Patricia Silva una abogada intachable, decide llevar un caso que le puede traer problema en su vida, ¿qué pasará con esta abogada? les invito a leer la historia.
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Capitulo 19
Víctor vio llegar a la abogada, y su corazón empezó a latir apresurado, pero estaba sintiendo una ira, un coraje, al notar con la confianza que Diego la había recibido. No podía soportar esa escena e intentó ir a ellos, pero Carla lo impidió.
— Ni te atrevas, Víctor, si no quieres un escándalo. —dijo con una sonrisa fingida.
— Se te olvida que yo no recibo órdenes de nadie.
Se sacó de su agarre y se dirigió a su objetivo.
Alba no pudo evitar reír al ver la cara de Carla.
— Con que esa es la mujer que tiene loco a mi hijo, ¿verdad, Carla? Es que, con razón, esa mujer es hermosa y finamente delicada. — expresó, Alba.
— Maldita, vieja, me tienes alta, pero algún día me la vas a pagar. — dijo furiosa.
Para cuando Víctor intentó acercarse a Patricia, ella ya estaba con su hermano y cuñada, y de todo modo se acercó.
— Permiso, Lic. Silva, ¿podemos hablar?
Ella lo dudó mucho, pero se vería feo el desaire, se levantó y caminaron unos cuantos pasos.
— Bien, ¿qué quieres?
— Te ves feliz. ¿Por qué anda vestida de esa manera?
— ¿Cómo te atreves a dirigirme la palabra, maldito? Mejor ve con tu mujer, que me está mirando como si me quisiera matar.
— Sabes que mi mujer eres tú, después de ti no nadie —dijo con sinceridad.
— ¿Así le decías a ella mientras estaba conmigo?
— ¿Tienes una relación con ese hombre?, porque parecen muy íntimos.
Se quedaron callados por unos segundos, mirándose a los ojos, pero Víctor solo veía a la mujer que había acabado con la vida de su hijo. Eso lo hizo entrar en razón y olvidar definitivamente a la abogada. Prefiero irse de su lado.
Diego aprovechó para decir unas palabras.
— Les agradezco a todos por estar aquí, especialmente a la mujer que hizo esto posible, la inspiración de esta hermosa obra. Una mujer única, y no solo por su belleza, sino por todas las cualidades que posee. Un aplauso para Lic. Patricia Silva.
Todos aplaudieron, Patricia se acercó y les dio las gracias por sus palabras.
Víctor se había prometido a él mismo no volver a molestar a la abogada, pero ardía de los celos, no aguantó más y fue a dónde ella se encontraba, nuevamente.
— Sabía que algo estaba pasando entre ustedes, prácticamente hizo una declaración de amor, él muy pendejo.
— ¿Qué demonio te importa? Víctor, ¿acaso estás celoso? Tú y yo no somos nada, puedo estar con quien me dé la gana. Diego es un hombre guapo y está soltero, a diferencia de ti.
Si había una característica que definía a Víctor, era posesivo, y para él la abogada era de su pertenencia. La agarró por el brazo bruscamente, después reflexionó a tan abrupta acción. La soltó, pero seguía pegado a ella, no sabía cómo expresar lo que estaba sintiendo.
— No me tientes, soy capaz de matar al puto hotelero, tú eres mía.
— Nos están viendo, sonríe, que sea la última vez que me tocas.
Gloria se había percatado de la situación, y se dirigió a ellos.
— Disculpen, Paty, ¿podemos ir al tocador?
— Claro. Víctor, no te pertenezco.
Llegaron al tocador, Patricia, respiro profundo, sentía un nudo en la garganta, una ganas de gritar con estruendo y rabia incontrolable.
— Gracias, Gloria. Víctor estaba fuera de control, está celoso de Diego, pero ¿cómo se atreve?
— Lo vi muy alterado, ese hombre está muy enamorado, pero tú debes de estar tranquila por el embarazo.
— Mejor me voy a mi casa, estoy un poco mareada, ¿sabes qué es lo que más me molesta? Que me esté haciendo escenas de celos, cuando está casado con Carla.
— Relájate, te ves exaltada.
— Y lo peor, es que siento algo muy fuerte por él, Gloria, me duele verlo con esa maldita, pero se va a arrepentir, ya lo verás.
Dicen que las paredes tienen oídos, al parecer eso es cierto, mientras ellas hablan alguien las escuchaba en uno de los cubículos del baño. La señora decidió salir antes que las mujeres se fueran.
— Perdón, tenía un cólico, no quise interrumpir su conversación, y menos al escuchar el nombre de mi hijo.— expresó, Alba.
— ¿Su hijo? ¿Es usted la mamá de Víctor Torres?—preguntó Patricia.
— Sí, pero no te preocupes, no pienso decir nada de lo que escuché. Tú y yo tenemos que hablar, en otro momento, claro. Cuidas de mi nieto.— mostró emocionada.
En ese momento Patricia sintió que le bajó la tensión, era la mamá de él y había escuchado todo.
— ¿Qué hago ahora?—preguntó preocupada.
— Vámonos. Dijo que no ibas a hablar nada de lo que escuchó.— explicó Gloria.
Se despidieron y se marcharon.
———
Víctor no podía soportar la idea de que la abogada estuviera con alguien más, menos con Diego. No creía perdonarle lo que hizo, pero estaba enamorado como un tonto y eso no iba a cambiar de la noche a la mañana.
— Nos vamos. —ordenó él.
— Apenas está empezando la diversión. — le reclamó Carla.
— Dije que nos vamos de esta puta mierda. — replicó con rabia.
Todo el trayecto hacia su hogar iban en silencio, al llegar la señora quería saber qué le pasaba a su hijo.
— Hijo, estás muy callado, ¿te pasa algo?
— No, mamá.
— Obviamente, sí, no ves que está molesto, por lo que dijo Diego de Patricia. Está tan enamorado de ella que no puede disimular sus celos.— dijo Carla.
— Carla, ¿conoces a Patricia?—preguntó Alba.
— Fuimos amigas, una vez, ¿por qué preguntas?
— No, por nada.
— ¿Quieres saber si soy amiga de la amante de tu hijo?
— Pueden dejar de hablar de la abogada, joder. ¡Qué intensas son ustedes! —se retiró.
Víctor y Carla tenían días durmiendo en habitaciones separadas, él quería el divorcio y ella se negaba a dárselo.
Siguiente día
Desde que Patricia se enteró de su embarazo, cada día al despertar, en lo primero que pensaba, era en su bebé.