Seré Feliz En Este Mundo.

Terminando de desayunar, Sophia y Noil se fueron a realizar sus respectivas actividades, no sin antes prácticamente prometer que se verían a la hora de la comida para pasar algo de tiempo juntos.

Sophia debía comenzar con la fabricación del armamento requerido para el emperador, así podría generar dinero y continuar con sus planes.

Lo único que debía hacer era diseñar el arma, plasmarla en un dibujo final y con un hechizo, hacerlo realidad, pues todas las especificaciones eran escritas en el dibujo final.

—Muy bien, ahora haré un vestido para el dichoso baile— suspiró con fastidio. Había terminado sus armas planeadas en ese día y por eso quería aprovechar para diseñar un vestido a su gusto, pues todos los que vio antes, no le gustaron.

Para esto comenzó los trazos, sería un vestido simple, pero elegante. Su color sería de un rosa palo, hermoso y único. Tendría mangas sueltas al igual que su falda, pero la parte del torso, sería ajustada, además le agregaría un poco de brillo, con cuello redondo, cubriendo casi en su totalidad su cuerpo.

—¡Listo!— orgullosa admiraba su creación, era simplemente hermoso.

Pasado el tiempo necesario, salió del salón que le prestaron para llevar a cabo su trabajo y se dirigió al comedor, esperando que la comida estuviera lista, ya que trabajar le había abierto el apetito.

—Nos encontramos de nuevo— sonreía como un tonto el marqués.

—Lo dice como si fuera sorpresa, quedamos en vernos para comer juntos— lo bajaba de su nube

—¿Te cuesta mucho ser un poco romántica?— se quejó

—Fui lo suficientemente romántica anoche y no se comió completo el postre que le preparé con mis propias manos, cuando una es romántica no lo valoran y luego se quejan— se defendió

Tres personas detrás de ellos solo se burlaban por la discusión rara que tenían ese par, pero les gustaba verlos reñir como un par de niños.

—La comida ya está lista, pasen al comedor— informó Lila

Cada uno se sentó y pronto trajeron la comida. Todo se veía exquisito como siempre, pero enseguida olieron algo que parecía inusual, era lo que pidió Sophia. Exacto, Lila lo había conseguido y ese mismo día pudo preparar aquel platillo tan delicioso del que tanto hablaban.

—Nana, ¿cómo lo conseguiste?— sorprendido preguntó

—Una anciana como yo tiene sus trucos, además varias personas me deben favores, en algún momento tenía que cobrarlos— sonreía orgullosa de si misma

—Señora Lila, esto está delicioso— Sophia no paraba de comer la comida que habían preparado.

—De ahora en adelante yo cocinare para ti mi niña, si tienes algún antojo, me lo dices y no escatimare en cualquier cosa para prepararlo— amable informó

La peli plateada solo pudo asentir con la cabeza, ya que no podía dejar de comer. Cuando acabó con sus alimentos, Sophia se retiró del comedor agradeciendo, pues aún tenía cosas que hacer.

—¿Cuándo piensas comprometerte con ella?— con una expresión intimidante, preguntó la nana

—Es solo cuestión de tiempo, pero ella sabe sobre mis sentimientos y lo mismo siente ella por mi, así que reúne a todos los empleados nana, debo informar que su señora ya está aquí— seguro y con firmeza pidió

En cuestión de minutos, todos los empleados de la mansión estaban reunidos en uno de los jardines, ahí Noil les informaba sobre Sophia, quién y de dónde era, además de confesar que la amaba y que pensaba seriamente en casarse con ella, que aunque aún no sea un hecho, deberían respetarla como su nueva señora y ayudarla en todo lo que necesite.

Todo el mundo estaba feliz por su señor, desde siempre había vivido solo y jamás le dio una oportunidad a las señoritas nobles que se acercaban con la intención de ser sus esposas, pero ahora por fin llegó alguien que ha llenado su corazón por completo, esperaban que Sophia siguiera como hasta ahora y que no dañara de ninguna forma a su joven señor.

—Esperamos que los dos sean felices marqués— todos daban sus buenos deseos a Noil

Aquellos gestos de amabilidad se los había ganado con el buen trato hacia su gente.

También pidió que adecuaran una habitación para Sophia, aunque le gustaría dormir junto a ella todas las noches, no podía permitirse pasar vergüenzas como las de esa mañana.

Los días pasaron y Sophia claro que aceptó la decisión tomada de Noil, ya que si era honesta con ella misma, también se le complicaba solo dormir. Aunque en cada oportunidad que tenía, siempre le robaba un beso a Noil, eso realmente le gustaba al hombre, pero también lo dejaba en un aprieto.

Por fin había llegado el día del baile y claro que ellos dos llegarían juntos, por eso se dispusieron a arreglarse y cuando por fin Sophia estaba lista, Noil la esperaba en la planta baja, pero al verla en la parte superior de las escaleras, casi sufre un infarto por el impacto de aquella belleza que miraba. Sophia resplandecía como una estrella, simplemente se veía hermosa y más a los ojos de Noil.

—¿Qué le parece?— nerviosa preguntaba

—Eres el ser más hermoso que han visto mis ojos— apenas si pudo responder

Sus ojos y la realidad no mentían, Sophia se veía espectacular y todo en ella resaltaba, era seguro que sería el centro de atención en el baile como debería, al ser ella la invitada de honor.

Cuando ya iban rumbo al palacio, fueron interceptados por otro carruaje.

—¿Qué está sucediendo?— desde adentro, preguntó Noil, que apenas si pudo sostener a Sophia para que no cayera de su asiento.

—Mis disculpas señor, hay un carruaje frente a nosotros— se escuchó decir al cochero.

Noil bajó del carruaje y se dirigió al que estaba frente a ellos. —¿Quiénes son y cómo osan atravesarse en mi camino?— estaba muy enojado.

—Lo siento mucho marqués, es solo que creí que no lo alcanzaría. Usted no pasó por mi, así que vine por usted— una joven pelirroja de cabellos rizados, era la que hablaba, mientras bajaba del carruaje contrario.

—No entiendo de que habla señorita, pero tengo prisa, así que haga el favor de quitarse de mi camino— el pedido fue amable.

Fue entonces que la pelirroja al terminar de bajar de su carruaje, se dirigió al carruaje de Noil y se subió sin su permiso.

—Ya podemos irnos— con una horrible sonrisa, le gritó