Maja es una hacker que obtiene un trabajo importante para buscar a la esposa de un enigmático empresario que fue secuestrada. Pero comienza una relación prohibida con ese hombre. Un amor imposible que sería infinito.
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Capítulo 18 El Divorcio
Amor Infinito.
Capítulo 18. El Divorcio.
Elsa Isasa.
Han pasado tres meses.
Leonardo Valente estaba ese día en una reunión con su abogado y el abogado de oficio que se ocupaba de los asuntos de quién sería su ex esposa dentro de unos instantes.
Muchas cosas habían pasado en estos tres meses.
A los pocos días Andrea había traído unos estudios realizados en secreto del ADN del niño por lo que constató que no era su hijo, ni siquiera parecía ser el hijo de Vito Luciani.
Eso cayó a Leonardo como un mazazo en la cabeza.
Hasta ese día había tratado de ser amable con ella dentro de su hogar. Si bien no podía siquiera tocarla, le tenía lástima porque el pequeño por una causa o por otra : bajo peso, atención psiquiátrica y psicológica, llanto continuo y negación de acercarse a su madre impedía a las autoridades entregar al pequeño a Magdalena.
Y Leonardo sufría pensando que esa mujer estaría destrozada sin su hijo.
Pero cuando supo que no era su hijo, que la muestra de cabello del niño no tenía ninguna coincidencia con la suya, recién un velo pesado cayó de sus ojos. Y la vió como realmente era. Una mujer vil y traicionera.
Quería matarla,hacerle desaparecer, pero su amigo le contuvo.
Gracias a Dios ese mismo día vino el Delegado mayor de Investigaciones con la policía y se la llevaron detenida. El motivo : Fingir su secuestro y declaraciones falsas en la policía.
Ahora estaba allí, en esa reunión entre partes para acordar su divorcio.
Por fin Magdalena Valente había accedido a la suma ofrecida por su marido para firmar la separación.
El proceso legal fue rápido. Los papeles fueron firmados por él y el representante de su ex mujer.
Andrea llevó la documentación al juez de oficio y al otro día su sentencia de divorcio estuvo en sus manos.
Fue tan liberador ese acto para Leonardo Valente que las lágrimas corrieron por sus mejillas cuando salió del juzgado. Un fotógrafo de los que siempre existen retratar el dolor ajeno le sacó una foto y con ella publicaría un artículo sobre un padre que llora porque descubre que el niño no es suyo.
El juez había accedido formalmente al examen de ADN y formalmente también le otorgaron la documentación oficial que Dinor Luciani no era su hijo.
Ese día fue a la casa de la pareja que tenía por ahora la custodia del pequeño. Era una pareja de jóvenes esposos que debido a el cáncer que aquejo a la chica, no podían concebir y el estado le otorgó la guarda y tenencia temporaria de la criatura.
Atendieron en su humilde casa a Leonardo. El niño se apretaba a esa mujer como tabla segura en un naufragio.
– Recién ahora ha perdido el miedo nuestro pequeño - dijo la chica acariciando el rostro de su futuro hijo– Usted sabe señor Valente que fue muy maltratado por sus padres.
– Eso dicen las pruebas psicológicas. Vine a molestarlos para ofrecer mí ayuda si algo necesitan.
– Tengo trabajo señor y mí esposa está libre de cáncer. No somos ricos pero estamos bien.
– Bien. Esta es mí tarjeta. He traído unos juguetes para su hijo. Haré que el chófer los baje. Quiero que si cualquier cosa necesitan cuenten conmigo.-- respondió.
Cuando volvió a su casa se sentó frente a la fuente y quedó observando las orquídeas de Maja. Y lloró otra vez
Un llanto profuso y abundante caían de sus ojos y sus lágrimas saladas tenían el sabor de las lágrimas de Maja, aquellas que alguna vez trajeron el gusto a sus papilas.
Maja no estaba. Se había ido. La computadora de César y su celular estaban pinchados por su gente pero ninguna información recogían.
Sus 34 años recién cumplidos le pesaban como si tuviera 60.
En su escritorio estaban las fotos de la navidad pasada con Maja en familia. Su vestido plateado que se puso esa noche en su almohada, doblado con cariño por Paula. Con su olor se dormía, con su olor se levantaba.
Paula lo mimaba como a un niño.
– No llores hijo mio. Encontrás a Maja. Y también al pequeño Bruno. Ellos te aman.-- le decía.
El invierno llegó frío y cruel en la capital. Fue el más frío desde hacía mucho tiempo.
La oficina del señor Valente ya no tenía flores. Le molestaba el olor de las orquídeas y sufría vómitos frecuentes.
Recién cuando el frío se fue y llegó la primavera, las molestias estomacales de Leonardo pasaron.
Ahora el señor Valente era otra vez aquel hombre callado y taciturno. Pero no tomaba ni fumaba. Pedía a Dios cada tanto que se apiade de el, que le tiré un pequeño hilo donde el pueda prenderse y que esa madeja lo lleve hasta Maja y Bruno.
Haría un año estás navidades que se acercaban otra vez, sacudiendo desenfrenado las hojas del calendario trayendo a su hogar un evento que el no quería recordar.
Paula preparaba el acontecimiento con cierta cautela.
Desde que por desgracia Maja encontró a Magdalena y se marchó de la casa con Bruno ese hogar no tuvo paz. Tener que soportar a Magdalena Valente dentro de la casa, gritando a todos con soberbia, llamándola vieja bruja fue un suplicio para esa buena mujer. Luego a Dios gracias la policía se la llevó y su patrón pudo iniciar los trámites del divorcio.
Pero Leonardo Valente no era el mismo. Lloraba y su salud no era buena. Los años de bebida habían afectado su hígado y tenía problemas estomacales por mucho tiempo.
Recién en septiembre, pareció mejorar y volvió a pedir la orquídea de Maja en su escritorio y el vestido plateado en su almohada.
Pero ahora llegaba la navidad y Paula pedía a Dios que le ilumine sobre que hacer.
– No armes el arbolito Paula. Será muy duro para mí amigo – le había dicho Andrea.
Pero Paula decidió armarlo justo el 8 de diciembre, rogando a Dios que algo cambie en esa casa. Y algo cambió.
Ese algo fue para bien porque trajo esperanza, trajo ilusión y trajo la punta de un hilo pequeño pero resistente que despacio llevaría la felicidad otra vez al señor Valente.
La forma d narrar d la autora es bellísima y llega a los sentimientos t transporta y t hace vivir la historia
Bendiciones
El mató a los papás d Maja