Gia Giordani es hija del general de las Fuerzas especiales de defensa Mundial, esta es una organización paralela a varios ejércitos unidos, que se encargan de misiones encubiertas y clasificadas, existen varias sedes de estas élites, las cuales se encuentran en varios lugares del mundo.
Gia es la única mujer y la menor de cuatro hermanos, todos pertenecientes a la elite con diferentes rangos, mientras ella solo es la princesa de la casa.
La joven ha estado enamorada desde siempre del hijo del general de división de la elite, el capitán Tomás Decker aunque este no quiere nada con ella, la ve como una Barbie sin cerebro.
El capitán Decker humilla frente a todos a la joven y ella tomará la decisión de cambiar su vida, ya que por aquellas palabras piensa que todos la ven como alguien inútil y sin cerebro.
Podrá esta joven demostrarle a un mundo machista que, si puede, podrá olvidar a este hombre tan ingrato.
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Decisiones
El camino de regreso se hizo largo, daba tristeza ver a la joven herida, las lágrimas de la chica caí cuál cascada, llevaba las manos en su cara y las Rodillas las tenía juntas y pegadas a ella, Gia no estaba de llorar estaba, triste y avergonzada, había Sido humillada delante de todos, no era más que una persona egoísta y hueca ante la mirada de los demás, se sentía vacía y triste.
Henry iba manejando y llevaba sus nudillos blancos de tanto apretar el volante, si mandíbula y la de los demás estaba apretada y tensa, estaban muy enojados con eso, idiota arrogante por dañar a tan dulce ángel, porque si había un ser dulce e inocente esa era la pequeña Gia.
Los mataba verla rota y triste, no decían nada, que podían decir, solo tenían ganas de matar a ese desgraciado, pero sin una razón de peso era suicidio hacerlo.
Los sollozos de la pequeña taladraban directo en el corazón de los chicos, querían abrazar a la pequeña, pero no se atrevían a hacerlo.
El auto por fin estacionó en la mansión y Gia bajó de este, abatida y con su cabeza baja, mientras caminaba a la mansión arrancaba sus alas y la diadema de aureola los tiraba al oído como Tomás tiró y pisoteo su corazón y sus ilusiones.
La joven se cuestionaba si en verdad era tan inútil como él dijo, si era tan horrible persona y si así la veían los demás.
Estaba molesta, ella misma se daba vergüenza, las palabras de aquel patán la destrozaron.
Al llegar a la sala vio a su nana y corrió a abrazarla, la señora no entendía por qué lloraba, qué le habían hecho a su dulce niña para que estuviese en ese estado, Gia temblaba en los brazos de su Nana Lu, estaba descontrolada daba pena mirarla así.
—Ya mi niña, que ocurrió, cuéntale a tu Nana Lu.
—Nana, soy un ser horrible… Yo … Yo … —La joven no podía hablar, realmente estaba mal.
—No digas eso, bebé, tú eres la persona mal dulce del mundo. —Decía su Nana.
—¡No es cierto, soy una egoísta y una mimada, una ridícula y una persona sin cerebro, eso soy! —Estaba fuera de sí, la joven salió corriendo a su habitación y cerró fuerte la puerta y luego se encerró pasándole seguro.
La joven lloró toda la noche, estaba muy mal y después de haber llorado mucho tomó una decisión, ella no quería estar allí, tampoco quería que la vieran como una idiota, ella tenía que ser algo más que la esposa de adorno de alguien más y sabía quién la podía ayudar.
Cansada y ojerosa con el maquillaje corrido, por tanto, llorar, tomó su teléfono y marcó el número de su hermano ya había amanecido, ignoró los miles de mensajes de burla de sus supuestas amigas, al segundo repique fue contestada la llamada y la voz del mayor de los Geordani contesto la llamada.
—Aló mi pequeña princesa… —Habló el joven al otro lado de la línea.
—No me llames así, como estás…
—Huy, qué genio, por qué esa actitud cariño, en qué te puedo ayudar. —Preguntó el Hermano mayor.
—Por nada Lorenzo, necesito un favor tuyo, solo tú me puedes ayudar.
