Amor Prohibido

Al fin encontré a Layla, llevo buscándola todo este tiempo, la muy interesada se fue al ver que conmigo no lograría nada, siempre haciéndose la víctima, como pude ser tan ciego, como pude creerle tan espléndida actuación, la pobre híbrida que no sabía nada de su origen y que además no sabía lo que eran sus padres, todos los vampiros son iguales, en ellos no se puede creer, por eso nos hemos dado a la tarea de eliminarlos a todos, mi querida Layla se salva por ser mi pareja, no entiendo como el destino se pudo equivocar tanto, como puede ser posible que mi pareja sea un asqueroso vampiro, pero no descansaré hasta romper aquel lazo.

Hoy al fin la tendré frente a frente, hace unos días la vi en un supermercado y sé que ella sintió mi olor, se veía como siempre, simple y sin gracia, me aleje de aquel lugar sabía que mi lobo quería reclamarla como suya, él no cree en todo lo que sabemos de ella, él cree que todo tiene una explicación, él no entiende el daño tan grande que ella nos hizo, además no sentí ninguna loba en ella, eso quiere decir que solamente es una vampira y no la híbrida de aquella leyenda tan estúpida.

El lunes llego y llegué muy temprano a mi oficina, mis empleados me saludan como siempre, yo respondo al saludo tan frío que hasta el piso por donde camino se enfría, llegue a mi oficina y le dije a mi secretaria que Layla vendría y que apenas llegué la haga pasar y que nadie me molestará mientras ella estuviera aquí. Estaba viendo por las cámaras cuando la veo entrar, está vez se veía tan sexi en ese vestido negro, camino al ascensor y al llegar a este piso se encontró con Bruno, la vi coquetear con él, vi como caminaban hacia acá sonrientes, realmente es una descarada, al poco tiempo entro por la puerta, yo estaba viendo hacia la calle tratando de controlarme no quería sucumbir ante este lazo que me une a ella, cuando creí estar listo voltee a verla, ella se vio sorprendida, camino hasta mí y me abrazó, sabía que solo era por el vínculo, este vínculo es muy fuerte, una cosa llevo a la otra y terminamos besándonos, perdí el control solo quería hacer la mía en ese momento, recorrí con mis manos su cuerpo, estaba besando su cuello cuando quise levantar su falda y en ese preciso momento ella me alejo, se disculpó y bajo del escritorio, la dejé hecha un lío, su cabello desordenado, su labial estaba corrido y el vestido ni se diga, se quería ir, solo que en ese estado no podía salir de mi oficina, la envíe al baño, tardó media hora en salir, mientras yo trataba de control a mi lobo, este estaba como loco, no entiendo ni por qué si ella no tiene una loba, estuve a punto de hacer la mía, aún siento su piel en mis manos, su boca pegada a la mía, que sensación tan increíble, nunca antes había experimentado algo así de intenso, definitivamente debía romper ese vínculo, mientras yo me perdía en mis pensamientos, Layla salió del baño, yo ya estaba calmado así que me acerque a ella y le dije que sería mi amante y si se negaba acabaría con su familia, además le advertí que si me rechazaba mi gente mataría a su familia, sé que ella sabe lo de nuestro vínculo solo que se hace la desentendida, no puedo creer que estaba enamorado de una mujer así y ahora que está totalmente formada, y muy bien formada sé que es capaz de enloquecer a quien ella quiera.

No podía retenerla más, así que la deje ir, tengo que ser fuerte no puedo caer a sus encantos de vampiresa.

El resto del día lo pasé de mal humor, más de lo de costumbre mis empleados pagaron los platos rotos y se lo advertí a Bruno, nadie podía acercarse a Layla el que lo hiciera pagaría las consecuencias, el pueblo quedaba a dos horas de la ciudad así que ese día fui a hacerle una visita a mis queridos suegros, esos asquerosos vampiros.

Los tenía en el calabozo de ahí no podrían escapar, les daban sus tres comidas al día, tampoco quería que murieran rápido.

— Vaya, vaya si aquí está el clan Suvillan en pleno. — Dije con desdén.

— Que está pasando aquí? ¿Por qué nos encerraron en este lugar? — Pregunto Leandro Suvillan furioso.

— Porque a mí me da la gana y agradezcan que no los he eliminado solo por este estúpido vínculo que me une a su hija, si no ya tampoco existieran. — Les dije con desprecio.

— No te atrevas a lastimar a nuestra hija, si le llegas a hacer algo yo mismo acabaré contigo. — Grito el padre de Layla.

— Ja, ja, ja tranquilo suegrito, su hija me servirá para pasar el rato por ahora no pienso acabar con ella. — Dije sonriendo.

— No la lastimes por favor, no sé qué te hicimos, pero ella es inocente. — Suplicio Katherine.

— Inocente? Ella es peor que ustedes y ahora sí me disculpan iré con mi mujer, una verdadera dama y no como su querida hija, saben lo primero que hizo cuando me vio? Pues claro que lo saben, ustedes la criaron para eso, la muy sinvergüenza se lanzó a mis brazos y le hice el amor para después desecharla como lo que es, una cualquiera, ahora iré con mi compañera, una verdadera dama.

Salí del calabozo con un sabor amargo en la boca, no sabía porque tenía tanto remordimiento, también tenía rabia pues entre Layla y yo solo hubo besos y caricias nada más, fui a la casa de la manada y ahí estaba mi beta con mi mujer Ashley, ellos son en los únicos en quienes confío.

— Amor al fin llegas. — Me recibió Ashley con un abrazo.

— Así es princesa, necesito hablar con Gisbert ahora nos vemos en la habitación. — Le dije dándole un beso.

Mi beta y yo fuimos a mi oficina y ahí hablamos un rato, el no sabía de Layla y así se tendría que mantener, no iba a arriesgarme que Ashley se enterará de que mi compañera regreso y le pasara algo a ella o a mi futuro hijo.