Después de haber sufrido a manos de su padre, Cyra cayó bajo los engaños del dios Daotan, lastimando a miles de inocentes, pero sobre todo, lastimando a las únicas personas que en verdad la amaban y que ella amaba, ahora el dios Kaayo le dio una nueva oportunidad, pero ¿Qué pasa si Cyra no puede dejar atrás su pasado?
Cyra se siente indigna de esa segunda oportunidad, pero nuevas personas en su vida le harán ver que la única manera de vencer a aquellos que le hicieron tanto daño es ser feliz.
Esta historia está relacionada con la tetralogía de los 4 Guerrero de los Elementos, la cual está compuesta por:
1. El Guerrero de la Tierra
2. La Guerrera del Aire
3. La Guerrera del Agua y
4. El Guerrero del Fuego
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Capítulo 19
Por qué no lo dijiste antes, mi amor, no tenías que cargar con todo esto tú sola, tu padre y yo estamos aquí para ti – le dice la mujer, mientras su esposo se une al abrazo.
- Mi pequeña guerra, lamento que hayas tenido que sufrir tanto – le dice Raúl a su hija, a la vez que llora por lo que ella tuvo que pasar.
Ni Mara ni Raúl podían entender al antiguo padre de Cyra, ellos, que habían luchado tanto por tener un hijo, no comprendían cómo ese hombre hirió tanto a su hija por algo, que ante los ojos de la pareja, era una tontería, ya que culpar a un bebe por la muerte de su esposa era una estupidez.
César miraba la escena con una enorme sonrisa, ya que se sentía feliz por Cyra, él sabía lo mucho que temía que sus padres la rechazaran, pero al final él había tenido la razón, y los padres de la joven la estaban apoyando.
- Gracias por creerme y escucharme – les dice Cyra a sus padres una vez los tres se separan.
- ¿Por qué no habríamos de creerte?, eres nuestra hija – le dice Raúl.
- Además de que también tenemos algo que confesar – le dice Mara, quién le narra a su hija el encuentro que tuvieron ella y su esposo con el dios Kaayo, el día que fue concebida – nosotros siempre supimos que habías reencarnado, también que algo había ocasionado que tu vida terminara siendo muy joven – le termina de contar Mara.
- ¿Por qué nunca me dijeron nada? – les pregunta la chica.
- Porque queríamos que tú lo hicieras hasta que te sintieras lista para hacerlo y aunque tardaste un poco más de lo que creímos, nos alegra que al fin hayas confiado en nosotros – le dice Raúl a su hija.
- Son los mejores padres que jamás habría podido desear, los quiero – les dice Cyra a sus padres para volver a unirse los tres en un abrazo, entonces, el señor Raúl toma a César del brazo, uniéndolo al abrazo familiar.
- Gracias por aparecer en la vida de Cyra – le dice Mara al joven, ya que sabe que sin la intervención de César, tal vez Cyra nunca les hubiera contado la verdad.
Y así, con ese abrazo Cyra sintió que se había quitado un peso de encima, por su parte, César se sentía afortunado de formar parte de esa grandiosa familia.
Una vez la familia se separó, César tocó el tema que más le preocupaba, y es que la visita que el dios Kaayo le hizo a él y a Cyra no aseguraba que la chica dejara de lastimarse a sí misma mientras dormía, por lo que debían de vigilarla para evitar que eso pasara.
Los tres tenían muy claro que harían todo lo que estuviera en sus manos para ayudar a que la joven dejara de lastimarse.
- Raúl y yo tomaremos turnos para dormir con Cyra, así cuidaremos que no se lastime, también intentaremos repetir aquello que nos funcionaba cuando eras niña – explica Mara, quién, junto a su esposo estaban muy preocupados, y es que si bien sospechaban que las pesadillas de su hija habían vuelto, nunca se imaginaron que estas fueran tan terribles, ni que el problema hubiera escaldo tanto.
- ¿Cyra ya había pasado por esto antes? – pregunta César.
- Sí, de niña tenía pesadillas, según me contaron mis padres, fue un problema que tengo desde bebe, aunque de niña nunca llegue a herirme como lo hago ahora – le confirma Cyra.
- Las pesadillas pararon cuando Cyra cumplió 8, creímos que eso había sido todo, pero entonces cuando Cyra cumplió 13, bueno, su actitud comenzó a cambiar y sospechamos que los malos sueños habían vuelto – dice Raúl, quien acaricia el cabello de su hija.
- ¿Lo notaron? – les pregunta Cyra, quien había hecho hasta lo imposible por ocultárselos a sus padres.
- Claro, somos tus padres, no te dijimos nada, porque queríamos que tú dieras ese primer paso, no queríamos presionarte - le dice Mara.
- Y ¿qué ayudaba a Cyra de niña? – pregunta César.
- Las canciones, Raúl y yo le catábamos cada noche, también la tranquilizaba dormir con nosotros, otra cosa que parecía funcionar era que comiera algo de chocolate antes de dormir – explica Mara, a lo que César toma nota mental de todo eso.
- ¿En qué puedo ayudar? – pregunta el joven.
- Quedándote con Cyra, cuando por alguna razón no podamos, fuera de eso, actúa como hasta ahora, tu presencia ayuda mucho a Cyra – le dice Raúl, quien desde el inicio notó que César era una influencia positiva para su hija.
- Lo haré encantado.
Ese día, César se quedó con Cyra y sus padres hasta muy tarde por la noche, y al volver a su apartamento, allí ya lo esperaba André, quien quería enterarse de cómo le había ido a su amigo.
- Ella aceptó – le dijo César con una sonrisa genuina, ya que a pesar de todo el drama que sucedió después, Cyra había aceptado ser su novia, y eso era lo verdaderamente importante.
- Sabía que así sería, ustedes están hechos el uno para el otro, yo siempre lo supe – le dice André, quien está genuinamente feliz por su amigo.
Esa noche César casi no durmió, preocupado por su amada, para cuando al fin pudo conciliar el sueño, en su cabeza aún rondaban los acontecimientos de los últimos días, en definitiva, este había sido el fin de semana con más emociones de su vida.