Haneul lleva años lidiando con su smor no correspondido hacia Dongho, un alfa su mejor amigo. Haneul está harto de que Dongho no pueda corresponder sus sentimientos por esa relación fraternal que han desarrollado desde pequeños, así que en un esfuerzo por superar y olvidar su amor no correspondido, renuncia a su trabajo y a su amor.
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Confesión
Dongho dio un paso más cerca de mí, y antes de que pudiera decir algo más, lo escuché hablar de nuevo, su voz baja pero cargada de algo que nunca había escuchado antes en él.
—-Haneul…- Comenzó, tomándome suavemente por los hombros. -Te amo. Te he amado siempre, en todos los sentidos. Como amigo, como hermano… y más. Mucho más.-
Mis ojos se abrieron de par en par, y el aire pareció escaparse de mis pulmones. No sabía si había escuchado bie, si estaba realmente diciendo lo que creía que estaba diciendo. Sentí como si el tiempo se hubiera detenido por un momento, mientras sus palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza, tratando de encontrar algún sentido.
-¿Qué…?- Fue lo único que pude articular.
Dongho sonrió, pero no era una sonrisa alegre. Era una mezcla de tristeza y alivio, como si todo lo que había guardado dentro durante años finalmente hubiera salido a la luz.
-Siempre pensé que lo sabías, de alguna manera.- Dijo, su mirada fija en la mía. -Pero fui un cobarde. Tenía miedo de arruinar lo que teníamos, de perderte. Así que me quedé callado, y te traté como si solo fueras un hermano menor que necesitaba protección. Pero nunca fue solo eso. Siempre fuiste más para mí.-
Sentí una oleada de emociones atravesarme. Había deseado escuchar esas palabras durante tanto tiempo, pero ahora que estaban frente a mí, no sabía cómo reaccionar. Era demasiado, todo a la vez.
-Dongho…- Intenté hablar, pero las palabras parecían atascarse en mi garganta. -No entiendo… ¿Por qué no me lo dijiste antes?-
-Porque no quería arriesgarme a perderte.- Repitió, con una seriedad que me estremeció. -Pensé que si te lo decía, podrías alejarte, que podríamos arruinar todo, pero ahora… me doy cuenta de que te estaba perdiendo de todos modos, y eso duele más que cualquier otra cosa.-
Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Las emociones me abrumaban, y no sabía si estaba feliz, triste o enojado. Era todo eso junto, mezclado en un torbellino dentro de mí.
-¿Por qué tuviste que esperar tanto?- Pregunté, mi voz rota, incapaz de ocultar el dolor que había estado cargando durante tanto tiempo. -Yo te… te esperé tanto tiempo, Dongho. Me enamoré de ti cuando era un niño, y cada día pensé que tal vez, solo tal vez, podría significar algo para ti, pero nunca dijiste nada.-
-Lo sé…- Su voz también sonaba quebrada, y vi el dolor reflejado en sus ojos. -Lo sé, Haneul, y no puedo decirte cuánto lo lamento, pero por favor, créeme cuando te digo que nunca dejé de amarte, ni por un segundo.-
Me quedé mirándolo, las lágrimas cayendo finalmente por mis mejillas. Parte de mí quería creerle, quería aferrarse a esas palabras y dejar que sanaran todas las heridas que había acumulado durante años. Pero otra parte de mí, la parte herida y orgullosa, aún dudaba.
-¿Y ahora… ¿qué?- Pregunté, mi voz temblorosa. -¿Qué se supone que hagamos con esto?-
Dongho me miró directamente a los ojos, su expresión seria y sincera.
-Eso depende de ti, Haneul. Si aún me amas… si aún quieres intentarlo, no importa lo que haya pasado antes. Estoy aquí. Quiero estar contigo, de la manera que sea.-
Mis lágrimas continuaron cayendo mientras sus palabras se asentaban en mi corazón. No sabía qué hacer, no sabía cómo procesar todo esto. Pero una cosa estaba clara: Dongho estaba abriendo su corazón, ofreciéndome lo que siempre había deseado.
Antes de que pudiera siquiera procesar mis propios pensamientos, Dongho se acercó más. Sentí su mano temblar ligeramente mientras me acariciaba el rostro, limpiando las lágrimas que habían escapado de mis ojos. Su mirada, profunda y cargada de emociones, me atravesaba, como si intentara leer cada uno de mis pensamientos.
-Lo siento tanto.- Murmuró, su voz apenas audible, como si temiera romper el frágil momento que compartíamos.
Y antes de que pudiera reaccionar, sentí sus labios sobre los míos. Fue suave al principio, como una pregunta, una súplica en lugar de una demanda. Mi mente quedó en blanco, y por un segundo, el mundo dejó de existir. Solo estábamos él y yo, todo lo demás se desvaneció en el fondo.
El beso fue lento, lleno de una emoción reprimida durante años. El calor de su boca contra la mía era abrumador, pero reconfortante al mismo tiempo. Todo lo que había sentido por él, todas las veces que había soñado con esto, ahora se manifestaba en ese instante, y por un momento, dejé que mi cuerpo tomara el control.
Le devolví el beso, inseguro al principio, pero luego me entregué completamente. Sentí su brazo envolverme con fuerza, acercándome más a él, como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento.
Cuando finalmente nos separamos, ambos estábamos respirando con dificultad. No supe qué decir al principio, el silencio entre nosotros hablaba más que cualquier palabra. Dongho me miraba como si estuviera viendo algo que nunca antes había notado.
-Haneul…- Susurró, su voz aún rota por la emoción. -Perdóname. Por todo.-
Lo miré, todavía aturdido por el beso. Sentía mi corazón latir con fuerza, mi mente girando entre el pasado y el presente. Todo lo que habíamos compartido, las heridas, el dolor, y ahora este momento.
-No sé qué decir...- Logré decir finalmente, mi voz temblorosa.
-No tienes que decir nada.- Respondió Dongho, su frente apoyándose en la mía. -Solo quiero que sepas que estoy aquí. Que siempre lo he estado, y siempre lo estaré.-
Aún me sentía mareado por todo lo que había pasado, por el beso, por la confesión. Pero por primera vez en mucho tiempo, sentí que una parte de mí, esa que había estado rota, comenzaba a sanar.