El matrimonio, con el tiempo, irremediablemente, se transforma en rutina, pero cuando una retaila de "M" se unen, se convierte en dinamita pura, que detona en una peligrosa explosión, destruyendo la vida misma de forma Siniestra: Matrimonio de Mierda, Monotonía, Mentiras, Maldad, Misterio... Muerte! ¿Fue realmente el azar? ¿O fueron malas decisiones? ¡Las señales estuvieron siempre a la vista y, no las vimos! ¿O tal vez, no las quisimos ver?.. Este es más un drama, con eventos de suspenso sobrenaturales, espero lo disfruten.
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Capítulo XVIII Decidida al Divorcio
Pocos días después. Samanta recibe una llamada de su secretaria, la están buscando por un caso, que debe atender de forma prioritaria; el cliente tiene cita a las 9 de la mañana. Ella no ha podido ir a la Empresa de Arquitectura para buscar el informe del contador, ya han pasado 3 días y Robert tampoco se los ha traído a casa como prometió.
-No te preocupes cariño, yo te traeré el informe a casa hoy mismo, cumple con tus obligaciones de trabajo- una vez más promete el ladino hombre, sintiendo un gran alivio, tendrá oportunidad de hacer algunos arreglos en ese informe, para poder respirar tranquilo. Él supone que el contador debe tenerlo listo, ese miércoles.
Samanta se despide y se dirige al Bufete de Abogados, que lleva también su apellido: Santibañez y Asociados, ella no cambió su apellido de soltera, se siente muy orgullosa de su padre.
Llega a las 08:00 H, al imponente edificio, con una arquitectura tal, que pareciera hecho solo de vidrio pulido, de un negro espejo; desde la entrada, recibe los saludos de respeto del personal, desde el portero hasta la recepcionista; sube el ascensor hasta el piso 21, donde se encuentra su oficina, para ponerse al tanto del caso que debe representar.
Entra a su amplia oficina con un escritorio de madera de roble, un ergonómico sillón negro, de fondo la pared color crema, colgaba su título de abogada, y dos pinturas abstractas de famosos artistas, además de una planta de interiores en una esquina. Y lo más llamativo, los grandes ventanales que dejaban a la vista toda la ciudad, y un amplio río que atravesaba la misma. Había una mesa con 4 sillas, donde suele sentarse con los clientes.
La secretaria diligentemente, le trae la carpeta con el expediente del caso: Ella agradece, y se dispone a leer:
Se trata de una mujer, Julia Domínguez, quien demanda a la Empresa de Arquitectura Fuentealba y Asociados. Se queda estupefacta, no cabe en su asombro, no lo puede creer. ¿La Empresa de ella y su marido está en graves problemas?
Con avidez sigue leyendo el documento:
"El demandado construyó una vivienda, en la cual se desplomó una ventana y le cayó encima a un pequeño de 2 años, quien quedó con graves heridas, ocasionando un traumatismo craneoencefálico, dejándolo en estado vegetativo".
Samanta no sale del estupor, está en estado de shock. Entiende que no puede representar a esa mujer, porque tiene intereses en la empresa demandada, se dirige al Director de la Sociedad de Abogados:
-Dr. Walter Peterson, lamento decirle, que debo declinar mis servicios en este caso, usted sabe que mi marido es dueño de la Empresa demandada-
-Licenciada Santibañez, eso ya lo sabía, la llamé de urgencia, para que esté al tanto del caso, le sugiero sea asesora, pero no representante del cliente. Entregue el caso al Lic. Andrade- responde el Director tajante.
-Usted me va a disculpar, pero lo mejor es desistir también de la asesoría de este caso, al fin y al cabo yo trabajo aquí, y el abogado defensor puede querer valerse de eso, para inhabilatarnos delante del juzgado- responde Samanta preocupada.
