Rey Clifford, un joven maestro que una vez fue desterrado de su familia, vivió como un vagabundo hasta que el destino lo llevó a convertirse en parte del ejército.
¿Quién habría pensado que en el ejército su destino cambiaría drásticamente? De ser inepto en el uso de armas, pasó a convertirse en el dios de la guerra más joven de su país.
Terminada la guerra, regresó de la frontera y aquí comienza su historia.
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Capítulo 13
...Capítulo 13...
Rey comenzó su discurso con una breve presentación. Luego, también contó brevemente el contenido de la reunión entre él y los altos ejecutivos de la empresa. Después de eso, también habló sobre la decisión de despedir al Sr. Baskara junto con veinte altos ejecutivos que lo apoyaban.
El ambiente se volvió ruidoso de inmediato cuando escucharon que el Sr. Baskara, la persona que durante este tiempo les había estado dando ganancias, sería despedido de la empresa.
Esto no se trataba de solidaridad, sino de interés propio.
Muchos pensaron que el despido del Sr. Baskara les causaría pérdidas. Porque, durante este tiempo, se habían sentido demasiado cómodos estando bajo la jurisdicción del Sr. Baskara. Sin que ellos lo supieran, solo eran herramientas para fortalecer la posición del Sr. Baskara dentro de la empresa. Era como un pilar que se mantiene firme si tiene estacas. Entonces, si el Sr. Baskara era ese pilar, entonces estas personas eran las estacas que fortalecían la posición de dicho pilar. Después de todo, solo eran gente pequeña que pensaba que las pocas ganancias que les daba el Sr. Baskara eran por su generosidad.
Sintiendo el apoyo de la mayoría de los empleados, el Sr. Baskara se sintió animado nuevamente. Luego, dijo en voz alta que eran los mejores y más leales camaradas. Además, el Sr. Baskara invitó a todos sus seguidores a vetar la decisión de Rey con la amenaza de que, si lo despedían, renunciarían masivamente.
Al ver lo entusiasmado que estaba el Sr. Baskara influyendo en las personas con su campaña, el rostro de Rey se ensombreció.
El Sr. Baskara ciertamente vio y pudo sentir el cambio en la expresión de Rey. Luego, con confianza, volvió a lanzar su ataque de presión.
"Y bien, jovencito. ¿Ahora crees lo que te dije? Es demasiado tarde para arrepentirse. Pero no te preocupes. Todavía puedo ser tolerante contigo. Así que...", el Sr. Baskara colgó sus palabras deliberadamente con la esperanza de obtener una respuesta de Rey. Pero, fue el Sr. Marlon quien respondió a sus palabras.
"Baskara. No puedo creer que haya criado a una serpiente dentro de la empresa. Si hubiera sabido que tu moral era así, te habría estrangulado hace mucho tiempo. ¡Eres un salvaje! Escupiendo en el plato del que comes", dijo el Sr. Marlon con el cuerpo tembloroso. Luego se volvió hacia Rey y le dijo: "Joven maestro. Este es mi error. Por favor, castígame".
Rey negó con la cabeza. Luego miró fijamente al rostro del Sr. Baskara.
"¿Por qué me miras así? Si estás de acuerdo con las condiciones que quiero, puedo considerar seguir trabajando en esta empresa".
"¿En serio? Entonces, ¿cuáles son tus condiciones?", preguntó Rey con calma. Sin embargo, en su corazón, ya le había dado una sentencia de muerte a este hombre.
"Bien. Aún no es demasiado tarde. Soy una persona bastante razonable", dijo el Sr. Baskara mientras se ajustaba la corbata. "La condición que quiero es que despidas al Sr. Marlon de su puesto como presidente y lo reemplaces por mí. Luego, también debes entregarme el 10% de las acciones de la empresa. Solo entonces consideraré volver a trabajar aquí", dijo el Sr. Baskara, expresando sus demandas.
El nivel de confianza del Sr. Baskara estaba realmente fuera de lugar.
"Si me permites decirlo, te tomas demasiado en serio a ti mismo", respondió Rey conteniendo la risa.
"Ja..., ¿qué quieres decir? Si me hablas con rodeos de nuevo, realmente me iré de esta empresa. En ese momento, tu arrepentimiento será inútil. En el momento en que mi pie cruce la puerta de esta empresa, incluso si te arrodillas, te aseguro que nunca más volveré a trabajar aquí. A menos que me entregues el 60% de las acciones de Sky Provider. Jejeje...", dijo el Sr. Baskara amenazante. Esta vez, su rostro era realmente descarado e inmoral. Si tan solo tuviera algo de decencia, debería estar agradecido por lo difícil que fue su vida antes de que el Sr. Marlon lo sacara del fango. Pero, ¿qué se podía esperar? Si su mentalidad era así, era como ayudar a un perro que se estaba ahogando. Después de ayudarlo, te muerde.
