El Principio Del Fin: Virus E.Z.

**** vista de Haise****

Llegué a la casa familiar, y mi mente se inundó de recuerdos. Pensé que cuando me fui jamás iba a volver y que todo lo que tenía quedaba atrás con mi partida. Recuerdo cómo ese día, mi corazón se suprimía, sentía que mi pecho se estrujaba sin dejarme respirar. En ese momento sentí que dejé una parte de mi alma aquí. Es irónico que ahora vuelvo a recuperarla, pero pierdo mi otra parte del alma que mi princesa se lleva.

Ahora que lo pienso, soy un cobarde, si hubiera hablado con mi princesa, decirle que la amo y que quiero un mundo entero con ella quizás hoy estaríamos juntos teniendo nuestra familia, me doy cuenta como nosotros mismos nos complicamos todo y que a veces llegamos tarde por no ser capaz de admitir nuestros sentimientos. El miedo nos consume, nos acobarda y nos paraliza, hasta que finalmente perdemos lo que más temíamos perder... y nos damos cuenta de que, en realidad, lo habíamos perdido desde el principio, atrapados en un ciclo de terror y arrepentimiento.

Ingreso a mi hogar donde encuentro a mi madre sentada en el sofá, apenas se da cuenta de mi presencia, corre hacia mis brazos, donde ambos nos fundimos en un dulce y cálido abrazo. Mi madre me cuenta, sobre su enfermedad, que es la misma de mi padre. En este momento mi padre está en un control médico. El EPOC en el caso de ellos es causado por sus años de fumadores, hoy en día tiene que tener cuidado con estar en lugares lleno de humo y más de tabaco, están a un paso de necesitar oxígeno, y la verdad no me gusta la idea de eso, mi mamá tiene 46 años y mi padre 50 años, para mí aún les queda mucho tiempo de vida. Le comenté todo lo que pasó en mi vida durante este tiempo lejos de ellos, ella ahora acepta que fueron muy rudos. Luego le ofrecí a ella y a mi padre usar las sustancias de Zeool. Hay un médico especializado para estos casos, ella acepta, pero quiere disfrutar su vejez una vez que se curen. Ahora quieren que yo quede a cargo de todo el patrimonio familiar y ellos disfrutarán yendo de viaje. Acepté con una condición, que me deje ir detrás de Perse y casarme con ella, porque es el amor de mi vida y no quiero a otra mujer a mi lado. Ella respondió: "Si eres feliz, no dejes que el tiempo te arrebate el amor de tu vida. Aunque hayan pasado años, aunque la distancia y el destino hayan intentado separarlos, no dejes que la llama de tu amor se apague. Porque ella, esa mujer, está tatuada en lo más profundo de tu alma, y su recuerdo late con cada latido de tu corazón." Miré a mi madre sorprendido, ella pudo describir mejor mis sentimientos, extrañaba las charlas con ella y papá.

Llegó mi padre junto a mi primo del hospital, nos abrazamos y lloramos, luego nos pusimos al día. Ellos me empiezan a contar que, por medio del círculo social, se enteraron de que el "chino" está haciendo movimientos extraños con los proveedores de productos. Me mostraron la lista de los productos, ya que ellos prefirieron corroborar los rumores, y es verdad que algo trama. Veo la lista y no son ninguno de los que yo usaba, en el laboratorio, y esos productos están prohibidos en uso humano. Creo que es hora, de que me ponga al día con mi identidad, y luego ver mejor lo que está haciendo y si puedo solucionarlo. Ahora lo más importante es, encontrar a mi princesa. Ya pasó un día sin tener noticias de ella.

**** Vista de Perse ****

Me despierto y, luego de desayunar, comienza mi día en la Hacienda familiar. Al salir al patio delantero, puedo ver el auto de Haise en el portón que da a la calle. Sale, apenas me ve y la verdad no es alguien a quien quiero ver ahora.

Al llegar, siento que mi enojo se disipa y que dentro mío hay un anhelo que jamás sentí; tengo la necesidad de abrir el portón y no reprocharle nada. Anhelo la fusión de nuestros cuerpos, un abrazo que trascienda la piel y llegue al alma. Es como si mi espíritu también lo extrañara, como si nuestra unión fuera una necesidad profunda que late en lo más hondo de mi ser. Pero entonces, ¿por qué siento esto? ¿Por qué mi corazón late con un deseo que niego? Pienso que yo no soy así, que no creo en el amor... pero la verdad es que no sé qué creer. Mi mente dice una cosa, pero mi alma parece saber otra.

Hoy la pasamos genial con Haise, fuimos a pasear por el campo de la hacienda, estuvimos recolectando manzanas. Él me sostuvo de la cintura para alzarme hacia arriba, a así podía agarrar una que estaba en su punto justo, igual ese momento fue algo tan íntimo, no sé por qué es algo que me hizo dudar. Él me conoce completamente, pero que me toque así, se sintió distinto. No sé cómo explicarlo, pero cuando caí prácticamente en sus brazos, quedamos cara a cara y él me abrazó por mi cintura que estaba expuesta, sentí vergüenza. O sea, ¿yo? Vergüenza con él, sentí que me sonrojé como si fuera mi primer amor, ese amor de secundaria con un poco de inocencia antes de llegar a comer el fruto prohibido pero jugoso y rico. Debo, poner a en orden mis sentimientos, yo no quiero sentir amor por nadie otra vez. 

