¿Qué harías si el personaje que creaste se materializa en tu habitación? bueno eso mismo le paso a nuestra querida Arianna... quien aun no sé explica como es que eso sucedió.
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capítulo 19
La luz del atardecer entraba por las amplias ventanas del departamento, tiñendo las paredes de un suave tono anaranjado. Arianna estaba sentada en el sofá, rodeada de carpetas abiertas, anotaciones, documentos de contratos y propuestas de futuras campañas. Su concentración era absoluta, con la ceja ligeramente fruncida y un bolígrafo dando vueltas entre sus dedos. No se había percatado de que Caleb, a pocos metros, estaba completamente absorto en la lectura de su primer guión.
El silencio reinaba, roto solo por el crujido de las hojas que Caleb pasaba con lentitud. Pero algo lo hizo detenerse. Su mirada se endureció ligeramente, el ceño fruncido como si acabara de leer algo incomprensible, incómodo… o ambas.
—¿Qué significa "escena de beso"? —preguntó de repente, rompiendo la concentración de Arianna.
Ella alzó el rostro, aún desconectada de la realidad más allá de sus papeles. Parpadeó, procesando sus palabras, y luego se levantó, caminando hacia él. Caleb sostenía el libreto entre sus manos, serio y visiblemente conflictuado. Arianna tomó el guión sin pedir permiso y leyó la escena que él señalaba.
Su ceño también se frunció.
—Aquí dice que tu personaje... —murmuró, recorriendo las líneas con la vista—, después de una discusión intensa con la protagonista, la confronta por última vez y, en medio del dolor y la frustración, la besa. De manera sorpresiva... y demandante.
Siguió leyendo. Caleb interpretaría al exnovio de la protagonista, un papel secundario pero memorable. Solo aparecería en cinco episodios, pero todas sus escenas eran emocionalmente intensas. Su personaje debía intentar desesperadamente recuperar el amor de la protagonista. Discutir, suplicar, confesar sus errores... besarla dos veces. Y, al final, perderla.
La protagonista terminaba eligiendo al verdadero galán de la historia, dejando a Caleb relegado a la temida zona de amigos.
Arianna sintió una molestia en el pecho que no supo cómo explicar.
—Entonces tengo que besar a una persona... —dijo Caleb, interrumpiendo el silencio incómodo—. ¿Cómo se finge un beso? ¿O debo hacerlo de verdad?
Arianna alzó la vista de los papeles, encontrándose con la mirada honesta, casi inocente, del joven.
—No lo sé con certeza —respondió, algo seca—. Deberás preguntarle a tu maestro. Pero... los besos no creo que se finjan. Hoy en día se besan de verdad en escena.
Apenas pudo decirlo. Una pequeña molestia se instaló en su garganta, una mezcla de incomodidad y... ¿celos? ¿Por qué le molestaba tanto la idea de verlo besar a alguien más?
—Entonces no lo haré —dijo Caleb con una convicción inesperada.
Arianna lo miró, sorprendida.
—¿Qué?
—No voy a besar a una desconocida. No me parece correcto besar a otra mujer solo porque está escrito en un papel.
—Pero ya firmaste un contrato. Si te niegas, podrías quedar fuera del proyecto. Y si eso ocurre, nadie más te volverá a llamar. Es tu primera oportunidad real…
—Lo sé. Pero no quiero hacerlo. No si se trata de besar por besar. No tiene sentido para mí.
Arianna lo observó en silencio. En su mente se cruzó, de forma tan repentina como intensa, la historia que ella misma había escrito. Caleb, su Caleb, no tenía romance alguno en su novela. Nunca le había imaginado una vida amorosa. Ni siquiera un primer amor. En su historia, era un personaje puro, protector, devoto. Y ahora que estaba frente a ella como un hombre real, no podía evitar pensar...
—¿Alguna vez has besado a alguien? —preguntó sin filtros, antes de poder detenerse.
Caleb desvió la mirada y ella rápidamente intentó corregirse.
—Quiero decir… ¿sabes cómo hacerlo?
—¡Por supuesto que sé! —respondió él, algo sonrojado—. No soy un niño.
Arianna sonrió, divertida pero también intrigada. Dio un paso más cerca de él.
—Entonces muéstrame.
Caleb la miró con una mezcla de incredulidad y vergüenza.
—¿Qué cosa?
—Muéstrame cómo besas. Quiero verlo. Llama a esto... un ensayo.
—¿Contigo? —preguntó en voz baja, como si no pudiera creerlo.
—Exacto. En el guión dice que debes mostrarte frustrado, dolido por el rechazo. Entonces, la protagonista se aleja y tú la alcanzas, la tomas... —Arianna se acercó aún más. Puso una mano en la cintura de Caleb, firme pero suave, y la otra en su cuello. Sus ojos estaban fijos en los suyos—. ...la atraes hacia ti, y te apoderas de sus labios.
La respiración de Caleb se detuvo un instante. Sentía el calor de sus manos, la proximidad de su cuerpo, y una oleada de nervios recorrerle la espina dorsal. Pero cuando ella se separó suavemente, dándole espacio, él asintió con un leve temblor y tomó posición.
Sus ojos se encontraron de nuevo. Esta vez, él llevó sus manos con cautela hacia su cintura, tal como ella lo había hecho. Arianna no se movió, lo observó con un gesto neutro. Caleb tragó saliva. Su mirada bajó lentamente hasta sus labios. Se inclinó apenas. Luego más. Y finalmente… la besó.
Fue un roce tímido, apenas unos segundos. Un beso que parecía más un suspiro compartido que un gesto físico. Al separarse, Arianna abrió los ojos despacio.
—¿Así... así está bien? —preguntó Caleb, esforzándose por mantener la compostura.
Ella lo miró con una leve sonrisa, y rodeó su cuello con los brazos. Su voz se tornó suave, casi seductora.
—Está bien... para ser un beso actuado.
Luego, inclinó el rostro hacia el suyo.
—Pero para que sea un beso verdadero... —dijo en voz baja, observando sus labios—. Mejor te lo muestro.
Y sin darle tiempo a reaccionar, lo besó. De verdad.
Fue un beso intenso, apasionado, diferente. No había palabras que lo precedieran ni necesidad de guiones. Arianna entreabrió los labios y buscó los suyos con hambre contenida, explorando con la lengua, saboreando su inexperiencia con ternura y deseo. Caleb, aunque sorprendido, la tomó con más firmeza. La atrajo contra su cuerpo y correspondió, torpe al principio, pero decidido a no perderse ni un segundo de esa experiencia.
Los documentos olvidados quedaron en el suelo. Las carpetas abiertas, las luces encendidas, el mundo exterior… todo desapareció.
Solo existían ellos dos.
Cuando el beso terminó, ambos permanecieron cerca, respirando agitados, con los rostros a escasos centímetros. Arianna no se atrevía a moverse. Caleb la miraba con ojos brillantes, como si acabara de descubrir algo que no sabía que deseaba.
—Eso fue... —empezó él, pero no terminó la frase.
—Sí. Lo fue —respondió ella, bajando los brazos lentamente—. Creo que... ya puedes hacer esa escena.
Caleb sonrió, aún algo aturdido. Bajó la mirada, avergonzado.
—¿Lo hicimos por el guión… o por nosotros?
Arianna se quedó en silencio unos segundos. Luego, recogió sus papeles del suelo sin mirarlo.
—No lo sé... —susurró, aunque en el fondo, la respuesta la sabía muy bien.
Gracias por esto...
La Felicito Autora.