Rose estaba decepcionada del sentimiento llamado amor y por mucho tiempo no creyó en el ni lo buscó hasta que se involucró con él.
Silvain James es un hombre de una familia rica y poderosa pero que tenía más suciedad que el desagüe de la ciudad. Tampoco creía en el amor hasta que se involucró con ella.
Ambos terminaron casándose bajo las condiciones y amenazas del abuelo de Silvain. Juntos tienen que lidiar con la familia James y sus intrigas por la herencia de la compañía y riqueza que dejaba en vida el patriarca de la familia.
Entre sus días de casados y evitando los esquemas de esas personas, surge un secreto que podría causar grandes controversias y el fin del amor entre Rose y Silvain.
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Capítulo 19
Rose abrió los ojos cuando sintió un beso en la frente, capturando con éxito el cuello de Silvain, evitando que se alejara y que escuchara su risa retumbar en sus oídos.
-Sigue durmiendo, todavía son las siete.
-¿A dónde vas? – murmuró aun somnolienta y lo soltó.
-Voy a la empresa.
-Es fin de semana, no mientas.
Silvain suspiró. De hecho no iba a la empresa, sino a discutir sobre el asunto de Julia, su prima que había desaparecido de la faz de la tierra y que el mismo Louis juraba que no fue él quien se la había llevado, y aunque Louis sí había planeado algo, según la investigación de los guardaespaldas contratados, no fue el grupo de Louis quien se llevó a Julia.
No quería que Rose se preocupara, pero si quería tratarla como su esposa real, no podía empezar ocultándole las cosas importantes. Así que se sentó en la cama y abrazó a la mujer que parecía que de nuevo se dormiría.
-Julia desapareció cuando la trasladaban a la correccional de mujeres.
Rose alzó la cabeza para mirar el rostro de Silvain, viendo preocupación.
-¿Escapó?
-Aparentemente, pero no hay rastros de ella ni que haya salido del país.
-¿Fue un secuestro? ¿Algún enemigo de la familia?
Silvain sonrió con ironía. Enemigos habían demasiados esperando que la familia James colapsara, pero no, no fueron los enemigos.
-No, no hay noticias. La policía también está investigando el paradero. Y he sido llamado para hacer declaraciones.
Rose se sentó.
-¿Eres sospechoso?
-Algo así. No te preocupes.
Rose lo miró preocupada y se levantó de la cama.
-Iré contigo.
-No es necesario.
Silvain se sintió cálido de ver su preocupación por él, sin embargo no quería que ella se enredara en estos conflictos.
-Será tedioso…
Fue interrumpido con un beso en los labios y se calló. Vio los ojos azules fulgurantes de Rose y supo que no podía negarle hacer lo que quería hacer. Rodeó la cintura de ella con sus brazos y enterró su rostro en el cuello de ella, aspirando su aroma a rosas, calmándolo.
-Solo no te sobre esfuerces.
Rose sonrió. Sintió de nuevo esa emoción acrecentar en su pecho y sintió cierto temor, sin embargo, viendo cómo él había quitado las espinas de su caparazón, sentía que ella también debía bajar la guardia. No podía mentirse que no sentía nada por Silvain, y mucho antes de estar casado, solo que trataba de mantener los pies sobre la tierra para evitar la decepción. Ahora, parecía todo diferente. Su cuerpo, su mente no podía evitar acercarse a él.
***
George regresó a su casa sudando frío y el sirviente a su lado estaba un poco nervioso, porque el anciano tenía el rostro con un semblante terrorífico, como si quisiera matar a alguien y murmuraba algo. Sabiendo que ya era la hora de tomar su medicamento, ayudó al anciano a llegar a su habitación, lo acomodó en la cama y se apresuró en llevar los medicamentos junto con un vaso de agua.
George tenía los ojos cerrados, intentando calmar la rabia que amenazaba con quitarle el control de su cuerpo y mente, cuando escuchó la voz de su sirviente, abrió los ojos. Viendo los medicamentos en las manos del sirviente, pareció distraerse. La rabia de nuevo atacó su mente y en un arrebato, empujó la mano del sirviente con un fuerte golpe, derramando las pastillas al suelo junto con el vaso.
Las esquirlas se esparcieron en el suelo alfombrado, dejando al sirviente asustado. Tragó saliva y se alejó unos pasos de la cama, esperando que el mismo anciano se calmara.
Luego de un rato, el anciano parecía estar menos irritable, así que el empleado tomó otro vaso y sirvió agua, junto con nuevas pastillas; rezó porque no volviera la rabia del señor y se sintió aliviado que esta vez se tomó las pastillas.
Sabiendo que el anciano quería descansar, rápidamente limpió los cristales del vaso roto y con cuidado cerró la puerta de los aposentos del anciano. Dejó escapar un suspiro y revisando el directorio que le había entregado el señor George, marcó un número específico.
-Doctor, soy Ben, el señor James está teniendo nuevos episodios… sí, sí… está bien, lo esperamos mañana, sí, adiós.
Ben suspiró, esperaba que con la llegada del doctor, el señor George volviera a su estado tranquilo, porque en estas últimas semanas había estado actuando raro y fuera de sí. Las tardes que disfrutaba de tomar una taza de té, ahora se la pasaba mirando un álbum de fotos y murmurando cosas; estaba de mal humor, hacía berrinches y a veces tenía una mirada asesina que dejaba a Ben paralizado.
Haciendo memoria esto parecía que comenzó justo después de que el joven Silvain había contraído nupcias con la muchacha llamada Rose. No sabía si había una correlación, pero de todas formas se lo haría saber al doctor cuando llegara mañana.
Cuando estaba por salir, vio en el altar a la difunta esposa del señor George, el álbum que había visto que hojeaba casi todos los días en estas últimas semanas. Nunca había visto las fotos porque el anciano las sostenía con recelo e incluso lo escondía debajo de su almohada cuando dormía, así que nunca había podido ver, pero ahora, teniéndolo tan cerca no pudo contener la curiosidad de su corazón, y sabiendo que el anciano dormiría por al menos una hora, lo tomó sin miedo y lo abrió.
Las primeras fotos es de cuando era niño el anciano, podía adivinar que las personas en las fotos eran sus padres y su hermano, página tras página era una familia rica y aparentemente feliz, pero las imágenes siguientes de cuando los niños se volvieron adultos, las personas se veían distantes, y un par de fotos luego solo quedaban los hermanos con semblantes serios. Las fotos se volvieron extrañas, lo que se veía eran personas que no miraban la lente, como si les hubieran tomado la fotografía sin que lo supieran y eran de diferentes mujeres, diferentes rasgos y color de cabello, y al lado de cada foto había un mechón de cabello y Ben se estremeció. Cerró el álbum con fuerza y rápidamente lo dejó de donde lo había agarrado. Por alguna razón temía seguir viendo y encontrar algo que no debería saber. Tragó saliva e ignoró el álbum, saliendo de la habitación del anciano y continuar con sus tareas como verificar la cena del anciano.