Compromiso Indeseado. (ABO)

Estaban a la orilla de la playa, viendo cómo el sol se ocultaba dejando un cielo pintado de hermosos colores naranjas y rojizos. El omega se encontraba en medio de las piernas de Henrik, mientras que los brazos del alfa rodeaban la cintura de Darre y lo hacían sentir tranquilo y seguro. Todo el mundo se limitaba a ellos dos disfrutando de un hermoso atardecer.

—Quiero disculparme por lo idiota que fui contigo —Darre rompió el cómodo silencio que había entre ellos.

—No me recordabas, no importa.

—Claro que importa. No entiendo cómo pudiste soportarme y no rendirte conmigo. Yo en tu lugar te hubiera… —Darre dejó las palabras en el aire y se giró hacia Henrik, completamente en pánico.

—Sé lo que hubieras hecho, Darre, no tienes por qué avergonzarte de ello. Cualquier persona con cordura se hubiera alejado.

—Me siento como un cobarde, no solo ahora, antes también lo fui —Darre se giró y se sentó sobre el regazo de Henrik, lo abrazó del cuello y recargó su frente en el ancho hombro—. En lugar de correr como idiota y creer que me mentías, te hubiera enfrentado, hubiera escuchado tu explicación y nada de lo que pasó hubiera existido.

—Pero eso es tiempo pasado, Darre, no te preocupes por ello.

—Necesito escuchar que me perdonas, por favor —su voz susurrante y lastimera hizo que Henrik curvara los labios en una sonrisa traviesa. Sus manos recorrieron la espalda de Darre con cariño.

—No puedo perdonarte, porque nunca sentí odio o enojo hacia ti —él lo abrazó con más fuerza y sus labios besaron con ternura la piel del cuello del omega—. Recuerda, sin importar qué errores cometas, sin importar las cosas que pudieras llegar a decir o a hacer, siempre te voy a amar, porque eres el omega que elegí para pasar el resto de mi vida. Y nunca dudes de eso. Incluso si te vas, si un día quieres volver, te estaré esperando con los brazos abiertos para amarte y sanar tus heridas.

Darre se aferró a él con mayor fuerza y el llanto no tardó en aparecer.

—No te merezco, nunca mereceré a alguien tan perfecto y entregado como tú. Te amo, Henrik, te amo y jamás volveré a fallarte.

Henrik acarició su espalda mientras Darre lloraba en su hombro. Sentía el peso de sus propias lágrimas tratando de escapar, pero se mantuvo fuerte, siendo el refugio que Darre necesitaba.

—Somos dos personas imperfectas, Darre, pero juntos somos perfectos. Te amo tal como eres, y siempre estaré aquí para ti.

Darre levantó la mirada, sus ojos rojos y húmedos brillando con una mezcla de amor y gratitud. Sin decir una palabra más, se inclinó y besó a Henrik con toda la pasión y devoción que sentía. El alfa respondió con igual fervor, sellando su promesa de amor eterno bajo el cielo estrellado.

...----------------...

Apenas se escuchó el clic de la puerta cerrarse y Darre agarró por el cuello a Henrik, estampando sus labios contra los del alfa. El aroma a feromonas omega inundó la habitación en pocos segundos. El dulce aroma lechoso cautivó por completo los sentidos del alfa. Henrik tomó del cuello a Darre, profundizando el beso con pasión. El sonido de sus lenguas y la saliva resonaba junto a sus respiraciones aceleradas.

—Quiero olerte, por favor —rogó Darre mientras lo miraba con ojos vidriosos. Apenas se habían besado, pero su parte trasera estaba húmeda y lista para recibirlo—. Por favor, Henrik, necesito tus feromonas.

—Si las libero y te arrepientes más tarde, no me contendré aunque me ruegues —la voz varonil le hizo temblar las piernas. Henrik mordió su cuello y lamió la clavícula expuesta; el cuerpo de Darre se sintió débil al instante y casi se recargó sobre el alfa.

—No lo haré, no me arrepentiré —murmuró.

