"Fantaseo Con Esas Curvas" es una novela que narra la historia de un hombre que, a pesar de los estereotipos y las normas sociales, se enamora perdidamente de una mujer con sobrepeso. Alejandro, un joven exitoso y atractivo, ha pasado toda su vida rodeado de mujeres delgadas y "perfectas" según los cánones de belleza establecidos. Sin embargo, un día conoce a Sofía, una mujer con curvas generosas que cautiva su corazón desde el primer momento. A medida que su relación avanza, Alejandro debe enfrentarse a sus propios prejuicios y a la presión de su entorno, que no entiende cómo puede estar enamorado de alguien que no encaja con los ideales de belleza tradicionales. Sofía, por su parte, lucha por aceptarse a sí misma y superar sus inseguridades, mientras descubre que el amor verdadero puede encontrarse en los lugares más inesperados.
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Capitulo 13
Alejandro
-Yo también te amo, Alejandro -responde, con la voz entrecortada por la emoción-. Y no sabes cuánto me alegro de haber decidido confiar en ti.
Sonrío, sintiendo cómo una calidez indescriptible se apodera de mi pecho. Acaricio suavemente su rostro, perdiéndome en la profundidad de sus ojos.
-Sofía, tú has sido la mejor decisión que he tomado en mi vida -murmuro, con una intensidad que me deja sin aliento-. Estar a tu lado me ha hecho descubrir un mundo lleno de posibilidades y de sueños por cumplir.
Ella se acerca a mí y deposita un suave beso en mis labios, transmitiéndome una pasión y una ternura que parecen consumirme por dentro.
Cuando finalmente nos separamos, Sofía me regala una sonrisa radiante.
-Alejandro, contigo a mi lado, siento que puedo ser la mejor versión de mí misma -susurra, acariciando suavemente mi pecho-. Tú me has enseñado a confiar, a soñar y a creer en un futuro lleno de posibilidades.
Siento cómo mi corazón se hincha de orgullo y de una felicidad que parece querer desbordarse. Envolviéndola entre mis brazos, la acerco aún más a mí, sintiendo cómo nuestros cuerpos se funden en una danza de intimidad y conexión.
-Juntos, mi amor, podremos conseguir todo lo que nos propongamos -murmuro, depositando un beso en su frente-. Tú y yo, enfrentando la vida lado a lado.
Sofía asiente lentamente, y puedo ver reflejada en sus ojos una determinación que pocas veces he presenciado en ella. Es como si, de pronto, hubiera despertado a un mundo de posibilidades que antes le parecía inalcanzable.
-Alejandro, quiero que sepas que estoy lista -dice, con una voz firme y segura-. Lista para construir un futuro contigo, para enfrentar juntos todo lo que se nos presente.
Una emoción indescriptible me invade por completo, y siento cómo mis ojos se llenan de lágrimas. Estrecho a Sofía entre mis brazos, sintiendo cómo mi corazón late desbocado en mi pecho.
-Mi amor, no sabes cuánto me alegro de escuchar eso -respondo, con la voz entrecortada por la emoción-. Juntos, podremos alcanzar todas nuestras metas y cumplir todos nuestros sueños.
Nos besamos con una pasión y una entrega que parecen querer consumirnos por dentro. Es un momento mágico y único, lleno de una conexión que va más allá de lo físico y que nos une cada vez más.
Cuando finalmente nos separamos, Sofía me regala una mirada llena de adoración y cariño.
-¿Qué te parece si preparamos un delicioso desayuno? -propone, con una sonrisa traviesa-. Luego, podríamos explorar un poco más los alrededores.
Asiento, sintiendo cómo una emoción indescriptible me embarga. La idea de pasar todo el día a solas con Sofía, disfrutando de su compañía y de la belleza del entorno, me llena de una dicha que parece querer desbordarse.
Juntos, nos dirigimos a la cocina y, entre bromas y pequeñas caricias, preparamos un festín digno de reyes. Tostadas recién hechas, fruta fresca, yogurt y un delicioso café con leche. Es una comida sencilla, pero repleta de amor y dedicación.
Mientras disfrutamos de nuestro desayuno, no puedo dejar de observar a Sofía con una mezcla de asombro y admiración. Es increíble cómo, en tan poco tiempo, ha logrado ganarse un lugar tan especial en mi corazón.
-¿En qué piensas, mi amor? -pregunto, notando que se ha quedado ensimismada.
-En ti -responde, con un leve rubor en sus mejillas-. En lo afortunada que me siento de tenerte a mi lado.
Siento cómo mi corazón se hincha de orgullo y de una felicidad que parece querer desbordarse. Dejo a un lado mi plato y tomo su mano entre las mías, buscando transmitirle todo el cariño y la devoción que siento hacia ella.
-Sofía, tú eres quien me ha hecho sentir más vivo que nunca -murmuro, con una intensidad que me deja sin aliento-. Jamás pensé que encontraría a alguien como tú, alguien que me desafiara a ser una mejor versión de mí mismo.
Veo cómo sus ojos se llenan de lágrimas, y aprieta suavemente mi mano, intentando transmitirme todo el cariño y la gratitud que siente hacia mí.
-Alejandro, tú también has cambiado mi vida -responde, con la voz entrecortada por la emoción-. Has sido el único que se ha tomado el tiempo de conocerme, de entender mis miedos y de estar a mi lado sin juzgarme.
Sin poder contenerme más, me levanto de mi silla y, rodeando la mesa, me acerco a ella. Con una delicadeza infinita, tomo su rostro entre mis manos y deposito un beso en su frente.
-Te amo, Sofía -susurro contra su piel-. Y haré todo lo que esté en mis manos para que nunca vuelvas a dudar de ello.
Ella me regala una sonrisa radiante, y siento cómo una oleada de felicidad me invade por completo. Sofía es, sin duda, la mujer más especial que he conocido, y me siento profundamente afortunado de poder compartir mi vida con ella.
Terminamos nuestro delicioso desayuno entre risas y bromas, disfrutando de esa complicidad y esa conexión que parece unirnos cada vez más.
Cuando por fin nos levantamos de la mesa, tomo la mano de Sofía y, con una sonrisa traviesa, la guío hacia la puerta principal.
-¿A dónde vamos? -pregunta, con una emoción palpable en su voz.
-Es una sorpresa -respondo, guiñándole un ojo-. Confía en mí.
Sin decir nada más, salimos de la cabaña, dejando que nuestros pasos nos lleven por los senderos que se pierden entre los árboles.
Caminamos durante unos minutos, disfrutando del apacible sonido de la naturaleza a nuestro alrededor. Finalmente, me detengo frente a un claro, y no puedo evitar sonreír al ver la expresión de asombro en el rostro de Sofía.
Ante nosotros, se extiende un pequeño lago de aguas cristalinas, rodeado por una vegetación exuberante y colorida. Es un lugar hermoso y tranquilo, que parece sacado de un cuento de hadas.
-¡Alejandro, es precioso! -exclama, con una emoción que me llena el alma.
Le regalo una sonrisa satisfecha y, sin decir una palabra, comienzo a quitarme la ropa.
-¿Qué estás haciendo? -pregunta, con las mejillas sonrojadas.
Mientras ellos sean felices, los demás les resbale.