En un mundo medieval sumido en la oscuridad, Carter, un hombre que había aceptado su muerte solitaria a causa de un cáncer, se encuentra resucitado en un bosque desconocido. Conserva sus recuerdos del pasado y un error en su curiosidad le hace ser rescatado por unos hermanos de un pueblo cercano.
A medida que busca respuestas sobre su resurrección, Carter descubre que la humanidad lucha por sobrevivir contra criaturas terroríficas y que la magia es su única esperanza. Sin embargo, su búsqueda de propósito se convierte en una lucha con múltiples emociones ante sucesos inesperados y múltiples traiciones.
Con cada paso, Carter se sumerge en un abismo de violencia y venganza, cuestionando su propio destino y el futuro que le espera. ¿Podrá encontrar una razón de por qué fue traído a un mundo que parece estar al borde del colapso?
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Niña milagro
Al siguiente día después de haber entrado por primera vez en el reino de sueños, Carter estaba ya en la llanura entrenando con normalidad. Varias veces fallo en lograr entrar, y muchas otras lo hacía por breves momentos. Se informó sobre ello en libros respecto a las técnicas y todo lo que pudo aprender para después implementarlo. Entreno muchas más veces con Brand, y este seguía humillando a Carter físicamente. Rala le dio algunos consejos y también entrenaba con él. Aún tenía 3 semanas más para poder conseguir algún avance. Incluso algunos caballeros de Samantha que le observaban desde los muros recién construidos le animaban solamente para terminar decepcionados después. Carter aún desconocía la situación de Samantha, y los hombres que ella había dejado en Ra'aft también.
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Los avistamientos de los seres extraños habían disminuido un poco. Había brigadas de caballeros que a veces salían al bosque a investigar y terminaban llegando con algún herido o con el cuerpo de algún extraño ser que no dejaban ver a los pueblerinos. En una de esas ocasiones rescataron a una pequeña niña de 9 años que dijo haberse extraviado en el bosque y que no recordaba su nombre ni si acaso iba acompañada, que su pueblo estaba cerca, pero cuando la niña lo menciono los caballeros entraron en cuenta de que su pueblo estaba a kilómetros de distancia; con ello era casi imposible que una niña así pudiera sobrevivir en aquel bosque, pero aun así los pueblerinos y hasta los mismos caballeros tomaron a la niña con hospitalidad y creyendo que si una niña así sobrevivió en aquel lugar, posiblemente los seres peligrosos se habían marchado o calmado, volviéndose un símbolo de esperanza.
Aquella pequeña niña se había interesado en Carter. Cierta ocasión apareció a la distancia en la llanura sentada observando a Rala instruyendo a Carter, y ninguno de los dos se dio cuenta hasta después. Era una niña muy linda y tranquila, ojos claros, un bello pelo rubio, su único inconveniente es que le fascinaba ver los intentos de Carter por usar magia y conectar con su orbe.
—¿Cómo estás,, pequeña?—dijo Rala acercándose a la niña y pasando su mano por su cabeza.
—Yo estoy muy bien hombre de túnica—así era como le llamaba debido a su vestimenta—. ¿No va a entrenar más al hombre sin magia?—preguntó.
—Oh... No pequeña. Carter está exhausto y la noche está cayendo—miro el cielo—. Tú deberías regresar al local y dormir en la habitación de la planta baja.
—Sí, pero quiero ir con ustedes, y el hombre sin magia aún sigue ejercitándose—señaló con su delgado y pequeño dedo a Carter, quien había desobedecido a Rala y seguía aferrado a entrenar.
—¡Ey, Carter!—gritó Rala con el semblante lleno de enojo—. Debemos regresar a descansar, está pequeña está aquí solo por verte a ti, ¡animal!
Carter finalmente se detuvo y con un rostro de frustración camino hasta donde el par estaba. Al mirar a la niña Carter le sonrió y la niña correspondió de igual forma.