—Claro que sí, cariño, dime qué deseas.
—Ya sé qué quiero hacer con mi vida y necesito tu apoyo, solo tú puedes hacerlo, no me puedes decir que no.
—Qué ocurre bebé, ya me estás asustando. —Pregunto ya inquieto el hermano de Gia.
—Quiero entrar a la Élite, estudiaré allá, quiero ser parte de las fuerzas especiales. —Hubo silencio del otro lado de la línea.
—Aló, Lorenzo, por favor contesta, no te puedes negar. —volvió a decir la menor.
—He… No sé qué decirte, tú no eres mujer para la Élite pequeña, esto no es un juego. —Dijo su hermano mayor.
—Sé que no lo es, y también sé que piensas que soy demasiado hueca para estar en la Élite. —Dice la joven algo molesta.
—No pequeña, jamás he pensado eso, tú no eres hueca, que te pasa habla conmigo.
—No me pasa nada, solo quiero que me ayudes a entrar en la Élite, yo no soy una Barbie sin cerebro.
—Por supuesto que no lo eres hermosa, quien demonios te dijo tal estupidez. —Pregunto ya molesto su hermano.
—Nadie Lorenzo, pero todos me ven como la niña mimada que va a terminar de modelo y casada como adorno. —Dijo su voz, se quebró un poco.
—Princesa, algo te ocurre y tú no eres alguien sin cerebro, eres muy inteligente y lo sabes. —Lorenzo suspira resignada, ya que sabe que no podrá sacarle nada, ella era así, jamás decía lo que le pasaba, ella no era de delatar a nadie.
—De acuerdo princesa, te ayudaré a entrar cuando quieres hacerlo, aunque papá se va a imponer. —Dijo Lorenzo.
—No me llames así y tranquilo papá se volvió a ir y pasarán meses antes de que se dé cuenta, mamá tampoco está como siempre estoy sola. —Suspiró ella y se secó las lágrimas.
—Quiero entrar ya mismo, sabes que ya terminé los estudios solo queda puro protocolo.
—Supongo que quieres estar en la sede de Italia o me equivoco, ya que allí está Tomás. —Dijo y ella se molestó.
—¡Pues te equivocas! Ves tú piensas que este es un capricho, para ti también soy una caprichosa si sentido. —Se volvió a quebrar.
—No prince … Digo por supuesto que no pequeña, yo no pienso eso y a donde te gustaría entrar entonces.
—Quiero la sede de Estados Unidos—Dijo y su hermano hizo silencio.
—Sabes que esa es la peor de todas, es demasiado fuerte para ti pequeña. —Trato de mediar él.
—No, quiero esa, necesito esto… —Pidió la joven.
—Normalmente, son tres meses de entrenamiento, entrenamiento fuerte, pero aquí son cinco, no tendrás comunicación con nadie, en esa sede ni tu apellido va a valer.
—Por eso la quiero de igual manera trataré que no me vinculen con papá, usaré el de mamá.
—De acuerdo, princesa, le ordenaré a los chicos que te lleven para allá de aquí, llamaré y dejaré todo listo.
—Peque, prométeme que si no logras pasar la prueba de los cinco meses o si necesitas salir antes le avisarás al mayor Fuentes y de inmediato te sacará de allí. —Dijo su hermano.
—Lo haré Lorenzo y gracias por apoyarme, aunque no creas que puedo.
—Sabes que si creo solo me preocupa lo que te pido suceder para que mi luz tomara esta decisión.
—Se llama crecer hermanito, adiós y gracias, ya verás que te haré sentir orgulloso. —Dijo ella.
—Ya lo estoy pequeña, latosa, adiós bebé.
—Lorenzo espera, no le digas a nadie donde estoy, por favor trata de decir que si papá busca mi nombre, que no le digan dónde encontrarme.
—Tranquila pequeña, allá son muy cuidadosos con eso ni él podrá pasar por encima del protocolo.
Los hermanos se despidieron y la joven preparó una maleta con lo que cree que pueda necesitar y se tiró en la cama,