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Después De Mí

Después De Mí

Status: En proceso
Genre:Apoyo mutuo / Cambio de Imagen / Ascenso de clase social / Mujer despreciada
Popularitas:39.5k
Nilai: 5
nombre de autor: sonhar

Valeria era una joven soñadora, la cual deseaba seguir sus estudios en medicina y poder con eso ayudar a las personas; sin embargo, el conocer a cierto hombre y dejarse atrapar por aquel seductor amor, haría que abandonara todo por lo que había soñado y luchado. Entre platos sucios y una triste rutina, sucumbía por haber dejado todo por amor. Decidida a no dejarse enterrar, estando aun llena de vida, intentará luchar para recuperar todo lo que dejó atrás y su primer paso será darse cuenta de lo dañino que ha sido aquel hombre que tanto quiso, ¿tendrá la suficiente fuerza de voluntad para cambiar su propia vida?

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CAPITULO 18

Dos días después, el auto de Elías se detuvo frente a la vieja casa de su madre. Bajó con paso firme, llevando en una carpeta los documentos que marcarían un antes y un después en sus vidas. Tocó la puerta, y al abrirse encontró a Mercedes y Nora esperándolo en la sala.

—Buenas tardes, mamá… Nora —saludó con seriedad.

—Ya no me digas Nora —respondió ella con una sonrisa nerviosa, como si quisiera adelantarse a lo que sabía que venía.

Elías dejó la carpeta sobre la mesa. Abrió la primera, un pasaporte nuevo y se lo extendió a su hermana.

—Desde este momento dejas de ser Nora Montoya —dijo con voz grave—. También dejas de ser mi hermana. Por seguridad, no podremos comunicarnos directamente. Marcos será el intermediario.

Nora tomó el documento con manos temblorosas.

—¿Y ahora quién soy?

Elías la miró directo a los ojos.

—Alice Benedetti. Hija de una familia acomodada en Italia. Tus padres murieron en un accidente, y tu nana, Constanza, te trajo a Perú cuando eras niña. Después de muchos años, regresas a Italia a cumplir tu sueño de ser chef.

Mercedes arqueó las cejas, sorprendida.

—¿Constanza? —preguntó, con cierta ironía.

Elías sacó otro pasaporte y se lo entregó.

—Ese es tu nombre ahora, mamá: Constanza Rodríguez. Desde hoy debes olvidarte de Mercedes Montoya. Esa mujer ya no existe.

Ella abrió el documento, lo observó en silencio unos segundos y suspiró profundamente.

—Pues qué remedio… si toca ser nana, seré nana. Pero espero que esa “Alice” me dé de comer bien —dijo, tratando de suavizar la tensión.

Nora —o más bien Alice— sonrió con un nudo en la garganta.

—Te lo prometo, mamá. Perdón… Constanza.

Elías cerró la carpeta y se sentó frente a ellas, con tono más firme que nunca.

—Quiero que entiendan algo: a partir de ahora no hay vuelta atrás. Olviden la vida que llevaron aquí. Olviden nombres, calles, recuerdos que las puedan delatar. Si alguien les pregunta, su historia es la que yo les acabo de contar. Repítanla tantas veces que se la crean.

El silencio se hizo en la sala, apenas interrumpido por el tictac del reloj. Nora apretó el pasaporte contra su pecho, como si fuera un salvavidas. Mercedes, en cambio, miraba de reojo a su hijo, consciente de que él llevaba un peso enorme que jamás se había atrevido a confesar en voz alta.

—¿Y tú, Elías? —preguntó Mercedes finalmente—. ¿Qué será de ti?

Elías la observó con frialdad, pero en el fondo sus ojos tenían un brillo de nostalgia, respiró hondo y, mirando a su madre y a Nora con firmeza, dijo:

—Yo me quedaré… necesito encontrar la manera de proteger a Valeria.

Mercedes —o más bien Constanza, aunque todavía no se acostumbraba— dio un golpe seco en la mesa.

—¡Otra vez esa mala mujer! —escupió con rabia.

Elías entrecerró los ojos, conteniendo la furia.

—Madre, te voy a pedir un favor… un favor grande. Olvídate de Valeria. Desde ahora eres Constanza, una mujer que no tiene la menor idea de quién es Valeria. Cuando pongas un pie en el aeropuerto, serás Constanza, y te olvidarás de todos en este país. Incluyéndome.

