«Si Tú No Existieras»

— ¡Dios mío!, esto no puede estar pasando. — exclamó la adolescente. Él la levantó y la sujetó por la cintura con una mano, con la otra sostenía su barbilla.

— Te amo, es la primera vez que digo esas palabras. Te amo, y no estoy esperando que sientas lo mismo por mí, solo quería que supieras que te amo, y nada más. Nunca olvides, que si tú no existieras, yo no podría existir.— retornaron arduamente a sus besos.

Perla sintió estremecer todo su cuerpo. Su corazón empezó a latir apresurado. Sintió una cosquilla en el estómago.

Dayhan la condujo a la cama lentamente, dejándola sentada en el borde. Esta vez quería disfrutar de su cuerpo al máximo. Le quitó lo que traía puesto. Ella al principio no quería que él la viera totalmente desnuda, pero él le susurró al oído. — Déjame disfrutar de ti sin objeciones, déjame saborear cada parte de tu cuerpo, por favor. — suplicó con excitación.

Perla al escucharlo hablar con esa voz de ternura se relajó un poco. Dayhan besó su cuello, se detuvo y la miró mientras rodeó sus pechos redondos y amenazantes, con sus dedos. Hacía círculos en toda el área. Perla se mordió el labio inferior y lo miró con deseos. Dayhan fue deslizando su mano hasta su parte íntima, ella estaba ruborizada. Él se acercó a su boca, mientras le tocaba su parte sensible, la besó e hizo movimientos con sus dedos.

Dayhan sentía cómo ella se estremecía y volvió a besar su cuello, bajando lentamente hasta sus pechos perfectos. Se deleitó en cada uno de ellos. Continuó bajando por su abdomen, ella intentó detenerlo, pero él la sujetó fuerte por la cintura. Poco a poco fue dejando besos espontáneos hasta llegar a su parte íntima. La escuchaba gemir y su erección se hacía más prominente, era el sonido más placentero que jamás había escuchado y, él era el causante de tanto placer.

Perla no podía evitar gemir sin control, era su primer sexo oral. El placer que sentía era a otro nivel. Jamás nadie le había puesto la boca en esa área, todo lo que estaba experimentando le encantaba. Una sensación recorrió todo su cuerpo, Dayhan la llevó al clímax de sus deseos. Él la posicionó de una forma para que estuviera más cómoda y empezaron a hacer el amor.

El chico temía lastimarla nuevamente, se introdujo despacio en su cuerpo. Sentía cómo se aferraba a su espalda y quería acelerar sus movimientos, pero no lo hizo y siguió lentamente. Sentía su sangre recorrer todo su cuerpo rápidamente, sus venas estaban alteradas y su respiración agitada. Él había tenido relaciones sexuales con varias mujeres, pero con Perla era diferente, era especial, era sumamente placentero. Deseaba que permanecieran unidos por tiempo indefinido, su calidez lo volvía loco.

Para la señorita, era increíble todas las cosas que Dayhan podía hacer. Sentía cómo él entraba a su cuerpo despacio y se aferraba a su espalda tonificada. Pudo percibir que no la quería lastimar, pero ella quería más y más fuerte. Su cuerpo empezó a hacer movimientos involuntarios, dándole a entender que necesitaba más. Los movimientos se hicieron intensos, ambos gemían de placer. Ella lo escuchó decirle al oído: «Te amo». Perla, sin pensar en nada y con ganas de gritarlo a los cuatro vientos, le dijo entre gemidos: «Yo también te amo».

Dayhan se detuvo, no podía creer lo que acabó de escuchar. Se preguntó si solo era por el placer, o si quizás ella sentía algo por él. Con la respiración agitada, su cuerpo al límite de los deseos y susurrándole al oído, le dijo: «Repites lo que acabas de decir. Dime que me amas».

Los movimientos de Perla se hicieron más veloces, sus gemidos retumban el lugar. «Te amo, Dayhan, te amo»— dijo ella.

—¿Me amas? No te creo.—dijo entre gemidos, por todo el placer que estaba sintiendo con los movimientos de Perla.

—Te amo, deja de tratarme como una niña, ya no lo soy.— respondió Perla. Con semejante declaración y con tantas ganas, empezaron a tener sexo salvaje, lleno de caricias y ternura. Expresaban palabras de amor, los gemidos se escuchaban con eco. Por suerte, nadie los podía escuchar.

Hicieron el amor como jamás imaginaron que podía pasar. Dayhan la miró, aún sorprendido por el «te amo» que Perla le expresó. La abrazó fuerte y sonrió tiernamente.

Perla, después de todo lo que hizo, se sintió avergonzada. Al verlo reír, le preguntó con curiosidad: —¿Por qué te ríes?

— Estoy feliz. Vuelve a decirme que me amas.

Perla se negó a hacerlo, a lo que él replicó:— Entonces voy a creer que solo lo dijiste por la emoción del momento. Ella lo abrazó fuerte y finalmente dijo: "Te amo, te amo".

El tiempo les parecía corto, habían transcurrido dos maravillosos días y estaban disfrutando al máximo de su sexualidad. Tenían relaciones sexuales en todas partes, en el lago, en la arena, debajo de los árboles, en la orilla del mar, en fin, donde podían saciar sus deseos. No solo se conocieron íntimamente, sino que también compartieron largas charlas, planes y sueños, lo que hizo que ambos supieran todo sobre sus vidas.

Autora; Considero que la historia es buena, sin embargo, no obtiene el reconocimiento merecido, ¿Será que los lectores no les gusta comentar, ni dar regalos, ni me gusta?