Compromiso Indeseado. (ABO)

El omega levantó lentamente la mano y acarició la mejilla del alfa, que estaba húmeda por las lágrimas incontrolables que se escurrían como cascadas.

—Creo que soy afortunado de hacer llorar al almirante K —dijo con un tono divertido, pero con voz susurrante.

—Bueno, si algo te pasara por mi culpa...

—No, no te culpes —la voz de Darre era cansada y sus labios resecos le hacían sentir mucho más culpable a Henrik. Aunque la mirada de Darre era sincera y sabía que sus palabras también lo eran—. No es tu culpa en absoluto.

—Te hablé sobre ello cuando tenía prohibido hacerlo, por supuesto que es mi culpa y, si no quieres verme a partir de ahora, lo entenderé perfectamente.

Henrik besó tiernamente la blanca mano del omega mientras la acariciaba con amor. Darre le sonrió apenas con ganas y pasó su mano por la barba que estaba creciendo.

—Bien —esa palabra heló el cuerpo de Henrik de pies a cabeza. Su corazón pareció detenerse en ese instante. Había meditado mucho, pero simplemente no estaba preparado para dejarlo ir; nunca lo estaría.

—¿Hablas en serio? —su voz temblorosa apenas pudo aguantar un sollozo. Dejar a la persona que había amado durante toda su vida era sin duda mucho más doloroso que recibir un disparo. Después de todo, una bala perforaba la carne, pero el rechazo perforaba el alma y la destruía a su paso.

—Sí, Henrik, hablo en serio —Darre bajó su mano y la puso sobre su pecho—. Quiero enamorarme, quiero casarme, quiero formar una familia...

—Pero no conmigo —interrumpió Henrik, su voz llena de angustia.

—No, te equivocaste —Darre lo miró directamente a los ojos—. Quiero hacer todo eso contigo, pero quiero volver a intentarlo desde cero. Además, aún hay algo que debo preguntarte.

Un enorme peso fue quitado de los hombros de Henrik en ese momento. Estaba asustado, pero con esas palabras, Darre había eliminado cualquier rastro de duda y miedo que existía en él.

—Está bien, responderé todo lo que quieras saber cuando salgas de aquí.

—De acuerdo, ahora ve y dile a mis padres que estoy bien.

Henrik asintió y salió corriendo de la habitación, su corazón lleno de una nueva esperanza. Se dirigió rápidamente al pasillo, donde el padre de Darre esperaba ansioso. Con una sonrisa amplia y sincera, Henrik le dio la noticia.

—Está despierto y está bien. Quiere verte.

El padre de Darre soltó un suspiro de alivio y lágrimas de felicidad asomaron en sus ojos. Sin perder tiempo, se dirigió a la habitación para ver a su hijo. Henrik, por primera vez en mucho tiempo, sintió que el futuro brillaba con una nueva luz de esperanza y amor. Había aprendido de sus errores y estaba decidido a construir un nuevo comienzo con Darre, uno basado en el amor, el respeto y la paciencia.

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Ambos se sentaron frente a frente. Había pasado más de un mes desde que Darre había estado en el hospital. Sin embargo, cuando fue dado de alta, Henrik tuvo que viajar a una misión, y su conversación pendiente se había aplazado hasta ese momento.

—¿Y bien? ¿Qué tal te fue? —Darre rompió el silencio que amenazaba con expandirse indefinidamente. Habían recordado todo, y las palabras cursis de su adolescencia aún le hacían sentir estúpido delante de Henrik.

—La misión fue sencilla. Fue algo clasificado, así que no puedo dar más detalles —respondió casi monótono. Él también estaba nervioso y sus piernas temblaban. Era como volver a ser aquel recién diferenciado alfa a punto de confesarse a su amigo de la infancia que aún no se diferenciaba.

—Bueno, tendré que acostumbrarme a ello —Darre parecía un poco deprimido. Si bien había pensado en un futuro al lado del famoso almirante K, no sabía que hablar sobre el trabajo sería algo prohibido en su relación. Pero era mejor de esa manera, así no se abrumaba con cosas complicadas de la milicia.

—Lo lamento. No puedo ser como otros alfas que hablan abiertamente de su trabajo, sobre si la bolsa de valores cayó, si sus acciones subieron de precio o si la secretaria no preparó bien el café.

—Eso es bueno. No quiero ser el típico omega que se queda en casa y cría a los bebés, tampoco quiero que seas el típico alfa aburrido —Darre le sonrió con arrogancia—. Es increíble que pueda decir que mi alfa es el mejor del país, capaz de destruir planetas con un solo disparo y con un poder militar tan grande que hasta el mismo rey tiembla en su silla.

Henrik no sabía si reír o llorar con esos comentarios. Era feliz de saber que a Darre no le importaba mucho el trabajo que desempeñaba y estaba más concentrado en presumir su poderío para apantallar a los demás.