Mercedes lo miró con los ojos abiertos de par en par, casi ofendida.

—¿Cómo me puedes pedir eso? Podré ignorar a Valeria, quizás hasta olvidarla, pero a mis hijos jamás. Yo solo me iré con Nora… ¿Y qué hay de mis otros hijos? Tú y tu hermana se quedan aquí.

Elías apretó la mandíbula. Su voz salió más dura de lo que pretendía.

—Madre, tu hija Carla dejó de ser una Montoya desde el día que la casaste con ese tipo millonario. Ella se olvidó de ti, de mí, de todos. Hasta se cambió de nombre y apellido. Por eso los que me están amenazando ni siquiera saben de ella. No tienes que preocuparte por Carla.

Mercedes bajó la mirada, como si aquellas palabras fueran una daga clavándose lentamente en su pecho.

—Así que ya no tengo más que a ti y a Nora… —murmuró, con un hilo de voz.

Elías se levantó, tomó la carpeta de documentos y se la extendió a su hermana.

—No, madre. Desde hoy tienes solo a Alice. Y tú, Nora… recuérdalo bien: si necesitan algo, háblale únicamente a Marcos. Él será el puente entre tú y yo. Cuando lleguen a Italia, habrá alguien de confianza esperándolas.

Mercedes quiso replicar, pero al ver la dureza en los ojos de su hijo, entendió que no tenía opción.

—Está bien —dijo, aunque en su interior una tormenta de sentimientos la desgarraba—. Me iré como Constanza, pero no me pidas que deje de ser tu madre. Eso jamás.

Elías cerró los ojos por un instante, como queriendo guardar esa última imagen en la memoria.

—Ya tienen que irse. Afuera está el chofer que las llevará.

Nora —ahora Alice— tomó de la mano a su madre y asintió en silencio. El miedo y la esperanza se mezclaban en su mirada.

Cuando la puerta se cerró tras ellas, la casa quedó en silencio. Elías se dejó caer en la silla, hundiendo la cabeza entre las manos. Había cumplido con protegerlas, pero ahora debía enfrentarse solo a su propio destino… y al fantasma de Valeria.

...****************...

Renata había hecho muy bien su trabajo en esos días y confirmó sus sospechas: su vecino era Martín Herrera, hijo de su jefe. Y la mujer sobre la que le habían pedido investigar toda su vida resultaba ser su amiga Valeria.

Renata quería saber más de Martín, comprender por qué había escapado de su padre. En sus investigaciones descubrió que Martín tenía un restaurante que se estaba haciendo muy conocido por su buena atención y el sabor de sus platos.

Después de pensarlo mucho, decidió ir a buscarlo.

—¿Vecina? —dijo Martín con tono burlón al verla en la puerta de su restaurante—. Mira, este es mi lugar. Ya que somos vecinos, tendrás descuento especial.

Renata entrecerró los ojos, cruzando los brazos.

—No soy tu vecina, Martín. Y no vine por descuentos.

Él sonrió, ladeando la cabeza.

—Entonces, ¿qué buscas? ¿Una mesa para dos? ¿O quieres que te cuente la receta del risotto?

—Quiero respuestas —respondió ella sin rodeos.

Martín arqueó las cejas, divertido.

—Vaya, directo al grano. ¿Respuestas de qué tipo? Porque de cocina puedo hablar horas…

Renata lo cortó en seco.

—¿Por qué escapaste de tu casa? —le lanzó con firmeza—. ¿Por qué te escondes de tu padre?

La sonrisa de Martín se borró de golpe. Bajó la mirada un instante y luego la clavó en ella, más serio.

—No sé de qué hablas.

Renata lo miró directo a los ojos.

__ Martín Herrera… ¿Acaso ese no es tu apellido? —lo desafió—. Ahora entiendo por qué nunca le dijiste a Valeria cuál era tu apellido.

Él dio un paso atrás, como si lo hubieran descubierto en pleno acto.

—¿Quién eres tú?

Renata apretó la mandíbula.

—Soy quien tu padre mandó a investigar a Valeria. Quiere saber con qué mujer escapaste el día que envió a sus hombres a seguirte.

Los ojos de Martín se abrieron con incredulidad.

—No puede ser… —murmuró, con un tono de rabia contenida—. Así que… ¿Trabajas para mi padre?

—Exacto.

