Isabell Janssen es una hermosa mujer de 24 años, hija de una importante familia en Nashville y esposa del director de Multinational Bank DN, ha preparado todo para celebrar su aniversario de bodas y darle a su esposo el mejor regalo. Pero su esposo tenía otros planes, dos cuerpos semidesnudos en el sofá, es lo que Isabell encontró cuando se apresuró a buscarlo en su oficina. ‘A veces el amor dura y otras veces en cambio, duele mucho’, ella creyó tenerlo todo, pero esa misma noche lo perdió; se enfrentó a los recuerdos que la aprisionaban en la tristeza y frustración para poder levantarse y darse una nueva oportunidad.
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Capítulo 18. Ramo de flores
Capítulo 18. Ramo de flores
Thomas la llevó de regreso al café, la acompañó hasta su auto y mientras Isabell buscaba las llaves en el interior de su bolso, él luchaba en su mente, indeciso por lo que debía hacer; Isabell no era como las chicas que había tratado antes, él podía mostrarse frío e indiferente y ellas lo seguirían insistentemente, temía que si actuaba con demasiado interés podría darle el mensaje equivocado, se burlaba de sí mismo, como dice el dicho, ‘una cucharada de su propio chocolate’. Isabell desactivó la alarma de su auto y se giró hacia donde estaba Thomas de pie para despedirse.
- Bueno\, gracias por todo. – Dijo Isabell con una ligera sonrisa en su rostro.
- Thomas sonrió también mientras asentía con la cabeza. – Fue un placer. – Respondió.
Isabell subió a su auto, encendió el motor y se puso en marcha observándolo desde el espejo retrovisor, él no se movió de ese lugar hasta que perdió de vista el auto que ella conducía. Ninguno de los dos se atrevió a decir más, las palabras se quedaron atascadas en su mente, muy en el fondo esperaban volver a encontrarse. Thomas caminó hacia su auto y subió sonriendo de oreja a oreja, lo que no pudo decir, él lo haría realidad.
Isabell levantó la mano para saludar al guardia del edificio, en el interior de su departamento acomodaba las compras en la nevera cuando escuchó el sonido de su teléfono celular, regresó a la sala y buscó en el interior de su bolso, sonrió al ver de quien se trataba.
- Discúlpame\, amiga – Escuchó a Elaine decirle al otro lado de la línea sin darle oportunidad de saludarla. - Dije que te llamaría\, pero han pasado más de tres días. Acabo de llevar a mis padres al aeropuerto\, no tienes idea\, los extrañaba demasiado pero después del primer día ya empezaba a desear que regresaran a casa. – Soltó una carcajada.
- ¿Por qué? ¿Qué pasó? – Preguntó con curiosidad.
- Parece que no están contentos con la vida que tengo hasta ahora\, no pararon de hablar sobre matrimonio e hijos. – Isabell sonrió – No tienes idea de la vergüenza que me hicieron pasar – reprochó – ayer salimos a almorzar\, para mi mala suerte nos encontramos a John y… tan pronto se los presenté a mis padres\, ya le estaban preguntando si estaba casado. ¡Fue vergonzoso! – Gritó al teléfono.
- Lo que ellos no saben es que\, es precisamente él con quien quieres casarte.
- No\, yo… me he dado por vencida con John. Él nunca podré verme como te ve a ti. – Respondió Elaine\, después de eso\, las dos permanecieron en silencio por un par de segundos.
- Sabes que nunca me ha interesado… - Intentó decir Isabell.
- Lo sé amiga\, no es tu culpa. Pero bueno\, basta de hablar de mí\, mejor dime qué querías contarme. – Dijo Elaine.
Isabell dejó escapar un suave suspiro, no sabía ni cómo decirle a su mejor amiga lo que había pasado en los últimos días, pero necesitaba desahogarse, tan pronto terminó de contarle todo lo que había pasado incluyendo la invitación a comer que había pasado a escasos minutos escuchó a Elaine gritar eufóricamente al otro lado de la línea, tuvo que alejar el celular brevemente de su oreja.
- ¿En serio Bell? – Preguntó incrédula. – Amiga\, me has dejado sin palabras.
- No sé qué me pasó\, en realidad no recuerdo nada\, cuando recobré los sentidos\, estaba\, bueno\, ya sabes\, lo que me hace sentir culpable es el hecho de que no lo detuve\, yo… lo estaba disfrutando y no me importó nada más en ese momento.
- Oye\, tranquila. – Respondió Elaine tratando de tranquilizarla. - Isabell\, es normal que después de tanto tiempo y después de lo que viviste te sientas así\, pero en serio\, no has hecho nada malo. No deberías sentirte culpable por disfrutar de tu sexualidad\, si has continuado\, si has permitido que él continuara\, es porque lo deseabas\, tu cuerpo lo necesitaba y amiga\, no eres de piedra.
- Lo sé y soy consciente de que mi cuerpo lo deseaba\, ¡vaya que lo disfruté! – Dijo cubriéndose su sonrojado rostro\, aún podía recordar el sonido de su respiración agitada y esos profundos ojos observándola fijamente. - Nunca me imaginé en tal situación\, pero… debo decir que es un hombre bastante interesante\, aunque sigue siendo un completo extraño. – Se recriminó al final.
