La mayoría de veces, las personas renacidas con su mentalidad adulta en un mundo con poderes siempre tienen una vida sencilla, poderosos desde un inicio, con padres amorosos y en un mundo donde la paz está reinando. Pero ¿qué pasa cuando renaces en tu mismo mundo, en medio de una guerra, con padres traumados y con un poder desconocido en tu interior? preguntemosle a Ademir Graymond.
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Encuentros inesperados (PARTE 1)
"A-adem..." El susurro débil de Dorian, cubierto de polvo, llega a mis oídos. Es él, Dorian, vivo bajo los escombros.
"¡D-Dorian!" Grito desesperado, mientras los aviones de combate Zyrianos surcan el cielo de la ciudad, lanzando bombas y misiles que destrozan desde el puerto hasta los pocos sectores aún en pie. Estos bastardos van en serio con su intención de reducir la ciudad a cenizas.
Corro como puedo hacia Dorian, su cuerpo está parcialmente enterrado bajo escombros, su mirada esta perdida en la nada, ese traje azul que tenía ahora hecho jirones. Su cabeza con zonas sin cabello está expuesta, su barba enmarañada y teñida de rojo.
Trago mi llanto al darme cuenta de que él también me había mentido, igual que Clarissa. No puedo creer que hayan planeado una fiesta sorpresa para mí, un gesto que debía ser feliz, pero ahora no es más que un infierno.
Giro mi vista hacia abajo, el horror me invade al notar que a Dorian le falta una pierna, dónde debería de estar, solo hay un charco de sangre, y sigue saliendo más.
Maldita sea, las náuseas y la tristeza amenazan con ahogarme, pero las entierro, no hay tiempo y tengo que sacar a Dorian de aquí, llevarlo conmigo, salvarlo.
No puedo perderlo a él también.
Trato de tomarlo de su brazo pero no lo puedo mover, es pesado y yo estoy débil, su sangre está saliendo y los putos aviones sigues destruyendo todo.
La desesperación me está carcomiendo.
¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer?
Mis ojos se posan desquiciadamente en cada escombro, buscando algo para ayudarme, finalmente caen en en la puerta de la casa, está tirada unos metros adelante, aún intacta. Podría usarla para arrastrar a Dorian, como un trineo improvisado. De inmediato me lanzo hacia ella.
Vamos.... ¡¡Ugh!!
Trato de arrastrar, pero también está pesada, puta madre, me estoy quedando sin opciones.
"¡MIERDA! ¡MIERDA!" Grito y golpeo el piso desesperado, mi respiración errática, mi mirada frenética buscando algo, cualquier cosa, para ayudarme. Pero no hay nada.
Regreso con Dorian, sollozando, impotente. Incluso habiendo sobrevivido, sigo siendo un maldito inútil, sigo sin poder hacer nada contra este infierno.
Dorian respira con dificultad, aferrándose a la vida, pero la sangre no deja de manar y noto como cada suspiro es más débil.
Las lágrimas salen de mi rostro, no puedo hacer nada, y no hay nadie para pedir ayuda... Necesito pensar en algo, necesito hacer algo porque este hombre está perdiendo la vida, poco a poco.
"Dorian, por favor, resiste. Resiste hasta que piense en al..."
Mis palabras mueren en mi garganta cuando una presión abrumadora me aplasta contra el suelo. Caigo sobre mi hombro dislocado.
"¡ARGHHHHHH!" Un grito de dolor escapando de mis labios.
Entonces, un ruido ensordecedor llega a mis oídos, giro mi vista hacia arriba, al cielo.
Un avión Zyriano explotó, se desintegra en una bola de fuego, los restos ardientes cayendo sobre la ciudad como una lluvia infernal.
¿Que demonios está pasando? Acabo de presenciar como los soldados están siendo mazacrados, son pocos y los únicos que están vivos no cuentan con el armamento para destruir un objeto de metal tan grande, menos en el aire.
Y entonces, mis dudas son resueltas.
De la nube de humo que dejó la explosión, emerge una mujer de cabello esmeralda, volando con una gracia sobrenatural.
El aire se arremolina a su alrededor con un movimiento de sus manos, se forma tornado furioso que lanza contra las naves enemigas.
Estas caen como hojas marchitas, estrellándose y explotando contra la tierra.
Mi mente la recordó, la mujer del periódico. La comandante de los súpersoldados y antigua líder de un país de Celestia.
