 
                            Después de perderlo todo Isabela decide reconstruir su vida.
Entre lágrimas y aprendizajes, descubre que el destino puede sorprender con un nuevo amor y una nueva vida…
Uno capaz de sanar su corazón y enseñarle que siempre es posible volver a soñar y a vivir.
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Capitulo:19
Amelia observa con mala cara como su mejor amiga y su jefe se besan con tanta pasión ¿Desde cuándo esos dos andan juntos?
Ella comienza a caminar con la intención de acercarse a ellos, pero su ahora prometido la detiene con rostro serio.
—¿Qué piensas hacer Amelia?
—¿Qué crees que voy a hacer? Solo voy al baño.
—¿Al baño?
Pregunta él con una sonrisa burlona mientras le da una mirada a la feliz pareja que se besan como si no hubiera un mañana.
—¿Esa era tu plan? ¿Por eso la invitaste? ¿Para darme celos?
—¿De qué demonios estás hablando John?
Pregunta ella furiosa y él aplaude mirándola con rabia.
—Entonces debo felicitarte Amelia, ganaste.
La chica lo mira con la boca abierta sin poder creer lo que acaba de decir John.
—John, no puedo creer que tú...
—Felicidades a los recién prometidos, ambos hacen una linda pareja.
Interrumpen la discusión una joven pareja y ambos fingen estar felices, mientras observan como aquellos dos se marchan muy juntos y felices.
Me la vas a pagar Isabela Torres.
Piensa Amelia mientras sonríe falsamente para los demás.
VLADIMIR:
Acaricio mis labios lentamente mientras pienso en ese beso que nos dimos anoche... Sus labios son tan cálidos, su boca fue hecha para la mía de manera perfecta.
—Vladimir, estoy hablando contigo ¿Acaso me estás escuchando?
Miro a Alexander y este suspira.
—Discúlpame, estaba pensando en otros asuntos.
—Si, lo puedo ver perfectamente, te preguntaba cómo fue tu velada anoche con la señorita Torres.
Una sonrisa sin poder evitarlo se forma en mis labios.
—Estuvo perfecto ¿Solo eso me preguntabas?
—Cuando dices perfecto ¿A qué te refieres? Hoy estás muy distraído... ¿Ocurrió algo que debería enterarme.
Miro a Alexander alzando las cejas.
—¿Mi madre te mandó a investigarme? Andas como una vieja chismosa.
Alexander hace un puchero y se levanta de su asiento arreglando su perfecto traje.
—En unos días volverás a obtener tu apellido paterno, ya he arreglado todo.
—Gracias.
—No me agradezcas, me pagas muy bien.
Dice dándose la vuelta para marcharse, pero vuelve a mirar con una sonrisa tonta en el rostro.
—Sé que no me quieres contar, pero tus ojos hoy están brillantes, solo deseo que disfrutes y no te cohíbas.
Dice para luego salir y cerrar la puerta tras él.
ALEXANDER:
Al salir de la oficina de Vladimir, observo a la señorita Torres concentrada en su ordenador y me acerco a ella con una sonrisa.
—Buenos días, señorita Torres.
—Buenos días.
Responde ella levantando la mirada con una sonrisa muy simpática, y la verdad pienso que haría una muy linda pareja con Vladimir.
—Hoy no estaré en la empresa, entrégale a Vladimir los documentos importantes que lleguen por favor.
—De acuerdo.
Dice ella y me marcho para reunirme con algunos accionistas mayoritarios de la empresa.
Mientras bajo el ascensor mi celular suena y al mirar el número en pantalla mi corazón golpea mi pecho con fuerza.
—¿Diga?
—Soy yo, he vuelto al país... ¿Podemos reunirnos?
Escuchar su voz hace que mi pulso se acelera y cierro los ojos por unos segundos.
—Estoy ocupado Sarah.
—Sé que puedes sacar un momento Alexander... Quiero verte.
Suspiro saliendo del ascensor.
—¿Tu familia sabe que llegaste?
—No, es una sorpresa, pero antes quiero verte, sé que mi hermano va a querer que trabaje en la empresa y no voy a tener tiempo luego.
—Está bien, mándame el lugar y la hora.
(...)
Tiempo más tarde abrocho mi camisa rápido para mi próxima reunión que es en unos minutos.
—¿Te vas tan rápido?
Pregunta Sarah saliendo del baño completamente desnuda.
Miro su cuerpo con deseo y ella sonríe a propósito sabiendo lo que provoca.
—Tengo una reunión importante en unos minutos Sarah, debo irme.
—Entiendo, mañana visitaré a mis padres y luego a mi hermano, escuché por mi madre que tiene una linda secretaria.
Asiento terminando de arreglarme.
—Así es, es muy hermosa.
Ella alza las cejas.
—¿Así? ¿Qué tanto?
Sonrío de medio lado.
—Lo comprobarás por ti misma, ya me voy.
—De acuerdo, adiós.
La miro por unos segundos para luego marcharme, lo nuestro comenzó como una aventura, solo experimentar aquí allá, nada de compromisos... Pero terminé locamente enamorado de ella.
 
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                    