Shanan es una enfermera profesional que se dedica especialmente a los niños. Ella fue recomendada por los altos directivos de ese hospital para cuidar a un niño enfermo. En cuanto ella entra a esa casa, siente una presencia extraña. Veamos como se va sucediendo esta historia...
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¿Qué habrá detrás de esa puerta?
Shanan guardó el diario en un cajón del buró.
La borrachera se le había pasado por completo. Pero, en cambio, tenía una sed abrazadora.
No quería bajar a la cocina porque tenía mucho miedo. Los ruidos en el sótano se oían constantemente. Parecía como si alguien caminara por ahí, pero ella no podía abrir la puerta, ni siquiera se podía salir por ninguna otra puerta porque todas estaban selladas con candado.
Encontró un hacha pequeña en la cocina, a donde había ido armándose de valor.
Decidió jugársela o de otra manera nunca podría saber que era lo que estaba pasando.
Así que con el hacha, Jimena llegó hasta la puerta del sótano a duras penas porque no podía ver nada. Ella supuso que esa era la puerta aunque no estaba muy segura.
El primer golpe fue contundente pero no pudo romper la chapa.
El estruendo se oyó tanto que dejó sordos a los personajes que buscaban una salida.
¿Qué fue eso?, preguntó Irina muy nerviosa.
No lo sé, se oyó como una explosión, dijo Mateo, no estaba seguro de lo que había escuchado.
Otro golpe a la puerta los puso en alerta.
Creo que se oye por acá, dijo Mateo.
Irina y Aglaed iban atrás de Mateo, quien caminaba lentamente. No sabía exactamente de donde provenía ese ruido. Estaba todo tan oscuro que no podía ver más allá de su nariz.
Solo lo ayudaba la luz de su linterna. Pero a medida que avanzaba el tiempo la batería iba disminuyendo haciendo que la luz se fuera apagando poco a poco.
Maldita linterna, se le acabó la pila, dijo Mateo arrojando la linterna fuera de su alcance.
Síganme, debemos encontrar la salida a común de lugar.
Mientras que en otra parte de la casa el mayordomo luchaba por zafarse de las cuerdas.
"Tengo que soltarme antes de que esos encuentren el cuarto prohibido", se decía el mayordomo".
Pero por más que lo intentaba no podía y le dolían las muñecas.
Sus manos encontraron algo filoso por atrás, sintió un piquete en un dedo.
"¡Maldición!", dijo con voz apenas audible, mientras intentaba asir el cuchillo o lo que fuera que tenía ahí cerca.
En un acto supremo de destreza logró cortar la cuerda que lo mantenía atado al poste de ese cuarto maloliente.
Se levantó presuroso perdiéndose en la oscuridad de esa casa. Le dolía la cabeza, pero se tenía que aguantar porque no había un analgésico a la vista.
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Cosme estaba preparando una comitiva para ir a la casa abandonada a las afueras de la ciudad.
En total irían cuatro oficiales.
Vamos, el tiempo es oro.
Se fueron en dos patrullas.
Llegaremos a buen tiempo, según el doctor Moro, la casa está a las afueras del pueblo, a casi cinco horas de aquí.
Está muy lejos, ¿por qué esa chica se fue a esa casa?
Es por una buena causa, pero de todos modos es muy arriesgado. Estén preparados para todo, no sabemos con qué nos vayamos a topar.
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Shanan seguía golpeando la puerta del sótano, pero esta no cedía.
Cuando iba a dar otro golpe algo le detuvo la mano y le puso un pañuelo en la nariz con la otra mano.
Al instante quedó sin sentido.
Media hora después, Shanan despertó en su cuarto.
"¿Qué paso?, ¿por qué estoy aquí?, se supone que estaba tratando de abrir la puerta del sótano", se dijo.
"Aparte de mí, ¿quién más estará aquí?, ¿será el mayordomo?, se escucha mucho ruido abajo, seguro que hay más personas, pero, ¿cómo logro llegar a ellos?".
Shanan no se daba por vencida. Fue a ver a Paquito. Lo aseó y le dio de comer. El niño no reaccionaba. Permanecía quieto en la cama sin mover un solo músculo de su cuerpo.
De pronto la luz volvió, pero aun así, la casa seguía a oscuras. Solo un diminuto rayo de luz entraba por la ventana.
"Esta casa parece un sitio de secuestradores y malvivientes, todo está sellado", pensó Shanan.
Se dio un baño reconfortante, después bajó a la cocina y se preparó una buena comida.
Comió tranquilamente, pero los ruidos en el sótano seguían. Parecía como que caminaban debajo de ella.
Instintivamente, bajó la vista hacia el suelo, pero solo era eso, el suelo.
Shanan sabía que los fantasmas no existían, se armó de valor y después de comer intentó de nuevo abrir la puerta del sótano. Al cabo no tenía nada que hacer.
"Esta vez no descansaré hasta abrir esta maldita puerta".
"El hacha, ¿dónde quedó el hacha?
Shanan no logró encontrar el hacha; se sintió frustrada porque la puerta era de fierro y no podría abrirla.
Buscó otra cosa, pero en medio de la oscuridad no lograba ver nada.
Shanan se fue tocando la pared hasta encontrar el interruptor. La casa se iluminó levemente. Vio a un hombre parado en el quicio de la puerta al que reconoció de inmediato como el mayordomo. Solo fue una milésima de segundo porque el tipo desapreció casi de inmediato.
Ella se fue tras él, pero era como si se hubiera esfumado en el aire.
"Este tipo debe conocer todos los rincones de la casa, por eso entra y sale como perro por su casa". "A mí no me asustas, sal no seas cobarde, solo soy una mujer", pero nadie acudió al llamado de ella.
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En el sótano también se hizo la luz, pero era muy leve, estaba medio a oscuras.
Bueno, al menos podemos vernos las caras, dijo Mateo con una sonrisa que más bien parecía una mueca.
Irina intentó sonreír, pero el hambre y el cansancio minaban su salud y sus energías.
Aglaed también se sentía muy cansada, todo ese tiempo en cautiverio hacían que solo deseara una buena comida y una cama suave, además de un buen baño.
Ánimo, debemos estar unidos para lo que venga, porque no sabemos que misterios se hallen escondidos aquí, dijo Mateo tratando de animarlas.
Llevo tantos años aquí que no me importaría estar otra semana más si a cambio hay una esperanza de salir, dijo Aglaed.
Por eso debemos de estar unidos como les digo, entre los tres lograremos salir adelante.
Mateo, es que todo esto ya me tiene fastidiada. No encontramos ni una salida, y yo me muero de hambre y de sed.
Lo sé, pero no perdamos la fe, seguiremos buscando.
Y así, las horas pasaban lentamente tratando de encontrar una salida hasta que, de pronto, en una de tantas habitaciones del sótano escucharon un ruido muy potente como de un monstruo o algo así. No sabría decirles.
Sin dudarlo en su segundo Mateo se dirigió a este cuarto.
Pero Irina lo persuadió de dejar las cosas así.
Por favor, no abras esa puerta, ¿qué tal si adentro hay un perro bravo o no sé?, nos puede atacar.
Tranquila, tengo esta barra que me encontré por ahí. Pónganse atrás de mí, abriré esta puerta lentamente.
Las dos mujeres se apresuraron a ponerse atrás de él, ambas tenían un miedo indefinible.
Pero, al parecer, Mateo era más valiente de lo que la misma Irina pensaba.
A la cuenta de tres. Uno...
Dos...
🥹😢😥😱😱😱