Sin que nadie se lo dijera, Aya era muy consciente de sus imperfecciones físicas.
Durante cinco años, Cahaya trabajó en la ciudad metropolitana, y ese día regresaba porque su boda se acercaba.
Sin embargo, no encontró felicidad, sino que la tristeza volvió a su vida.
Resulta que Yuda abandonó a Cahaya y se casó con otra chica.
Cahaya debería haberlo previsto desde antes, pues los propios padres de Yuda siempre se mostraron crueles con ella, incluso burlándose de sus imperfecciones.
¿Cuál será el próximo capítulo en la vida de Cahaya?
¿Llegará finalmente la buena fortuna después de tantas desgracias?
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Capítulo 18
Finalmente, llegó el domingo tan esperado. Aya sintió que su corazón latía con fuerza. Después de varios días, finalmente había logrado completar diez bolsos de material de vidrio plástico usado, tal como lo había pedido la señora Syifana. Cada bolso tenía un diseño único.
La señora Syifana quedó asombrada con el trabajo de Aya. Resultó que la chica era realmente talentosa. No en vano la había apoyado.
Desde la mañana, los trabajadores de la casa de la señora Syifana habían estado ocupados. Los trabajadores de la cocina prepararon diversos platos, pasteles y bebidas frías. Los demás trabajadores limpiaron las habitaciones meticulosamente, decorando, colocando jarrones de flores, rociando perfume de ambiente que desprendía un aroma fragante.
"¿Acaso esta es una oportunidad para presumir el trabajo de esa coja? ¿Por qué todos nosotros tenemos que complicarnos?" Santi resopló molesta mientras golpeaba la espátula en su mano.
Bu Rika, la jefa de servicio, respondió con el mismo tono de enojo: "¡Exacto! Porque es la consentida de la señora, nos convertimos en sirvientas improvisadas. Antes pensaba que era una buena chica, pero es igual. Astuta, buscando quedar bien con la patrona".
Santi sonrió con cinismo. "Ves, Bu Rika también siente lo que yo siento. Me pregunto, ¿cómo es posible que la señora esté tan ciega con ella?"
Bu Rika suspiró. "No lo sé. Lo que está claro es que me asquea verla alabada así. ¿Qué tiene de especial?"
Santi resopló molesta. "¿Entonces por qué Bu Rika siempre se comporta de manera dulce con esa coja?"
"Nunca me ha gustado", respondió Bu Rika con brusquedad. "Pero, ¿qué podemos hacer? Solo somos trabajadoras aquí. Si la señora está contenta con ella, pues nos toca seguirle el juego. Siempre y cuando no se le suba a la cabeza y haga lo que le plazca con nosotras".
Algunas sirvientas de la cocina que estaban a su alrededor se miraron al escuchar a Rika y Santi. Se preguntaban, ¿acaso no es este el evento de rifa de la dueña de la casa? Incluso si Cahaya no hiciera los bolsos, de todos modos tendrían que limpiar y cocinar. ¿Acaso no siempre ha sido así?
Sin embargo, no querían involucrarse. Santi y Bu Rika eran muy hábiles para tergiversar los hechos, si se involucraban, Bu Rika podría contarle cosas que no son a la señora Syifana y podrían ser despedidas.
"Bu Rika, tengo una idea", susurró Santi, acercándose a Bu Rika que estaba colocando vasos sobre la mesa.
Bu Rika volteó con el ceño fruncido. "¿Qué idea?"
"¿Qué tal si le damos una lección a Aya? Para que se ubique, que no porque es la consentida de la señora, puede hacer lo que le plazca", propuso Santi con un tono astuto.
Bu Rika pareció pensarlo por un momento. "¿A qué te refieres?"
Santi sonrió con significado. "Podríamos 'sin querer' dañar algunos de sus bolsos. O tal vez, podríamos sabotear este evento de rifa. Para que la señora se avergüence y finalmente se dé cuenta de que Aya no es tan grandiosa como ella cree".
Los ojos de Bu Rika se abrieron como platos. "Santi, ¡no te vuelvas loca! ¡Si nos descubren, nos pueden despedir!"
"Tranquila, Bu. Somos inteligentes. Lo haremos con cuidado, para que nadie sospeche", respondió Santi, cada vez más entusiasmada. "Además, esto es por nuestro bien también, ¿no? ¿No queremos que esa coja nos menosprecie continuamente?"
Bu Rika guardó silencio. Odiaba a Aya, y la idea de Santi sonaba tentadora. Sin embargo, también temía las consecuencias.
Santi vio la duda en el rostro de Bu Rika. Así que intensificó su instigación. "Piénsalo, Bu. Si lo logramos, la señora seguramente nos valorará más".
Bu Rika se mordió el labio. Las palabras de Santi comenzaron a penetrar en su mente. Pero al instante siguiente recuperó la cordura.
"Sigo sin estar de acuerdo. Incluso si quisiéramos hacer eso, al menos no ahora. Tenemos que encontrar el momento adecuado".
Santi resopló molesta. En realidad, quería deshacerse de Cahaya lo antes posible. Pero si no obtenía el apoyo de Bu Rika, tampoco se atrevía a actuar sola.
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Todos los preparativos estaban listos, las señoras que eran participantes de la rifa habían llegado. Los camareros con actitud sirvieron comida y bebida. Las voces de las señoras charlando y contando historias llenaron la habitación. Las risas hicieron que el ambiente de la sala de estar fuera festivo.
