziza Rai'f, obligada a casarse con Akram Hassan como su segunda esposa. De esta unión nace nuestra protagonista, quien junto a su madre escapa hacia Occidente, donde es criada lejos de las tradiciones de Jaddara. Sin embargo, su destino cambia cuando Akram reclama a su hija de regreso, desatando una lucha de poderes entre el heredero de Burhan Sharif Bakhur y Akram por el control de la desafiante princesa.
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Encanto
Aziza observó a su esposo, avergonzada por lo que le había hecho y por como ella había gritado.
— ¿Estás bien?, pregunto él tumbado a su lado apoyado en su codo mientras la miraba estaba tapada hasta la barbilla con la sábana.
— Sí, estoy dijo ella con una vocecita que provoco una sonrisa tierna en Akram.– ¿Tú estás bien?, pregunto ella. Akram sonrió.
— Muy bien, encantado contigo ¿tienes algo que preguntar?.
— ¿Siempre es así?, pregunto ella.
Akram sonrió unos segundos mientras analizaba su respuesta — No, la próxima vez será mejor. Ella giró su cara y lo miró sorprendida. Akram se acercó y la besó. — Iré a ducharme debes descansar dijo.
Aziza se vistió y abandono la habitación dirigiéndose a sus aposentos.
El palacio se dividía en cuatro áreas la primera era la gubernamental, Dalia y sus hijos tenían otro sector y el padre de Akram otro sector.
Aziza había sido hospedada en el sector de Akram, aunque estaba lo suficientemente apartada.
— Su baño ya está listo dijo Bahiya.
— Gracias Bahiya ve a descansar dijo Aziza quitándose la bata para meterse en la bañera.
El baño era como el paraíso y se quedó dentro el agua tenia olor a azahar y jacinto el agua caliente calmaba sus dolores y tuvo que admitir que nunca habría sospechado que la primera vez pudiera doler tanto. Despues limpia y envuelta en el suave albornoz de algodón blanco Aziza salió del baño y en su dormitorio se coloco otro camison.
En el preciso momento que estaba por apagar la lamparita de noche, la puerta del dormitorio se abrió sin previo aviso. Asustada, se incorporó.
Akram estaba en la puerta con la respiración entrecortada y sus pómulos enrojecidos. –¿Qué estás haciendo aquí?, pregunto muy molesto.
— Iba a descansar dijo ella con voz temblorosa.
—Eres mi esposa. Te quiero en mi cama. Ella se quedó atónita.
— Se que usted prefiere dormir solo y que yo solo lo visite.
— ¿ He hablado yo de mis preferencias contigo?, no quiero que vayas a visitarme –le dijo con disgusto acercándose a la cama, corrió las sábanas con unas manos firmes y la levantó con impaciencia –. Te quiero en mi cama dijo él caminando hacia su habitación.
En cuanto cruzo la puerta la soltó sobre la cama de cuatro postes como si fuera un saco que se hubiera llevado a la fuerza.
Aziza se sentó con la melena color miel alborotada sobre su colorado rostro y su mirada confundida.
— Pero usted tiene otra esposa dijo Aziza.
Akram lo comprendió —¿Dalia ha hablado contigo de mis preferencias?, pregunto.
— Sí y pensé que ya había terminado por eso me fui dijo Aziza algo avergonzada.
— Olvida lo que Dalia te dijo aquí las órdenes las doy yo. Esta es nuestra habitación y tú dormirás todas las noches aquí. Como tú lo has dicho tengo otra esposa y, por lo tanto, una habitación en cada ala de la casa, incluso en la de mi padre.
— Como ordene dijo ella.
— Respondiendo tu otro comentario no he terminado contigo. ¡Mírame!, exclamó.
Aziza levantó la vista y lo miró a los ojos estaba roja como un tomate.
—Quiero devorarte –susurró–. Volverte loca de deseo y después hacerte el amor hasta que te olvides de todo…
—Quieres muchas cosas… –pronunció ella con voz temblorosa y con timidez mirando como él le quitaba el camisón.
—Me tomaré todo el tiempo del mundo para hacerlo–respondió él mientras la besaba apasionadamente deslizándose sus manos por su cuerpo apartándole las piernas casi al mismo tiempo que agachaba la cabeza y deslizaba la lengua sobre su parte más intima
La sensación fue tan poderosa que Aziza tembló.
—No… no, ¡no puedes hacer eso! –le dijo una vez había recuperado el aliento.
– Como dije aqui las órdenes las doy yo. Vas a descubrir que en la cama soy muy dominante –le confesó Akram sujetándole las caderas.
— Pero no...
— Shh, cierra los ojos, te dire lo que me gusta
Aziza obedeció, mientras él volvía a deslizar su lengua por el lugar más sensible de su cuerpo. Haciéndola temblar — Eso me gusta dijo Akram acrecentando sus movimientos hasta que consiguió que Aziza jadeara de placer— Eso me fascina- murmuró con la voz cargada de deseo, acariciándole sus esbeltos muslos para relajarla –. Te prometo que solo sentirás placer, jamila moviendo su dedo rítmicamente y la escucho suplicar.
— Soy una desvergonzada exclamó ella.
Akram sonrió — Y así te quiero en mi cama desvergonzada. Eso te vuelve una esposa perfecta respondió llevándola a la cima del éxtasis.
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A las seis en punto Akram ingreso a su despacho, le gustaba desayunar tranquilo con sus hijos.
Hacía muchos años que no pasaba una noche entera en la cama con una mujer. Nunca había dormido con ninguna de sus concubinas e incluso Dalia había dormido con él alguna que otra ocasión el primer año de casados, ella había sido criada segun las tradiciones, el hombre y la mujer dormian en habitaciones separadas y ella lo preferia así. A el no le había molestado quería a su esposa, pero lo cierto era que la había elegido porque necesitaba herederos, y debia reconocer que Dalia y Aziza eran muy diferentes.
Tal vez fuera porque la esposa del Rey Rai'f fuera inglesa, era dulce y cariñosa lo habia abrazado con ternura y lo había besado en la barbilla de manera tan tierna debio reconocer que la idea de encontrarse con Aziza en su cama cada noche resultaba increíblemente tentadora… aunque jamás podría olvidar que era un lujo que tenía sus limitaciones si no queria crear conflictos.
Eso de las ocho Akram desayuno tranquilo con sus hijos solos.
Estaba en el jardín conversando con ellos cuando vio a Aziza salir con la empleada, ella mantuvo su distancia.
Akram despidió a sus hijos que se iban a sus clases.
Iba a regresar a su trabajo cuando vio que la empleada regresaba con una cesta para las flores y decidió acercarse.
Despidió a los empleados con un movimiento de mano.
— Buenos días, dijo ella.
— Buenos días jamila ¿ como te sientes?.
— Muy bien, le sonrió con timidez. Son para nuestra habitación dijo ella llevándose una de las rosas a la nariz.
— Me gusta la idea, iré a ver como quedan las flores después del almuerzo comentó Akram...
Veamos si el resto de la novela sigue igual
los actos de la madre traen consecuencias para su hijo
que mala mujer
otro golpe