- Bueno\, ahora sabes algo más de él. – Respondió Elaine. – Sé sincera contigo misma amiga\, respóndeme algo\, si se presentara la oportunidad de estar de nuevo con él\, tú… Isabell la interrumpió.
- Él debe volver a Londres, es probable que no volvamos a vernos. Así es que… debo hacerme a la idea que lo que sucedió entre nosotros es cosa de una sola noche, algo a lo que no debería darle importancia.
Las dos permanecieron en silencio por breves segundos, Elaine debía retomar su trabajo, por lo que se despidieron al poco tiempo, Isabell se sentía más tranquila después de haber hablado con ella. Después de terminar de acomodar las cosas en la cocina, Isabell tomó un baño con agua caliente, se puso una camisa y pantalón deportivo holgados, se sirvió un café y se sentó en un cómodo sofá que estaba junto a la ventana con un libro en mano.
El viernes al mediodía, regresaba a su departamento después de terminar su clase de italiano. Caminaba en el estacionamiento hacia la puerta lateral del edificio sujetando su bolsa con elegancia, al entrar, llamó su atención un bello arreglo floral que estaba sobre la superficie de la recepción, pero continuó su camino.
- Señora Isabell – gritó el guardia en turno quien se acercó a ella de prisa mientras secaba sus manos sobre su pantalón.
- Buenas tardes. – Saludó Isabell acompañando sus palabras con un movimiento de su mano derecha.
- Buenas tardes\, disculpe\, trajeron esto para usted hace un momento. – El guardia tomó el arreglo floral y lo puso frente a ella esperando que ella lo tomara.
- Yo no… - Isabell pudo ver un pequeño sobre rectangular en medio de las flores\, lo tomó con curiosidad\, mientras leía\, sus labios dibujaron una hermosa sonrisa que llamó la atención del guardia. – Perdón – aclaró la garganta - ¿Quién trajo esto? – Preguntó.
- Un mensajero las trajo hace veinte minutos\, no dijo más\, simplemente entregó el arregló y dejó instrucciones de que debía ser entregadas a usted.
- Isabell asintió con la cabeza. – Bien\, gracias. – Se despidió del guardia\, antes de dar la vuelta para continuar su camino hacia el ascensor\, miró a través del cristal frontal del edificio esperando ver al autor intelectual de tan hermoso detalle.
Soltó un suave suspiro ante la decepcionante escena, oprimió el botón con la flecha que indicaba hacia arriba, tras una breve espera las puertas del ascensor se abrieron, Isabell entró sujetando con delicadeza su ramo de flores, su mirada se concentraba en cada una de las flores tan llenas de color, acercó su nariz a ellas intentando impregnar sus fosas nasales con su olor natural. Leyó por segunda vez la tarjeta: ‘Resultó ser una buena idea… la pasta’. A esa breve línea la acompañaban las siguientes palabras: ‘¿Podrías asomarte a la ventana?
Tan pronto el ascensor se detuvo en su piso, caminó hacia su departamento, ingresó la clave de acceso, la pequeña pantalla mostró una color rojo que indicaba que la clave no era correcta, dejó escapar un fuerte suspiro mostrándose ansiosa, tecleó de nuevo la clave y un suave sonido le indicó que la puerta estaba abierta. Entró de prisa cerrando la puerta tras ella, dejó sobre el recibidor sus botas y bolso, caminó hacia la cocina y puso las flores dentro de un florero con agua.
Entró a su habitación, se dio un breve vistazo en el espejo, peinó su cabello con las manos e inhaló y exhaló antes de salir al balcón. Thomas estaba ahí, frente a ella, esa sonrisa en su rostro que lo hacía lucir tan seductor, las manos resguardadas en los bolsillos del pantalón, dándole un porte elegante.
Ella sonrió ligeramente cuando él extendió una de sus manos para saludarla, intentaba calmar sus emociones, había inquietud en su interior, era, increíble lo que ese detalle había logrado en ella, no sabía cómo describir lo que estaba pasando por su mente, la razón por la cual sus manos se sentían temblorosas y ligeramente sudadas. Ese hombre frente a ella era sublime, guapo, atractivo y una pizca de peligro lo terminaba de sazonar, completamente apetecible para ella.
Se limitaron a observarse, el ruido de los autos que circulaban en la calle y de las personas en su cotidiano vaivén les impediría escucharse por mucho que gritaran. Isabell murmuró ‘gracias’, Thomas asintió con la cabeza demostrando que le había entendido. La observa entrar a su departamento, aprieta su barbilla al contemplar su hermosa figura y ese suave contoneo de caderas que involuntariamente hace al caminar. Thomas no se aparta del balcón hasta que la pierde de vista.
donde está su dignidad para tener las fuerzas y salir de todo eso?
creo que se enfoco y alargo mucho nuestra escritora en la recuperación de la protagonista y ya me esta molestando que sea o la haga tan debilucha!!!
*la segunda soloe pusieron a sus hijos los nombres de los antepasados de el y ella ? no tuvo una abuela / o bueno q mereciera q llevará su nombre ? no podían elegir un nombre neutral ? no sé , eso noe gustó .