Allegra debe tomar el lugar de su hermana Destiny para casarse con Mauricio. Un hombre rico y poderoso, pero homosexual.
Siendo que su familia estaba en una situación económica apremiante, a punto inclusive de quedar en bancarrota, Marcos Lombardi, su único posible salvador, les propone una solución.
Jamás pensó que la solución resultaría en casarse con el hijo de Marcos Lombardi, ¡Ocupando el puesto que originalmente le hubiera correspondido a su hermana!
Ambos, conducidos por obligaciones impuestas por terceros, deberán afrontar la situación.
¿Podrá el amor surgir entre ambos, en un matrimonio pactado por obligación?
¿Podrá ella conseguir la felicidad, siendo llevada contra su voluntad por mentiras?
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Capítulo 19 SIN CAMISA
Allegra Marie
La fiesta de mí boda fue estupenda, me divertí muchísimo bailando con Martín y viendo la furia de mis padres, además de la vergüenza por mí numerito. Pero no lamento nada, la vida es una sola y uno no se casa todos los días, de modo que gocé muchísimo.
Ir en auto con Mauricio fue tan aburrido como chupar un clavo o tal vez más. Trae consigo esa cara de velorio que me exaspera y me da ganas de abofetear solo para saber si la modifica.
Llegamos al aeropuerto y nos subimos a un avión donde todo era lujo y clase aunque mí mente solo pensaba en algo que mí cuerpo aclamaba, comida. Quería lo que fuera pero urgente, moría de hambre. Lo que ingeri en la boda para mí no fue más que un aperitivo y hasta más pequeño que solo consiguió engañar a mí estómago y con todo lo que bailé ahora podría devorar lo que me pusieran enfrente.
Para colmo de hambrienta Mauricio me hacía reclamos estúpidos que no comprendía. Éste matrimonio de 365 días apenas cursaba el primero y ya era una pesadilla, los otros 364 prometían ser peores o al menos cargados de drama.
Cuando vi a la azafata olvidé hasta los reclamos de quién era mí esposo, pedí lo que fuera que tuviera disponible para alimentarme urgente. Mí estómago ya gruñía por comida y yo no era sorda. Cuando finalmente me trajo varios platillos comencé a comer como si no hubiera un mañana pero mientras lo hacía una idea vino a mí mente para una novela nueva. Bocado a bocado solo comenzaba a unir mis pensamientos y todo prometía que la historia sería una maravilla tanto o más que las anteriores.
Cuando la azafata retiró los platos vacíos comencé con desesperación a buscar mí cuaderno y bolígrafo y a escribir sin parar. Necesitaba mí computadora urgente o algún dispositivo pero estaban en una de las maletas y temía olvidar algo en el proceso de búsqueda.
Las hojas eran un desastre entre rayones, palabras subrayadas, cosas tachadas como si eso las borrara y una letra que fácilmente parecía haber sido escrita por alguien que perdió el juicio o tenía parkinson.
Cuando finalmente acabé de escribir tenía ya al menos diez hojas y un esposo intentando descifrar alguna palabra sin éxito que para rematar me preguntó que hacía, ¿No era más que obvio? Si tengo un bolígrafo y un cuaderno obvio que no estoy jugando al fútbol, sino escribiendo.
Aterrizamos y nos fuimos a donde sea que nos hospedaríamos. Me encanta la montaña pero vinimos a una playa, maldita sea mí suerte o mis malditos padres que no conocen mis gustos. Aún así ahora necesitaba una cama a la que arrojarme y dormir desparramada por varias horas.
Una suite matrimonial en un lujoso hotel nos fue reservada, así que dormiríamos juntos a menos que tuviera un gran sofá para echarlo de la cama y dormir plácidamente pero no me creía con mucha suerte dadas las circunstancias. De todos modos dormir con el no sería tan malo, no me miraría ni me tocaría, algo así como dormir con un pariente.
En mí maleta no había ningún puto pijama así que recurrí a una buena opción, tenía un esposo más alto que yo con ropa más grande que me iría de maravilla. Una remera o camisa que me tapara más abajo de las nalgas sería ideal.
-Necesito ropa tuya
-¿Ahora planeas disfrazarte?
-No traje ningún pijama y me niego a dormir con jeans o pantalones largos así que préstame algo
-No
-No querrás verme dormir semi desnuda así que dame algo
-Haz lo que quieras
-Perfecto- comencé a desabotonar su camisa porque su estúpida maleta tenía código para abrirla
-¿Eres pervertida o qué?
-Prestame ropa, la necesito además no me gustas tú y no te gusto yo por obvios motivos. Mañana iré a comprar algo y te devolveré tu camisa o lo que me prestes
-Bien- se la sacó y me la dió
Pude ver una musculosa que dejaba ver unos músculos muy definidos y probablemente un abdomen igual de marcado. Llegué a la conclusión de que tal como ya decían los hombres más buenos están ocupados o son gays, al menos me alegraría las vistas porque quitando su cara de funeral no tenía desperdicio el condenado.