El Romance Prohibido Del Emperador

Ese día no fue de gran pérdida para Arturo, pero cuando Sofía acudió a una fiesta de té, todos allí le miraban con ojos extraños y murmuraban cosas que ella no podía escuchar.

Nadie se le quería sentar cerca, pues temen que ella le haga algo como le ha hecho a su prima Abigaíl.

¿Cómo así?

Pues…

Horas antes…

En horas de la mañana, Lina, en compañía de algunas doncellas de la mansión ducal, fue al mercado público, y por orden de Abigaíl, empezaron a decir que: Sofía en el palacio trataba a Abigaíl mal, y que por su culpa, Abigaíl duró dos años en coma.

Cómo era de esperarse, todo el que escuchaba aquello se quedaba asombrado, ya que nunca en su vida se imaginaban, que Sofía, quien tenía una conducta intachable, no es más que una villana.

Cuándo llegó la tarde, todo el imperio estaba hablando sobre la injusticia que sufrió la pobre Abigaíl, y hablan de lo mala que es Sofía. Claro, ella no sabía sobre el asunto.

Actualmente.

Una de las chicas por acuerdo de todas las damas habló y dijo.

—Lady Sofía, últimamente se está escuchando un rumor sobre usted — dice una de las damas que están en la fiesta de té. Aquella lleva por nombre Carlota Rivas, hija de un conde. La joven era muy bella. Ella era amiga de la dueña de la casa en donde estaban, quien era hija del marqués Rois Contreras.

Sofía quien no sabía de qué hablaba aquella joven, decide hacerse la desentendida.

—¿Disculpa, me hablas a mí?—dice ella con mala cara, ya que no sabe quién es la chica y tampoco le interesa.

—Si con usted estoy hablando, ¿todas aquí quisiéramos saber si es real que usted es tan perra como para hacerle daño a su propia prima, la señorita Abigaíl Lombardi? Pero creo que la respuesta es obvia. Su tío Camilo Lombardi, rompió la relación familiar con usted y su familia — dice ella y Sofía no pudo soportar aquellas palabras y de la ira, tomó su taza de té y la echó encima de la cabeza de la joven, que por suerte el té solo estaba tibio y no le causó una quemadura.

Carlota al ver eso, chillo fuerte del susto.

—Tu vulgar, como te atreves a meterte en los problemas familiares de mi familia, no tienes derecho a andar de metida en dónde no se te llama — dice ella y para luego tomar a Carlota el pelo.

Carlota también tomó el pelo de Sofía, y ambas estaban metidas en una pelea, y de paso rompieron varias mesas y sillas. 

Parecían perros y gatos.

La anfitriona de la fiesta, mandó a llamar a los guardias de su casa, y luego de eso mandó a que separen a las dos que peleaban, ya que estaba arruinando su fiesta de té.

Cuándo separaron a ambas, por ser Sofía la que inició todo, la mando a echar fuera de su casa, quien echaba todo tiempo de maldiciones en contra de todas las damas que estaban allí.

Debido al incidente, la fiesta de té se terminó, y todas las jóvenes le echaron la culpa a Sofía y claro, ella era quien tenía la culpa.

Lo que pasó en la fiesta de té, se regó como pólvora por todo el imperio, y eso llegó a oídos de Abigaíl, quien en compañía de Lina se reía por lo sucedido.

—Cuánto daría por haber estado ahí — dice Lina y ambas ríen con burla.

—Yo igual — dice Abigaíl.

De forma inmediata, a Lina se le llegó una idea en la mente.

—¿Por qué mejor no hace una cena familiar e invita a todos los nobles del imperio, incluyendo a cierto emperador lujurioso, siento que allí puede pasar cosas interesantes— dice Lina y Abigaíl al recordar a ese hombre calenturiento, sintió un escalofrío por todo su cuerpo, su piel se erizó, por suerte llevaba un vestido de mangas largas, o Lina se daría cuenta.

—Está buena la idea, pero no sé si invitar a ese hombre — dice ella y Lina se ríe por eso.

—¿Hasta cuándo vivirá negada al amor? no tienes manera de escapar del dominio del emperador, son pareja destinada, además, si no lo invita, él por su cuenta llegará a la fiesta y eso no es bueno, pensemos en el duque — dice Lina con picardía y la joven se sonroja, pues entendió todo el asunto.

—Sabes que, mejor vamos a hablar de la cena familiar — dice Abigaíl cambiando de tema.

Ambas continuaron hablando sobre el asunto, y unas horas más tarde, Abigaíl fue a dónde sus padres y le hablaron del tema. Ellos felices aceptaron, sin saber, las intenciones de su hija.

A partir de ese día, Abigaíl en compañía de su madre y Lina su doncella, se dedicaron de lleno a la cena familiar, y estaban abarrotadas de compromisos.