—¿Estás impresionada por mis habilidades?—preguntó orgullosamente.
—Pero usted no usa magia aún señor—decía directamente la niña mientras se ponía de pie.
—Maldita cría altanera...—susurró Carter.
Rala soltó una risa nasal y Carter le miro con frustración.
—Vamonos—soltó la niña y estiró los brazos a Carter.
Usualmente los hombres del pueblo solían jugar algunas veces con la pequeña niña y la cargaban en su espalda, se le hizo una costumbre. Era como una especie de juego para que ella no se sintiera mal en lo que pasaba tiempo en Ra'aft antes de que le consiguieran un carruaje y guardia adecuados para regresar a su pueblo. Ellos no eran la excepción.
Carter se agachó y la niña se subió a su espalda con ánimo. A los pocos minutos los tres caminaban hacia el pueblo.
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Carter entro en casa y Lia le saludó como de costumbre. Tomo un baño una vez que Brand salió y se saludaron.
Carter no ceno y prefirió encerrarse en su habitación a leer sobre los orbes. Después de tantas páginas, era tarde y encontró lo que durante muchos días Rala le llegó a advertir: la magia de los orbes y las habilidades que les otorga a sus usuarios son limitadas. Un hombre no puede tener un poder tan descomunal y no pagar su precio. Los hombres en aquel mundo se casaban usualmente para preservar la capacidad mágica de la especie, era casi una ley hacerlo, por el miedo a que algún día esas habilidades se pierdan y el hombre vuelva a ser presa de los seres de Zha'thik. Leyó sobre las decenas de guerras que hace tiempo libraban las naciones desparramando la capacidad de sus orbes y como muchos de esos hombres quedaban totalmente inválidos y bloqueados del uso de magia, de como algunos antes la impresión acababan con su vida, y de cientos más que eran forzados a entrar al bosque de los Inutos. Guerras que se libraban entre los diferentes reinos en Zha'thik, humanos, y finalmente, algunas razas que se extinguieron por culpa de dichas guerras y otras que aún perseveran: como los tan dichosos elfos o los areneros.
Dejo de leer ante tanta información y recordó las tantas historias épicas y las piezas de literatura del mundo del que vino: héroes como Hércules, figuras históricas como César Octaviano, Napoleón, Hitler, o las historias de revolución de Norteamérica y Suramérica. Se acostó en su cama, apagó la lámpara que usaba al leer, y se hundió en sueño.
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En un momento indeterminado de la penumbra nocturna, Carter escucho entre sueños que algo se movía por la habitación, fue despertado y sin moverse, intento observar solo con lo que alcanzaban a ver sus ojos que era lo que producía el sonido, pero no logro nada. No fue hasta que sintió que algo se sentaba al pie de la cama, que finalmente y en un movimiento brusco, arrojo la cobija en esa dirección y se puso de pie. Frente a él y a muy pocos metros, debido a lo relativamente pequeña de la habitación y como juro después, vio la sombra de una niña completamente quieta. Carter no podía observar bien su rostro, pero juraba que se trataba de la pequeña que siempre lo veía entrenar.
—¿Eres tú pequeña?—preguntó con voz temblorosa—. ¿Cómo has entrado?...
Carter no pudo terminar su segunda pregunta, pues fue interrumpido cuando aquella pequeña sombra hizo un movimiento brusco y dejo ver qué su rostro estaba tapado por una máscara blanca que Carter no pudo alcanzar a ver si tenía o no algún rasgo, porque aquello que haya estado en su habitación, lo atacó extendiendo la mano, de la cual broto una bestia enorme con boca de león, cuernos gruesos y gigantes, ojos iracundos y un pelaje rojizo-marrón.
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Cuando Carter se despertó en la mañana. Río para sus adentros por haber soñado con algo así. Se levantó y se preparó para entrenar nuevamente como siempre lo hacía.