- Licenciada Santibañez, el punto es que debe estar al tanto de lo que le va a suceder a usted y a esa Empresa, si esta señora se va a otro bufete, lo primero que haran es involucrar a los medios de comunicación, y no solo la imagen suya va a rodar, si no también la de todas las Empresas de su padre, incluyendo este Bufete, y eso no lo puedo permitir. Así que, lo mejor será dejar el caso aquí, y pedir una buena compensación para esa señora, así evitaremos que se filtre la información. Hable con su marido y que se reuna con la Demandante y ofrezca sus sinceras disculpas y una buena compensación por los daños a su hijo. Si es necesario, más adelante puede pedir permiso o vacaciones, si es que hay algún problema o la demandante se entera de que usted es parte de esa Empresa- termina de dar su punto de vista el Presidente.
-Entiendo, yo voy a averiguar qué pasó en esa construcción, propondré a un perito para que evalúe ese proyecto de construcción, de la Empresa de Arquitectos Fuentealba, antes de hablar con Robert- hace un silencio incómoda.
-¿Algo más, qué quiera agregar?- pregunta Walter Peterson, el abogado de alrededor de 65 años.
-Sí, es decir, quiero confesarle, que quiero divorciarme de ese hombre, quiero decir, de Robert Fuentealba- Responde Samanta un tanto avergonzada, ahora que lo dice en voz alta, se siente bien consigo misma, es una realidad que debe asumir de una vez por todas, todo lo relacionado con Robert es bastante turbio, nunca lo conoció de verdad, para ella él tenía una máscara, que poco a poco le ha ido quitando...
-Esa es su decisión, no me voy a involucrar en sus asuntos personales, pero si de verdad está decidida a divorciarse: Averigüe bien, los negocios de su marido, le servirán para divorciarse y quedarse con la custodia de su hijo. Es mi consejo profesional- responde el buen hombre, es un gran amigo de su padre. Samanta asiente, y sale de la oficina, se dirige a la de Miguel Andrade, empleado del Bufete, pero muy inteligente y capaz, tiene 28 años.
Toca la puerta de Miguel, él permite la entrada, cuando la ve, le sonrie ampliamente, no puede negar con su rostro, que Samanta le atrae bastante, aunque ella jamás le ha dado ninguna esperanza:
-Hola Santibañez, que la trae por mi humilde oficina- le sonrie, con unos dientes blancos perfectamente alineados.
-Miguel, ya te he dicho que me puedes llamar Samanta, deja el formalismo, tenemos la misma edad- responde con seriedad Samanta.
-Es verdad, pero eres socia mayoritaria, y eso hace "la pequeña diferencia"- contesta el guapo hombre con un cuerpo trabajado por arduo gimnasio, alto, de tez morena clara, con cabellos negros y ojos verde limón maduro, casi amarillos gatunos, vestido con traje azul petróleo.
-Bueno, vengo a traerte trabajo, se trata de este caso; no puedo involucrarme en eso, porque soy parte de la empresa demandada. Es la Empresa Fuentealba, de arquitectura, mi marido la dirige- lo mira, un tanto avergonzada.
- Bien, no hay problema yo lo tomo, pero te advierto que no voy a ser indulgente con la Empresa Fuentealba- responde ya con seriedad el abogado.
-Eso quiero que hagas. Por lo pronto, necesito que designes a un perito para que vaya a evaluar el siniestro en cuestión, y si no es mucho pedir, mantenme informada de la realidad que consigas, aunque sea algo turbio, aunque lo encuentres culpable de lo sucedido- le contesta resignada a la cruel realidad.
- Así será, te mantendré al tanto, aunque no con los detalles, ya sabes, por lo del sumario- responde Miguel, entendiendo a la hermosa mujer, que se ve demacrada el día de hoy.
-Sí, eso es lo único que necesito- responde ella, intentando permanecer equilibrada. Se despiden, para luego ella darse la vuelta, mientras Miguel se queda perdido viéndola alejarse, su perfume queda como una estela en el ambiente.
Sin embargo, para Samanta ahora es que comienza, la verdadera batalla en contra de su marido.
Es a los diez años es que entra la crisis de pareja, donde se empieza hacer balances, sumas y restas para darse cuenta si valió la pena el sacrificio y el esfuerzo