Martín se pasó la mano por el cabello, alterado.

—Renata, no le vayas a decir dónde vivo. Por favor. Llevo mucho tiempo en ese edificio, me siento a gusto ahí… es mi lugar seguro, donde él no puede encontrarme.

Ella lo miró fija, midiendo sus palabras.

—Tranquilo. No diré nada. Pero me tienes que contar por qué escapas de tu padre.

Martín respiró hondo y su voz sonó más firme.

—Es simple. Mi padre siempre quiso obligarme a ser como él… formar parte de la unidad especial, igual que tú, ¿quizás un agente encubierto? —suspiró—. Pero esa vida no es para mí. Lo mío es dirigir un negocio, construir mi propia empresa… no ser una sombra bajo sus órdenes.

Renata asintió despacio, comprendiendo.

—Lo entiendo. Pero ahora tu padre quiere saber todo sobre Valeria… y yo no puedo darle su información. Dime, ¿qué quieres que le informe?

Martín pensó rápido, con el ceño fruncido.

—Dile que ella solo era una chica común, que me pidió llevarla al hospital porque se le hacía tarde a su cita. Desde ahora seré más precavido… no dejaré que me vean con ella.

Renata lo interrumpió, con un tono duro.

—¿De verdad crees que tu padre es un idiota? ¿Que puedes engañarlo tan fácilmente? No es en vano que dirige las fuerzas especiales.

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Anonymous Carmen diaz
Renata es mejor enfrente todo de una vez Martín a seguir engañado con la muerte de su madre y hablé cuando pueda con su padre
Anonymous Carmen diaz
Bruja como pudo hacerle eso a su hijo y será que perdió en verdad el bebé o solo fue por que ya no quería estar con su esposo destruyó a Martín con el amor a su padre
Anonymous Carmen diaz
Martin eres buen hombre y un buen hijo a enfrentar tu rencor tu padre está herido
Anonymous Carmen diaz
Hay Santiago escuchando lo que esa bruja decía de tu hija y tu sin poderla abrazar o escuchar pir su decisión de casarse y formar parte del mundo de Elias
Anonymous Carmen diaz
Cuanto dolor de ambos y tu Valeria entenderías la actitud de tu padre si supieras como manipuló todo tu ex suegra fue una bruja manipuladora
Anonymous Carmen diaz
Hay Marcos viste todo y no hiciste nada no permitas sabiendo todo siga sufriendo Valeria puedes despejar todo si dices lo que sabes tanto a su padre como a ella misma
Anonymous Carmen diaz
Aun con tu dolor sigues siendo su padre murió un hijo y desterraste a Valeria tu esposa con demencia senil estás solo santiago
Anonymous Carmen diaz
Marcos sabiendo lo que te confesó Elias y viendo como está siendo tratada porque no hablas ayúdala
Anonymous Carmen diaz
Valeria tu padre creyó todo lo que fue tu vida al lado de Elias y todo lo que le dijeron de ti
Anonymous Carmen diaz
Camila tus abuelos te ayudan pero para irte al extranjero no pueden estudia y gana la beca
Anonymous Carmen diaz
Que bellos esos abuelos a pesar de todo preocupados por Camila la verán estudiar y ser alguien
Anonymous Carmen diaz
La mejor decisión olvidarte de Diego y hacer feliz a tus abuelos estudiando lo que te ayudará cuando ya no estén contigo
Anonymous Carmen diaz
Que bella amistad y Marcos estas protegiendo y orientando a Camila
Anonymous Carmen diaz
Tómala y si te dolió Diego y Eliana sóbense
Anonymous Carmen diaz
Marcos eres terrible humillar a Diego muy bien echo
Anonymous Carmen diaz
Diego gusano rastrero observa quien está con Camila pero tú estás con tu prometida
Anonymous Carmen diaz
Bravo Marcos ese gusano de Diego mentiroso andar con las dos y tú ayudando a Camila para que no la humillen Pat de basura ella engreída y Diego un estúpido
Anonymous Carmen diaz
Marcos ye apasiona tu profesión y Camila disfruta estar compartiendo contigo eso es bueno para que ella tome su vida en serio
Omis Mendoza
que enrredo ésa mujer sí es la mamá por qué se hizo pasar por muerta y el maldito del padre pobre Martin no merece tener ésos padres
Eliana Galann
esa actitud del padre me partió el alma
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