Tan pronto como las palabras cayeron, el aroma a pino se extendió por toda la habitación. Las fuertes feromonas de alfa dominante golpearon las glándulas del omega, haciéndolas palpitar. Las piernas de Darre se debilitaron y cayó en los brazos de Henrik. El alfa lo cargó hasta la habitación, donde lo acostó con cuidado y lo desnudó sin prisa alguna.

Henrik recorrió con su boca las piernas de Darre, limpiando la viscosidad que había resbalado de su entrada. Cuando llegó a su miembro erecto y lo engulló por completo, un fuerte gemido resonó en la habitación; lamió y chupó logrando que el omega se retorciera del placer y expulsara todo en pocos minutos. Henrik se deshizo de su camisa y abrió las piernas de Darre, colocándose en medio; sus grandes manos recorrieron los muslos y abrieron las nalgas redondas para permitirle introducir uno de sus dedos.

—Estás muy mojado, y es claro que no estás en celo —dijo Henrik mientras movía su dedo, golpeando el punto P de Darre.

—Son tus feromonas, por eso yo... —la voz entrecortada de Darre lo volvía loco. Tenerlo debajo de él y contemplar cómo su cuerpo se contraía solo con su mano era magnífico.

—No sé cuántos han estado aquí, pero a partir de hoy, te volveré adicto a mí. Haré que cada vez que te corras, grites mi nombre y no vuelvas a ver a nadie más con deseo.

Después de la advertencia, sus labios fueron tomados prisioneros. Las feromonas alfa estaban tan concentradas que lo hicieron entrar en celo en ese momento. El cuerpo de Darre fue besado, mordido y lamido en lugares nunca antes pensados. La hombría de Henrik entró en él, haciéndolo gritar de placer; sus estocadas eran estimulantes, profundas y con rudeza, sus cuerpos chocaban y el ruido húmedo resonaba por doquier.

Quién sabe cuántas veces terminó corriéndose, ni cuántas veces Henrik se corrió, pero al final, ambos terminaron exhaustos sobre las sábanas húmedas con sus fluidos y sudor.

El aroma a feromonas alfa y omega aún impregnaba la habitación, una mezcla de pino y dulzura lechosa que parecía flotar en el aire, envolviendo a ambos en una burbuja de intimidad. Darre y Henrik yacían entrelazados sobre las sábanas húmedas, sus respiraciones lentamente volviendo a la normalidad mientras el cansancio se asentaba en sus cuerpos.

Darre, con la cabeza apoyada en el fuerte pecho de Henrik, sentía el latido del corazón del alfa resonando en su oído, un ritmo constante y reconfortante. Cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación de seguridad y satisfacción que le brindaba su presencia.

—Henrik, —susurró Darre, su voz apenas audible— te amo.

Henrik sonrió suavemente, sus dedos trazando círculos perezosos en la espalda de Darre.

—Yo también te amo, Darre, más de lo que las palabras pueden expresar.

El omega levantó la cabeza y lo miró a los ojos, encontrando en ellos una profundidad de emoción que lo dejó sin aliento. Se inclinó y lo besó, un beso suave y lleno de promesas, sellando la conexión que ambos sentían tan profundamente.

—Prométeme que siempre estarás a mi lado, pase lo que pase —pidió Darre, su voz temblorosa por la intensidad del momento.

—Te lo prometo, —respondió Henrik sin vacilar— siempre estaré a tu lado. No hay nada ni nadie que me aleje de ti.

Darre sonrió, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad. Sabía que había encontrado a su compañero de vida, alguien que lo amaría y protegería sin condiciones. Se acurrucó más cerca de Henrik, cerrando los ojos y permitiendo que la paz de ese momento los envolviera a ambos.

El alfa lo sostuvo con fuerza, sintiendo una profunda satisfacción y amor por el omega que ahora se encontraba en sus brazos. Sabía que el camino que tenían por delante no sería fácil, pero juntos, sentía que podían enfrentar cualquier cosa.

El sol se había ocultado completamente, dejando la habitación sumida en una suave penumbra. Pero dentro de ellos, una nueva luz había nacido, una luz que prometía un futuro lleno de amor, comprensión y felicidad compartida.