Quédate Conmigo

Morgana camino con nerviosismo hacia su oficina, aquella mañana ella buscó la manera de mantener la calma y la vergüenza en su lugar. Tenia que hablar con Edgar y no tenía otra opción más que terminar con el contrato, aunque tuviera que echarse encima a los inversionistas, estaba dispuesta a hacerlo por Jacob.

Pero cuando llego a su oficina, un hombre mediano apareció sentando en la sala de espera, su cuerpo era robusto y su rostro se encontraba sudando a pesar de encontrarse en invierno.

El definitivamente no era Edgar.

—Señora Thompson, soy el señor Richard Henderson, asesor legal del señor Smith, el encargado de llevar el proyecto en su representación.

—Claro, adelante— Su mente empezó a trabajar con fuerza llenandola de dudas — ¿Podría decirme dónde se encuentra Edg.. El señor Smith?

El hombre carraspeo su garganta y se aproximó al sillón de la sala, el hombre era increíblemente pequeño, pero sus canas decían todo lo contrario.

—El señor Edgar Smith voló esta mañana con su madre a California. No planea volver hasta que sea estrictamente necesario.

Morgana quería guardar la compostura ¿Entonces esto era el final? Ella no quería que acabara así. Sin embargo las palabras de Ronald volvieron a la vida recordándole que aquello era lo mejor para ambos. Edgar no necesitaba acercarse su vida y Jacob no necesitaba conocerlo, tenía a Ronald y a ella para mantenerse feliz.

—¿Señora? Me pidió que toda la información me la diera a mi para registrarla en los datos.—El hombre saco unos papeles de su portafolio y se lo entrego a Morgana— Mañana vendré por la información del proyecto.

Morgana, por su parte se encontraba perdida en sus pensamientos, sus sentimientos agridulces le estaba jugando una mala pasada. Tenia que ser madura y entender, pero su deseo hacia Edgar no disminuía conforme su mente recordaba una y otra vez como se entregaba a él.

Y eso fue peor cuando el tiempo pasó y el nombre de Edgar jamás fue mencionado. Su trato con Richard era meramente profesional pero había algo en aquel hombre que no le brindaba confianza, su forma tan sutil de hablarle a la gente solo le erizaba la piel y la hacia sentir una inútil.

Y es que el hombre todo le parecía mal.

Esta mañana, Richard se encontraba frente a ella revisando el último informe que ella misma había escrito, había dedicado toda la tarde en escribirlo y aún así, el hombre mostraba una línea dura en su rostro y sus ojos se arrugaban mientras leía el papel en sus manos.

Morgana estaba teniendo la paciencia suficiente para no golpear en el rostro a Richard.

—Señora, este informe tiene algunos desperfectos que me hacen no estar feliz—Su sonrisa de suficiencia era enorme— Creo que tendre que volver mañana a realizar el trabajo personalmente.

—Ese informe esta perfecto, la línea de trabajo va a la perfección y se ha contratado el personal que el proyecto necesita ¿Porque no me dice con claridad que no le pareció?—La chica apretó los puños debajo de su escritorio.

—Principalmete en el encabezado, el proyecto necesita una presentación...decente, parece Proyecto escolar.

Ella se levantó hecha furia, no podía permitir que aquel hombre la humillara de aquella manera, había dedicado el esfuerzo suficiente y Richard solo hablaba estupideces.

Y Morgana quería golpearlo.

—Mire, señor yo no estoy aquí para que critique mi trabajo, si mucho le cuesta leer mis trabajos, puede venir mañana a las ocho de la mañana a juntar la información y venir a ¡Hacer su maldito trabajo!

El hombre en lugar de inmutarse solo se acomodó en su silla y miro el espectáculo, sabia donde darle a la chica para que explotara de aquella manera y a decir verdad, Morgana era una mujer atractiva para él, incluso cuando tenía una diferencia abismal de edad.

—Ese es su trabajo, señora—Dijo con toda la tranquilidad— Yo no tengo autorización, pero si gusta... puedo hablar con el señor Smith para que arregle este asunto.

Morgana miró al hombre con dureza, aquel pequeño hombre había encontrado su talón de aquiles y estaba jugando con ella a pesar de que una semana se encontraba encargado del proyecto. Pero ahora estaba lo suficientemente arta para soportarlo otro segundo más.

—¡Hagalo y si le contesta, dígale que quiero hablar directamente con él, si no, rompo el contrato!

—Vaya, parece más valiente que... cuando llegue.

—No tengo mucha paciencia, señor.—Ella se levantó y se acomodó su blusa— Y si es posible, deje de mirarme los pechos que ni aunque fuera el último hombre sobre la faz de la tierra, andaría con usted. —Y sin decir nada más, salió de la habitacion.

Con una idea en mente, salió del edificio buscando una manera inteligente de llegar a Edgar sin perderse a si misma con él.

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—¿A donde dices que vas?—Ronald mantenía al niño entre sus brazos, Jacob sonrió feliz a su madre—¿Estas loca? Edgar puede...

—¡Estoy arta de ese hombre, Ronald! —Tomo su maleta y la abrió en la cama— Hoy, Eider amenazó con renunciar si el hombre seguía ahí. Yo no lo soporto y pronto perderé mi personal más calificado por un imbecil como Richard.

—¿Pero tienes que recurrir a volar hasta allá?—Ronald no estaba conforme con la decisión de la chica, el miedo le impedía ver la realidad de las cosas— Morgana, creo que una carta administrativa bastaría.

Entonces, la mujer se detuvo y miro a Ronald a los ojos, el no veía las cosas con claridad, estaba siendo acosada por un hombre en su propia oficina. Ahora mismo, no importaba si descubría a Jacob o no, tenía que salvaguardar su dignidad y aunque fuera lo suficiente inteligente por no quedarse a solas con el hombre, ella temía lo peor.

—¿Bastará cuando, yo termine siendo ultrajada por ese hombre?—Lo desafió— ¿O cuando utilice el trabajo que por tantos años he llevado a cabo para joderme?

—¡Cuida tu lenguaje!

—Es que eres increíble, ni siquiera te intereso si no tengo un aparato reproductor que te guste ¿Cierto? —ella aventó un par de ropa a la maleta y la cerró con fuerza, ni siquiera sabía por qué se atrevía a llevarla— Bien, soy suficiente para defenderme a mi misma, me iré y espero que cuides a Jacob.

Beso a su hijo en la frente y salió por la puerta sin siquiera mirar atrás, Edgar tendría que escucharla y esta vez no iba a dejarse llevar por el deseo.... o eso creía.