Después de terminar el sorteo de la rifa y saber quién la había ganado ese día, con orgullo, la señora Syifana presumió los bolsos a las señoras del barrio que asistieron al evento de la rifa. Invitó a las señoras a ver los bolsos que habían sido ordenados pulcramente sobre una gran mesa en la esquina de la habitación.
"¡Señoras, vean esto! Este es el trabajo de uno de los empleados de nuestra casa", dijo la señora Syifana con una amplia sonrisa. "Aya es muy creativa. Puede convertir objetos usados en algo de alto valor artístico".
Mientras decía esto, la señora Syifana jaló la mano de Cahaya para que se acercara.
Las señoras participantes de la rifa inmediatamente rodearon la mesa. Parecían asombradas con los bolsos reciclados hechos por Aya.
"Vaya, qué bonitos los bolsos, Aya. ¿De verdad son de vasos de plástico usados?" preguntó una de las señoras con un tono incrédulo.
Aya sonrió tímidamente. "Sí, señora. Intento aprovechar los objetos que ya no se usan para convertirlos en algo útil", respondió.
De repente, una señora que usaba anteojos preguntó: "Aya, ¿tú misma los cosiste?"
"Sí, señora", respondió Aya. "Los cosí a mano, con la ayuda de Mbak Tina y Mbak Rani".
Otra señora intervino: "Vaya, qué genial. ¿Seguro que se necesita mucho tiempo para hacer un bolso como este?"
"Bastante, señora. Pero me gusta hacerlo", dijo Aya mientras sonreía. Aunque en su corazón latía con fuerza.
La señora Syifana añadió: "Aya es muy diligente. Siempre aprovecha su tiempo libre para hacer bolsos como este".
"Qué creativa eres, jovencita. Me da vergüenza, durante todo este tiempo solo he sabido tirar basura", dijo otra señora mientras reía.
"Vaya, entonces si en casa de todas ustedes hay vasos de plástico usados, pueden recogerlos y traerlos aquí. Si es necesario, los compraré por kilo".
La señora Syifana se entusiasmó aún más al ver el entusiasmo de las señoras. Así que comenzó a ofrecer los bolsos para que los compraran.
"¿Es verdad, señora Syifana? ¿De verdad quiere comprar vasos de plástico usados? Porque a mis hijos les gusta mucho beber bebidas instantáneas como esas", una señora estaba muy entusiasmada al escuchar las palabras de la señora Syifana.
"Claro que sí, ¿cómo voy a mentir? Además, Cahaya realmente necesita vasos usados como esos".
"Vaya, yo también quiero eso. Más tarde, si en casa hay vasos como esos, los recogeré para que mi sirvienta los traiga aquí".
"Entonces, ¿quiénes están interesadas en comprar? El precio es asequible. Además, de esta manera, contribuimos a cuidar el medio ambiente", dijo la señora Syifana.
Inesperadamente, las señoras del barrio se apresuraron a comprar los bolsos hechos por Aya. En poco tiempo, todos los bolsos se vendieron. Incluso nadie se quejó por no alcanzar. Por supuesto, porque el padre sólo hizo diez bolsos. Mientras que los participantes de la rifa eran treinta personas. Los que no alcanzaron inmediatamente encargaron bolsos como esos a Cahaya.
*
"Alhamdulillah, señora. No sé qué decir. Muchas gracias por la oportunidad que me ha dado", dijo Aya con los ojos llorosos.
Los participantes de la rifa se habían ido. Ahora sólo quedaban Aya y la señora Syifana en la sala de estar.
La señora Syifana abrazó a Aya con cariño. "De nada, jovencita. Todo esto es gracias al trabajo duro y al talento que tienes. Estoy orgullosa de ti", respondió.
Marcel, que había estado observando desde la distancia, también sonrió feliz al ver el éxito de Cahaya. En su corazón, prometió seguir apoyando a Aya en todo.
"Aya, quiero hablar contigo de algo", dijo la señora Syifana con un tono serio.
Aya se sintió un poco preocupada al escuchar el tono de voz de la señora Syifana. "¿De qué se trata, señora?" preguntó.
"Veo que tienes mucho talento para hacer bolsos reciclados. Quiero que te centres en desarrollar ese talento", dijo la señora Syifana.
"¿A qué se refiere, señora?" preguntó Aya confundida.
"Quiero que te centres más en la fabricación de estos bolsos reciclados. No te preocupes demasiado por las demás tareas del hogar", explicó la señora Syifana.
Aya se sorprendió al escuchar las palabras de la señora Syifana. "Pero, señora, yo soy la sirvienta aquí. Mi trabajo es hacer las tareas del hogar", replicó Aya.
"Lo sé, Aya. Pero tampoco quiero que tu talento se quede enterrado así como así. Quiero que tengas éxito con ese talento", dijo la señora Syifana.
"Pero, señora, me temo que mis compañeros sirvientes se sientan celosos de la atención excesiva que me presta", dijo Aya con un tono preocupado.
La señora Syifana suspiró. "Aya, no tienes que pensar en lo que digan los demás. Lo importante es que te centres en lo que te gusta y dominas. En cuanto a tus amigos, hablaré con ellos", dijo la señora Syifana.
"Pero, señora..."
