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Hija De La Luna

Hija De La Luna

Status: Terminada
Genre:Romance / Yuri / Época / Completas
Popularitas:1.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Kitty_flower

En un mundo donde las apariencias lo son todo, Adeline O'Conel, una joven albina de mirada lunar, destaca como una joya rara entre la nobleza. Huérfana de madre desde su nacimiento, fue criada por un padre bondadoso que le enseñó a ver el mundo con ternura y dignidad. Al cumplir quince años, Adeline es presentada en sociedad como una joven casadera, y pronto, su belleza singular capta la atención de la corte entera.

La reina, fascinada por su porte elegante, la declara el diamante de la época. Caballeros, duques y herederos desfilan ante ella, buscando su mano. Pero el corazón de Adeline no se agita por ellos, sino por alguien inesperado: la primera princesa del reino, una joven de 17 años con una mirada firme y un alma libre.

En una época que no perdona lo diferente, Adeline y la princesa se verán envueltas en un torbellino de emociones, secretos y miradas furtivas. ¿Podrá el amor florecer bajo la luz de una luna que, como ellas, se esconde para brillar en libertad?

NovelToon tiene autorización de Kitty_flower para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capítulo especial: día de gracias

La mañana del Día de Gracias amaneció con una neblina suave cubriendo los jardines de la antigua mansión O’Conel. Las hojas doradas de los robles caían con la calma de una canción de cuna, mientras un aroma acogedor se colaba desde la cocina: canela, calabaza y pan recién horneado.

Luney, envuelta en un delantal con flores bordadas, mezclaba pacientemente un puré de batatas. Cada tanto, su mirada se desviaba hacia el gran ventanal, donde podía ver a Julieta colgando guirnaldas de ramas secas, mientras Luz corría por el campo persiguiendo hojas, riendo con ese sonido tan limpio que parecía purificar el aire.

—Ya casi está todo listo —dijo Julieta al entrar, quitándose los guantes—. ¿Cómo vas con el pastel?

—En el horno. Prometí que no se quemaría esta vez.

—¿Estás segura? El año pasado se volvió carbón.

—Fue un accidente... emocional —respondió Luney, dándole un golpecito juguetón con la cuchara.

Julieta se rió, acercándose para darle un beso rápido.

Luz entró poco después, con las mejillas sonrojadas por el frío y una flor marchita en la mano.

—Mamá, mamá… encontré esto bajo el roble. ¿No es hermosa?

—Es una dalia. Una flor del final de la temporada —respondió Luney, tomando la flor con ternura—. Como tú, que naciste justo cuando el otoño se iba.

—¿Crees que Adeline y Juliette celebraban el Día de Gracias?

Julieta se sentó en la vieja silla cerca de la chimenea, pensativa.

—Quizá no de esta forma. Pero estoy segura de que agradecían tenerse, incluso cuando el mundo se les caía encima.

Luz sonrió, imaginándolas, jóvenes, vestidas con telas pesadas, robándose momentos en la cocina de algún castillo.

—Entonces, esta mesa… esta comida… también es para ellas.

—Para ellas —asintió Luney.

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A las seis de la tarde, la mansión entera olía a hogar. El comedor estaba iluminado con velas, faroles de aceite y la luz dorada del crepúsculo. Sobre la mesa reposaban platos humeantes: pavo relleno, papas gratinadas, pan de centeno, y un pastel de calabaza que, para sorpresa de todas, no se había quemado.

La vajilla era antigua, rescatada del desván el año anterior. Tenía bordes dorados y pequeñas lunas en el centro. Luney decía que pertenecía a los O’Conel originales, y Luz se aferraba a la idea de que tal vez… Juliette y Adeline habían cenado en esos mismos platos, en otra vida.

—Hoy damos gracias —comenzó Julieta, tomando la palabra con voz suave—. No solo por la comida o este hogar, sino por los reencuentros que nos da el destino. Por las segundas oportunidades. Por el fuego que no se apaga, aunque pasen los siglos.

—Y por los libros —añadió Luz con una sonrisa traviesa.

—Y por ti, mi amor —dijo Luney, mirándola con los ojos húmedos—. Porque fuiste mi mayor regalo, en esta vida y en la otra.

Las tres se tomaron de las manos en silencio.

Afuera, el cielo empezaba a teñirse de estrellas.

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Después de cenar, se sentaron junto a la chimenea, donde Luz sacó un cuaderno con tapas de cuero gastado.

—Estoy escribiendo una historia nueva.

—¿Otra de tus invenciones mágicas? —preguntó Julieta.

—Esta es… diferente. Es sobre una princesa que recuerda su vida pasada justo en otoño, cuando ve caer la primera hoja. Y entonces vuelve a su antigua casa, donde todo parece igual, pero distinto. Y en el desván encuentra una carta que ella misma escribió hace siglos.

Luney se estremeció.

—Esa historia… parece más real de lo que imaginas.

—Es que ya no sé si escribo fantasías o memorias.

Julieta tomó la mano de su hija y la besó.

—Escribes desde el corazón. Y ese corazón ha vivido mucho más de lo que cualquiera puede entender.

---

Cuando la noche avanzó, Luz pidió salir un momento al jardín. Llevaba una linterna y un cuaderno. Sus madres la observaron desde la ventana, sabiendo que necesitaba ese momento para sí.

La niña caminó hasta el viejo árbol de manzanas, donde solía refugiarse cuando sentía emociones que no sabía nombrar. Se sentó bajo las ramas desnudas y abrió el cuaderno.

“Gracias” —escribió en letras grandes.

Y luego, debajo:

> Gracias por reencontrarme.

Gracias por amarme en todas mis formas, en todos los tiempos.

Gracias por esperar, por buscar, por no olvidar.

Gracias, Juliette. Gracias, Adeline.

Gracias, mamás.

Gracias, vida.

Cerró el cuaderno, lo abrazó contra su pecho y miró al cielo. La luna brillaba con una intensidad particular, como si también diera gracias por algo.

—Estoy aquí —susurró Luz al aire—. Y no las voy a olvidar.

Una ráfaga de viento acarició su mejilla, como una caricia vieja, conocida.

---

Al volver a casa, encontró a sus madres dormidas en el sofá, abrazadas bajo una manta. La chimenea crepitaba, y una taza con leche caliente la esperaba sobre la mesa.

Luz sonrió, subió las escaleras y dejó el cuaderno en su escritorio. Antes de dormir, miró su reflejo en el espejo.

Y otra vez, por un instante, creyó ver a Juliette en él. Vestida con una túnica blanca, el cabello suelto, los ojos idénticos a los suyos. Sonreía con paz.

—Gracias —dijo Luz, sin miedo.

Y la imagen asintió antes de desvanecerse.

Aquella noche, durmió profundamente.

Y soñó que bailaba en un jardín antiguo, bajo lámparas de aceite, entre risas y vino dulce, con una chica de cabello plateado que la llamaba “mi luz”.

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Ana Luz Guerrero
hermosa historia, hasta se erizo la piel, felicidades escritora, la reencarnación existe, bendiciones infinitas 🙏
Reyna Torres
Fascinante historia, te envuelve, te atrapa.....la amé de principio a fin

Gracias por compartir tú maravilloso don
Reyna Torres
Ésta es una de las mejores historias qué he leído, mis respetos escritora, es cautivadora
Kitty_flower: muchas gracias por su apoyo♡♡
total 1 replies
namjoon_skyi
Me engancha, sigue escrib.
Kitty_flower: gracias, eso haré
total 1 replies
eli♤♡♡
La idea es fascinante
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