Una mujer llamada Claire Viviend.
La súpersoldado empieza a mazacrar a las tropas enemigas usando su poder, mis ojos desquiciados se perturban al presenciar como la tierra se levanta ante ella, compactandose en el aire y formando distintas rocas enormes, que lanza contra los Zyrianos.
Es ridículamente irreal.
En un momento aterriza fuertemente a unos metros de mi casa, el impacto levantando una nube de polvo. La presión que emana, el poder para destruir y cambiarlo todo con su mera presencia... Es asombroso y aterrador.
Nunca creí que los poderes del Aheterium fueran tan increíbles, tan perturbadores.
Y en ese momento, una idea pasa por mi mente.
Ella es una súpersoldado, se supone que está para ayudar.
Y yo necesito desesperadamente su ayuda para sacar a Dorian de este infierno, para llevarlo lejos de la batalla donde pueda recibir atención médica urgente
Sé que suena hipócrita, sé que suena estúpido, pero no me importa, no me importa nada más que salvar a Dorian y no tengo opciones, esta es mi única oportunidad.
Mi última esperanza.
"Espérame Dorian... Por favor resiste un poco más."
Me pongo de pie con dificultad y sin pensar en mi dolor y debilidad, comienzo a correr, rápido y enfocado en no caer, mientras el dolor de mi cuerpo me carcome, pero no me importa, ahora mismo nada me importa. Mi hombro me duele como el infierno y mi vista se nubla cada vez más por el profundo corte en mi brazo que no deja de sangrar.
Pero tengo que salvar a Dorian...
Esquivo cadáveres mutilados, esquivo fuego y vísceras esparcidas por doquier, esquivo escombros y corro por el medio de este infierno apocalíptico. La destrucción y la carnicería me rodean, pero sigo avanzando desesperadamente.
De repente, al cruzar una calle, mis ojos casi se salen de mis cuencas, observo a aquel bastardo zyriano con gafas y cabello rojo que anteriormente asesinó cruelmente a una pareja. Él también me observa, y sus ojos se abren con un brillo hambriento de sangre al verme con vida.
Mierda, maldición.
El sádico hijo de puta esboza una sonrisa torcida, un gesto obsceno en su rostro de facciones afiladas, y se lanza a perseguirme con una velocidad sobrehumana, su elegante uniforme negro y naranja ondeando como las alas de un ángel de la muerte.
Justo lo que necesitaba ahora mismo... Maldita sea.
Su agilidad me obliga a forzar mi cuerpo destrozado más allá de sus límites, el dolor multiplicándose con cada paso frenético, mientras corro forzando mi cuerpo, ahora no solo por la vida de Dorian, sino también por mi propia vida.
Siento mucho miedo, mucho terror, pero me obligo a mi mismo a empujarlo y enterrarlo, no podía darme el lujo de sucumbir, no cuándo cada segundo cuenta.
Además, Claire Viviend, la comandante del escuadrón de súperhumanos, mi última esperanza de salvación, está aquí en alguna parte de este caos infernal, y tengo que encontrarla cueste lo que cueste.
Sé que ella puede protegerme.
La presión del ambiente se vuelve más y más intensa, como si el aire mismo estuviera cargado de electricidad y muerte. Mis runas, esas marcas oscuras y pulsantes que me han mantenido con vida hasta ahora, una vez más han desaparecido, dejándome solo con la adrenalina nacida del miedo como último recurso.
Pero incluso esa fuerza nacida de la desesperación se está agotando rápidamente, mi pequeño cuerpo al borde del colapso.
Y entonces, como una aparición surgida de entre el humo y las cenizas, la veo. Claire Viviend, la mujer cuya imagen he visto en los periódicos, la comandante y antigua líder de un país de Celestia.
"¡H-Hey! ¡Ayuda! ¡Ayúdame!" grito desesperado mientras levanto mi mano herida, en señal de auxilio.
Ella me escucha y su cabello ondea con elegancia mientras sus penetrantes ojos verdes se mueven en mi dirección. Maldita sea, su presencia es imponente y poderosa. Su rostro es muy bello incluso en medio de este infierno.
Está vestida con un ajustado uniforme militar que realza su figura femenina, placas de armadura protegen sus puntos vitales y dos relucientes dagas color azul descansan en su cintura.
Su abrumadora belleza y presencia tan poderosa me dejan hipnotizado un instante. Tanto que tropiezo con un pedazo de escombro, caigo y ruedo por el suelo con dolores tan letales que me dejan sin aliento, hasta llegar justamente a sus pies.