—Bueno, tendrás un alfa muy capaz cuidando tu espalda.

—Pero primero ese alfa debe conquistarme y sabe que no es fácil.

Henrik asintió—. Ese alfa es capaz de comprarte Europa si quieres, incluso puede comprar un planeta para ti solo. No importa si pides la luna o las estrellas, este alfa se encargará de conseguirlo para ti.

Darre se quedó pasmado en su lugar. No sabía que Henrik pudiera usar tan buena labia para dejarlo sin palabras. Nadie en su pasado lo había logrado, e incluso se burlaba de sus cómicos intentos de conquista, pero Henrik era distinto; ni siquiera podía formular alguna palabra.

Después de un momento de silencio, Darre finalmente se recuperó y sonrió, un rubor ligero coloreando sus mejillas.

—Bueno, almirante, parece que tendrás que esforzarte mucho. No soy fácil de impresionar.

Henrik se inclinó un poco hacia adelante, mirándolo a los ojos con una intensidad que hizo que el corazón de Darre se acelerara.

—Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario. No importa cuánto tiempo me tome, Darre. Te conquistaré todos los días, hasta que no quede ninguna duda en tu corazón de que te amo con todo mi ser.

Darre sonrió, sintiendo una mezcla de alegría y esperanza. Tal vez, después de todo, su futuro con Henrik podría ser tan brillante como siempre había soñado.

—Bueno, háblame de eso que quieres preguntarme —Henrik cambió de tema y se acomodó en su lugar. Solo cuando él puso las palabras sobre la mesa fue que Darre recordó el punto de esta reunión.

—Recordé todo, Henrik, incluso recordé por qué me alejé de ti y no fui a despedirte ese día en el aeropuerto.

Henrik prestó completa atención a lo que Darre tenía que decir. Habían pasado años, y él seguía tratando de averiguar por qué Darre no se presentó aquel día. Después descubrió que fue cuando tuvo aquel accidente que le borró los recuerdos a su lado.

Los doctores siempre dijeron que era porque no quería recordar, le dolía recordarlo. No obstante, él nunca le había hecho daño, así que no comprendía por qué Darre decidió borrarlo de sus recuerdos.

—¿Ocurrió algo malo? —Henrik se veía preocupado y sus cejas se arrugaron.

—Ese día iba a comprarte un regalo de despedida, algo para que siempre me recordaras. Fui al centro comercial, pero, mientras andaba viendo en los escaparates... pude distinguirte a lo lejos. Me alegré de verte y estaba por ir a tu lado, pero luego un chico se te acercó —Darre hizo una pausa y bajó la mirada a su malteada—. Ustedes hablaron y luego siguieron caminando. Yo los seguí porque aún quería ir contigo, pero luego fueron a los baños y ahí yo... yo vi cuando ustedes se besaban, fue por eso que me emborraché y bueno, conoces el resultado.

Henrik no recordaba eso en absoluto. Sin embargo, conforme el relato fue avanzando, su mente se fue aclarando. Ese día se había encontrado por casualidad con uno de sus compañeros de instituto, un beta un año mayor que él con quien había tenido una buena amistad. Aquel chico se le confesó unos días antes de que se marchara.

—Yo lo rechacé antes. Ese día dijo que lo acompañara para comprarle algo a su hermana, y yo también quería comprarte algo a ti. Por eso estábamos juntos... No pensé que fuera a besarme en el momento en que me distraje un poco. De verdad, siempre has sido tú, Darre. Sin importar cuántos omegas o betas conozca y a cuántas personas les guste, lo único que me interesa es gustarte a ti, que tú me ames. No tanto como yo lo hago contigo, porque eso es imposible, pero espero que me ames.

Darre levantó la mirada y lo miró fijamente. Sus ojos estaban llenos de una mezcla de dolor y esperanza.

—Siempre te amé, Henrik. Pero aquel día, cuando te vi besando a ese beta, sentí que mi mundo se desmoronaba. Me alejé porque no podía soportar la idea de perderte, pero también de verte con alguien más.

Henrik tomó la mano de Darre con firmeza y la apretó suavemente.

—Nunca debí dejar que ocurriera esa confusión. Debería haber hablado contigo, aclarado las cosas en ese momento. Te prometo que nunca volveré a fallarte así. Quiero que estemos juntos, sin malentendidos ni dudas.

Darre asintió, apretando la mano de Henrik en respuesta.

—Lo sé, Henrik. Yo también quiero intentarlo de nuevo, sin que nada ni nadie se interponga entre nosotros.

Henrik sonrió y se inclinó hacia adelante, plantando un beso suave en la frente de Darre.

—Empezaremos de nuevo, desde cero. Te conquistaré cada día, Darre. Lo prometo.

Darre sonrió, sintiéndose más ligero que nunca.

—Me parece un buen plan, almirante.