Abigaíl tenía mucho estrés, pues su dolor de cabeza como ella dice, le mandó los regalos otra vez, y no ha dejado de mandar cartas de amor. Tal parece que el hombre va en serio en sus planes de conquista.

Planear una cena le llevó una semana, en donde, pasando ese tiempo, las invitaciones fueron mandadas a todas las casas de nobles del imperio, a excepción de Sofía y su padre.

Aquellos dos últimos, al escuchar sobre la cena familiar que se iba a ofrecer en un día, se las apañaron para conseguir tres invitaciones, pues si todos ven que ellos llegan a la mansión Lombardi, su mala reputación cambiaría y todo iría viento en popa nuevamente.

La esposa de Arturo se negó a ir a la fiesta, pues si ellos hacen el ridículo allí, al menos lo harán solos.

Eso no fue del agrado de Arturo, y por esa razón, castigó a la mujer duramente, más bien le dio una paliza hasta dejarla desmayada. Sofía al ver eso, se hizo la que no vio nada, pues a ella nunca le ha gustado su madre, por ser ella una mujer sin ambición, y no le tiene apego a lo material.

Aquella última en su mente retorcida tiene planes de avergonzar a su prima Abigaíl, y qué mejor manera que hacerla ver cómo una zorra que se acuesta con quien sea. Para eso, necesita un afrodisíaco que la haga perder la cordura, y hasta buscará a un sirviente en especial, para que haga lo otro.

Por eso, sin que nadie le vea, cuando cayó la noche, usando un caballo, ella salió de la mansión de sus padres, con dirección al mercado negro.

Para evitar que vean su apariencia, ella lleva encima una capa y capucha, y eso la ayudará a pasar desapercibida.

Cuándo llegó al lugar, fue fácil adentrarse allí, ya que a esa hora, las personas aprovechaban para comprar a bajo costo, muchos productos que son caros en el mercado normal. Otros van en busca de sustancias prohibidas y etc.

No pasó mucho tiempo para que ella encontrara lo que fue a buscar, y si bien le costó una fortuna, lo logró obtener.

Complacida con su compra, ella salió de allí sin ser vista, y se regresó a su casa feliz de la vida, creyendo que todo le saldrá bien, sin saber, que los cuervos que Romeo puso para investigar a Arturo, al ver a tal mujer salir de la mansión de esa manera y a esa hora, todo el tiempo la siguieron y la vieron comprar aquella cosa sospechosa en el mercado negro.

Cuándo la vieron llegar a su mansión, ellos fueron a avisarle a su jefe sobre lo que vieron, y este ya se imagina qué hará esa mujer con esa cosa que compro en el mercado negro.

Esa misma noche transformado en lobo, se fue a darle aviso a su amada. Lo hizo a escondidas, claro, pues si Camilo Lombardi lo ve llegar a su mansión a esa hora, es un hombre muerto.

Por eso, cuando llegó al terreno ducal, escondió su olor y usando su visión nocturna, con sigilo, se movió rápido en la oscuridad, y cuando llegó a las afueras de la mansión, usando su olfato buscó el balcón de la habitación de su amada y sin dudarlo lo trepó, como todo un profesional.

Cuándo estuvo ahí, abrió la ventana cuál ladrón, y entró sin hacer ruidos a la habitación.

Cuándo estuvo allí, una vez más utilizó su visión nocturna para ver en dónde estaba su amada, ya que estaba muy oscuro y cómo no, si ya pasaban de la 10 de la noche.

Sin dudarlo, él tomó su forma humana, y fue hasta donde estaba Abigaíl y se quedó mirando durante un rato a dicha mujer, quien dormía con el ceño fruncido, como si estuviera soñando algo incómodo.

Todo estaba bien hasta ese momento, pero la dama en cuestión de un momento a otro empezó a murmurar palabras de maldiciones y al final dijo su nombre. Ella repetía una y otra vez:

—Romeo bastardo—

—Romeo te odio —

—Romeo desvergonzado — murmuraba ella una y otra vez y eso hizo que Romeo riera con maldad, pues parece que la dama hasta en sueño lo despreciaba, esa situación es demasiado graciosa, pues ella en realidad lo que se niega es a caer en sus brazos, cuando en realidad él solo desea amarla, y bueno, también devorarla.

Muy bajito, él le dijo a Abigaíl al oído.

—Mi bella Abigaíl ¿por qué me maldices? — dice él y la dama quien estaba entre dormida y sonámbula, dice sin pensarlo siquiera.

—Porque eres un lujurioso y un libertino — murmura ella aún dormida y como respuesta a eso, Romeo le besa y ella no puso resistencia, pues cree que estaba soñando como otras veces lo ha hecho.

Romeo al principio únicamente llegó con la intención de avisar sobre lo que le informaron sus cuervos, pero la situación se salió de control y ahora se estaba comiendo la boca de Abigaíl.

****Nota importante

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