"¡AAARGHHH!" Un grito de dolor escapa de mi boca.
De reojo, veo cómo el bastardo Zyriano que me perseguía también se detiene en seco, su expresión transformándose en una máscara pétrea al encontrarse cara a cara con uno de los supersoldados de Celestia. Su mano se cierra sobre la empuñadura de su espada, sus nudillos tornándose blancos por la tensión.
"A-ayuda... P-por favor...", suplico con voz rota, cada palabra un esfuerzo monumental. "Mi amigo está muriendo... P-por favor, necesito que me ayudes a salir de aquí, solo te pido eso."
Mi cuerpo finalmente colapsa, incapaz de sostenerme por más tiempo. Me derrumbo en el suelo a sus pies, un sollozo estrangulado escapando de mis labios agrietados.
Ella me observa con sus ojos verdes, una mirada penetrante que parece ver a través de mí, hasta el núcleo mismo de mi ser. Me examina a mí y luego al soldado Zyriano que me persigue.
La mujer sonríe y se agacha para quedar a mi nivel, su rostro cerca del mío.
"¿Heeeee? ¿Qué hace un niño tan lindo como tú en este lugar?"
"¡Mira, mira! Este no es un sitio para que estés corriendo por ahí... ¿Cómo te llamas?" Pregunta enérgicamente mientras acaricia mi cabeza.
Estaba sorprendido, aparentemente era una mujer agradable y enérgica, su sonrisa cálida en su rostro transmitía confianza.
"Yo... Yo... M-me llamo Ademir... P-por favor, mi amigo está muriendo, no puede correr porque le falta una pierna... Y-yo soy muy pequeño para ayudarlo, y estoy muy débil.... Además", volteo mi vista hacia el Zyriano amenazante, "me quieren matar..."
La mujer observa seriamente al zyriano de lentes, quien está tenso y sudando, sin mover un solo músculo.
Ella vuelve su mirada hacia mí. "¿Heeeee? Eso no está bien para nada... ¿Dónde está tu amigo, pequeño y lindo Ademir?"
"E-esta... En esa colina de allá... Sobre los escombros, es un hombre mayor...", logro balbucear, mi voz quebrándose patéticamente.
"¿Huuuu?" Un dedo en su mejilla, un gesto pensativo que en otras circunstancias podría parecer adorable. "Espérame aquí, Ademir..."
Y con eso, ella salta, un movimiento tan repentino y poderoso que la fuerza de su despegue me empuja contra el suelo, mi cuerpo maltratado protestando con una nueva oleada de dolor.
Un pequeño cráter queda donde antes estaban sus pies, un testimonio mudo de su fuerza sobrehumana.
El miedo me paraliza al darme cuenta de que me ha dejado solo con el Zyriano sádico, pero para mi sorpresa y alivio, él tampoco se mueve, como si la mera presencia de Claire, incluso en la distancia, fuera suficiente para mantenerlo a raya.
Segundos después, la supersoldado regresa, Dorian en sus brazos. Con una delicadeza que parece fuera de lugar en medio de tanto caos y destrucción, lo deposita a mi lado en el suelo cubierto de escombros y cenizas.
"N-no..."
Mi corazón se detiene al ver el estado de mi amigo. Apenas respira, su pecho subiendo y bajando de manera errática y superficial. Sus ojos están vidriosos y desenfocados, mirando sin ver hacia el cielo oscurecido por el humo.
"¿Ese es tu amigo, Ademir lindo?"
Se está yendo, muriendo frente a mis ojos.
Mis lágrimas salen escasas, he derramado tantas que me estoy secando. Tampoco puedo sollozar bien porque mi pequeño cuerpo ya no me responde.
"Carajo... Dorian... Por favor resiste." Le susurro con voz quebrada.
"¡S-sí! Es él... Por favor, te ruego que nos lleves lejos de aquí, por favor."
Me siento exhausto, el dolor físico y emocional me consume mientras observo la surrealista escena que se desarrolla frente a mis ojos.
La mujer con la sonrisa radiante, que debería ser un faro de esperanza en medio de este infierno, vuelve a posar su mirada en el soldado Zyriano. Él permanece inmóvil, como una estatua tallada en piedra, a la espera de algo que no puedo decifrar.
De repente, un potente grito quiebra la tensión del momento, sobresaltando al cuatro ojos.