En la vibrante y peligrosa Italia de 2014, dos familias mafiosas, los Sandoval y los Roche, viven en un tenso equilibrio gracias a un pacto inquebrantable: los Sandoval no deben cruzar el territorio de los Roche ni interferir en sus negocios. Durante años, esta tregua ha mantenido la paz entre los clanes enemigos.
Luca Roche, el hijo menor de los Roche, ha crecido bajo la sombra de este acuerdo, consciente de los límites que no debe cruzar. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando comienza a sentir una atracción prohibida por Kain Sandoval, el carismático y enigmático heredero de la familia rival.
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17
Esa noche parecía ser eterna. Luca no quería alejarse de Kain y viceversa, ambos estaban hechos el uno para el otro y era algo que sabían desde el primer instante en que sus miradas se cruzaron. El desafortunado destino que ponían a sus familias como enemigas era lo peor que les podía pasar, el amor que ambos se tenían del cuál pedían que fuera libre, sería imposible.
Cuando Luca despegó el mentón del pecho de Kain y mostró sus ojos ante su novio, aquellos estaban llenos de lágrimas, y de pronto un llanto incontrolable se apoderó de él. Kain sintió un terrible dolor en el pecho al verle llorar y no pudo evitar tomarlo entre sus brazos aun desnudos, y abrazarlo con tanta fuerza que lo hiciera olvidar lo que por su cabeza estaba pasando.
— ¡No llores por favor! Me parte el alma verte así, — murmuró Kain no dispuesto a liberar de su agarre a su novio.
— Quiero estar contigo Kain, ¿eso es mucho pedir? poder tomarte de la mano con libertad, gritar a los cuatro vientos que eres mi novio, que te pertenezco ¿porqué es eso tan difícil? — gritó furioso apretando los dientes.
Kain se acomodó y lo vio sentarse frente a él, enlazando sus piernas, — son nuestros padres Luca, ellos son enemigos, bastante con que podamos estudiar en el mismo colegio, si descubren nuestra relación...no puedo ni pensar en lo que podría suceder y no me importa lo que me pase a mí, pero a ti...no voy a permitir que te hagan daño — dijo Kain agarrando su nuca y atrayéndolo hacia él para besarlo con posesividad.
— Tengo una idea, — dijo Luca con orgullo, como si lo que estuviese a punto de decir cambiara sus vidas para siempre y así sería.
— ¡Huir! — dijeron los dos a la misma vez, algo que Luca iba a decir era como si Kain hubiese leído su mente y lo supiera. — Estaba pensando en irnos, a un lugar cualquiera en donde nadie sepa nuestros nombres, nadie nos conozca — prosiguió Luca y sus ojos brillaban tanto.
Kain asintió, él estaba dispuesto a todo por Luca, después de todo él era lo que más amaba en su vida. Dispuesto a luchar por su amor y no dejarse vencer, se pusieron de pie, listos para marcharse, cuando una imagen se mostraba cerca de ellos, parecía un espejismo, una pesadilla que acaba de formarse en frente de sus ojos. Los padres de ambos estaban acompañados de sus hombres y Luca se aferró al brazo de Kain con tanta fuerza que sus uñas clavadas en su piel comenzaban a marcarse. Kain sintió su pecho subir y bajar, con el corazón a mil dentro de su pecho golpeteando con rudeza.
— ¿Qué significa esto Kain Sandoval? — gritó su padre histérico moviendo su arma con locura.
— Luca, vayámonos a casa hijo — dijo Edmundo más calmado que Daniel, pero Luca conocía a su padre, en cuanto diera la espalda todo se saldría de control.
— No papá, de aquí no me voy sin Kain — gritó Luca y Kain lo miró.
— ¡Maldito chiquillo! Kain ven aquí ahora mismo — por su parte Daniel estaba como loco, se rascaba la frente con la misma culata del arma sin saber las consecuencias, estaba perdiendo la paciencia y su hijo lo sabía, cometería una locura si no iba con él, pero no dejaría a Luca.
— Podemos hablarlo, no creo que esto sea necesario, yo quiero estar con Luca y él quiere estar conmigo y ustedes no los van a impedir — dijo Kain llenándose de valor y dando un paso en retroceso.
— ¿Qué idioteces dices? No voy a dejar que mi hijo sea un maricón denigrado por la sociedad, y tirarnos a toda la maldita mafia italiana por cogerte un ano — dijo Daniel con brusquedad y Edmundo lo miró furioso.
— Luca no es nada de eso papá y me importa un carajo la sociedad y la maldita mafia italiana por mí te la puedes meter por el ano — Gritó Kain y volteó a mirar a Luca — ¡Corre Luca y no mires atrás! — Luca lloraba pero le obedeció, salió corriendo, dándole cobertura a Kain, para subirse a su moto y encender las luces para nublar la vista de los contrarios. Comenzaron a escucharse disparos y Luca se detuvo por un instante, asustado, pero siguió corriendo sin detenerse.
— ¡Kain, maldita seas! — Gritó Daniel y comenzó a disparar en contra de su propio hijo, pero la agilidad de Kain fue realmente apremiante, puso su moto en marcha y lanzándose sobre algunos hombres de su padre, logró salir victorioso y huir de ellos, dejándolos a todos detrás.
Luca se encontró con un acantilado y no podía seguir su camino, miró a su alrededor asustado pero todos dirigía al borde de aquel enorme acantilado, sintió miedo hasta que escuchó el sonido de la moto de Kain aproximarse, Luca sonrió al verlo
— Sube mi amor — le dijo Kain dándole la mano para ayudarlo a subirse. Luca no demoró, se apoyó en él y subió abrazándose a su espalda. Kain regresó por el mismo camino y logró perderse de la vista de todos. Ya no quedaba nadie detrás, lo único que se escuchaba era el ruido del motor de su moto y nada más, una noche desierta sin personas cazándolos.
No tenían a donde ir. Luca sabía que su padre los buscaría en la cabaña familiar y por lo tanto no podían ir allá. Pero Kain conocía de un escondite que su hermano Javier había construido antes de perder sus facultades en aquel accidente, por supuesto que Kain lo conocía porque lo había llevado de niño, era una especie de Bunque subterráneo que se abría con una contraseña la cual era la fecha de nacimiento suya junto a la de su hermano, por lo menos ahí tendrían agua y comida por un tiempo hasta pensar en que hacer.
Cuando se perdieron dentro del bosque y la oscuridad los nubló. Kain escondió su moto entre unas matas secas en un lugar que nadie frecuentaba. Tomó la mano de su novio el cual se dejó guiar en todo momento por él.
— 1,2,4 — escuchó como Kain contaba mientras pisaba con pasos firmes, hasta que por fin sintió algo duro debajo de sus pies. Se arrodilló y a ciegas comenzó a palpar hasta que dio con la tapa del escondite, era de acero, fuerte e impenetrable, sintió un panel lleno de teclas y sonrió, no veía absolutamente nada pero reconoció al tanto como poner las claves y en un solo intento escuchó como la compuerta se abría ante ellos.
Kain tocó el rostro de Luca ya que no podía verle. — Baja con cuidado, estaré detrás de ti.
— Sí, — asintió Luca y tomando las manos de Kain se guió hasta que encontró el primer escalón de metal, bajó con cuidado y cuando llegó a bajo comenzó a buscar algo para encender.
— Luca, el interruptor está detrás de la escalera, justo detrás de ti — le indicó Kain y a pesar de no ver nada, logró dar con el botón y lo presionó haciendo que todas las luces del lugar se encendieran.