"¿Estás seguro? A menudo me encuentro con gente desvergonzada como tú. Y todos terminan arrepintiéndose", dijo Rey, y luego miró a la multitud. "Voy a hacer una votación para todos ustedes. Los que estén del lado del Sr. Baskara, por favor, apártense y párense en esa esquina. Los que no estén del lado del Sr. Baskara, párense en la otra esquina. Solo hay dos esquinas, la izquierda y la derecha. La derecha está del lado de la empresa y la izquierda del lado del Sr. Baskara. No hay grises. Blanco o negro", dijo Rey.
Al escuchar las palabras de Rey, más de cien empleados eligieron la esquina izquierda. Luego, la mayoría de ellos eligió la esquina derecha. Después de todo, también había quienes preferían mantener sus trabajos en la empresa a ser uno de los despedidos. Porque, encontrar un trabajo con un salario decente era más difícil para ellos que encontrar una aguja en un pajar. Sin embargo, para aquellos que eligieron ponerse del lado del Sr. Baskara, era diferente. En realidad, no querían renunciar, sino que querían aprovechar esta oportunidad para mejorar su posición en la empresa. Como volar una cometa, para ellos a veces se trataba de tirar y a veces de soltar. Pero lo que no sabían era que Rey era el titiritero, no la cometa. Aunque esto era un riesgo, por el bien de aumentar sus ingresos, estaban dispuestos a apostar por su destino.
"Bien. La decisión está en sus manos. No me importa la pérdida que sufra la empresa. Prefiero renovar la alta dirección y los empleados de la empresa que albergar una enfermedad. Todos ustedes, si se quedan en la empresa, eventualmente contagiarán a los demás. Por lo tanto, yo, como dueño de esta empresa, declaro el despido de todos los que se encuentran en la esquina izquierda. ¡Tomen su salario y lárguense de la empresa!", dijo Rey sin posibilidad de apelación.
El Sr. Baskara se sintió como si le hubieran dado una descarga eléctrica al escuchar la decisión tajante de Rey. El juego que pensaba que tenía bajo control se había vuelto en su contra.
Estúpidamente, se había disparado en el pie. Esperaba darse un festín, pero ni siquiera pudo conseguir las sobras.
"Jo..., jo..., joven maestro. No habla en serio, ¿verdad?", preguntó mientras se agarraba el pecho, que de repente le dolía.
Al ver a su líder así, los cientos de empleados que eligieron ponerse del lado del Sr. Baskara entraron en pánico. No fueron pocos los que lamentaron su decisión.
Los sollozos comenzaron a escucharse de los despedidos. Mientras que los que no fueron despedidos sintieron que habían tomado la decisión correcta.
"Dios nos ha bendecido. ¡Por el contrario, Dios los ha maldecido!", dijeron aquellos que sentían que habían tomado la decisión correcta.
"Todo esto es por culpa de Baskara. Todo es por culpa de este viejo demonio. El arroz se ha convertido en papilla. No hay forma de que vuelva a ser arroz. Ya está mojado, así que también podríamos bañarnos. Vamos, amigos. Ataquemos a este viejo bastardo", dijo uno de ellos.
Solo necesitaban un detonante. Una vez que la idea surgió de uno, los demás estuvieron de acuerdo de inmediato.
De repente, de entre los cientos de personas desesperadas, corrieron tras el Sr. Baskara, que parecía aturdido y desconcertado. Volvió a la realidad cuando un puñetazo lo golpeó con fuerza en la frente.
¡Boom...!
"¡A por él!"
"¡Maten a este viejo bastardo!"
"¡Vamos a unirnos a la fiesta!"
Las acciones de la gente desesperada se volvieron incontrolables. Siguieron lloviendo golpes, puñetazos y patadas sobre el cuerpo del Sr. Baskara. Incluso cuando el Sr. Baskara cayó, siguieron pisoteando el cuerpo del anciano hasta dejarlo irreconocible.
"¡Protejan al joven maestro!", gritó uno de los que no habían sido despedidos. Luego, se abalanzaron sobre Rey y lo rodearon como un escudo. Incluyendo a Ramón, que estaba al frente protegiendo a Rey con su porra de guardia de seguridad.
Rey asintió con satisfacción al ver sus acciones. En realidad, no necesitaba protección. Para él, estos cientos de personas eran solo hormigas. En comparación con los soldados en la frontera que lo rodeaban con armas, estas personas eran solo renacuajos débiles. Pero, a partir de esto, pudo asegurarse de que estas personas eran muy leales. La empresa se levantaría de nuevo con estas personas. Y era solo cuestión de tiempo.
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