Ahora estamos en el cuarto, Dios verlo recién bañado con una toalla en su cintura y su cuerpo tan bien formado. Se nota que entrena y mucho, no paro de pensar en tenerlo dentro mío, es algo que no puedo controlar. Lo deseo tanto, que estaría todo el día y todos los días disfrutándolo a él, no puedo controlarme. Decido tomar la iniciativa y quitarle la toalla que oculta lo que más me gusta de él, y empiezo a disfrutarlo como un chupetín tan rico y dulce, escucho sus gemidos de placer que tanto me encantan y me encienden más, esos mismos que me provocan profundizar mi límite y llegar con mi boca hasta el final de su sexo. Él profundiza sus gemidos, pero no me deja llegar a provocar que vierta en mí su elixir, cuando lo suelto para tomar una bocanada de aire y hacer la gran garganta profunda, él aprovecha a alzarme haciendo que con mis piernas rodeé su cintura, para luego besarme apasionadamente, mientras me quita mi vestido de campo, fue algo tan intenso. Cada beso que da en mis zonas tan sensibles, se siente distinto, jamás me sentí así con nadie. Me besa ferozmente desde el cuello hasta mi sexo, dónde allí se detiene para poder disfrutar como si fuera su postre favorito, al llegar al clímax logro decir su nombre, y él sin decirme nada una vez que bebió todo mi elixir, sin darme tiempo a estar en sí, se trepa arriba mío y empieza a embestir de una forma dura pero dulce. No lo voy a negar, lo sentí tan placentero, mientras hacía eso. Me besaba alternadamente el cuello, la boca, los pechos. Parecía una bestia poseída, como diciendo "eres mía y de nadie más", y lo admito, me gusta esta faceta de él. Cambiamos a diferentes poses, sentados, de costado, yo boca abajo, la jinete invertida, unas cuentas más. Para terminar, yo arriba de él, toda sudada, gritando su nombre mientras él, estaba liberándose dentro mío, gritando el mío. Y ahí estaba yo, arriba de él, desplomada en su pecho, escuchando su corazón latir, mientras él aún seguía dentro mío, y me acariciaba mi cara. Mientras disfrutaba este momento tan preciso, me hizo un clic, que ¿acabo de hacer? No puede ser esto, acabo de ¿hacer el amor con Haise? No fue algo como siempre lo hago, solo se disfruta y ya, pero no algo tan intenso como si sintiera que las almas se fusionarán volviéndose una. No quiero creerlo, me niego a sentir amor por alguien, comprendo que es Haise, jamás me lastimaría o eso creo. Pero no sé si estoy preparada para esa etapa de amor, no quiero creer aún esto. Siento cómo él respira profundo, como queriendo decir algo, pero lo retiene para sí. Por mi parte, decido deslizarme hacia un costado, así salgo de estar encima de él. Una vez acostados los dos, pensantes sin saber qué decir, él de manera tranquila me dice —Princesa, tenemos que hablar, y no es algo malo. Nada de lo que acaba de pasar está mal, pero quiero que hables conmigo sobre esto y no te cierres en tu mundo, no me dejes afuera de esto si tengo algo que ver.— yo lo mire sin poder decir nada, las palabras no me salía, y me ha dicho princesa infinidades de veces, pero ahora no sé cómo controlar mi cuerpo, porque siento que al decirme "mi princesa" mi cuerpo se acelera y eso me gusta, pero también me asusta. Se gira quedando boca a boca los dos, mirándonos más allá de los rostros, como si nuestras almas sin el envase fueran quienes estaban en este momento. Acariciando mi rostro, él me dice —Princesa, por favor, no te cierres. Si se dio así y ambos accedimos a hacer el amor y no solo a tener sexo, es por algo. Pero no te cierres en tu mundo, hablemos, dime tus dudas. No sobre pienses tú sola, lo que menos deberías hacer, ya que esto lo hicimos los dos— pensé para mí. Ya es tarde, yo sobre pensé todo, y es verdad que ambos lo hicimos, eso quiere decir que él también...

Me desperté, y lo primero que hago es pellizcarme, ¿no estaré otra vez despierta en sueño? Pero por suerte estoy despierta, no quiero volver a soñar algo así. Por suerte, aún no me encontraron.

No sé, Haise, qué siento por ti. Mi corazón está en un torbellino de emociones y mi mente se debate entre la duda y la esperanza. No quiero creer en el amor, ya que me ha decepcionado y me ha roto el alma en mil pedazos. Pero algo en ti ha logrado romper el pacto que hice con mi alma y mi cerebro, algo que me hace cuestionar todo lo que creía saber sobre el amor y sobre mí misma.