Layla es una princesa que está destinada a casarse con alguien desconocido, pero todo eso cambia al conocer a su tutor.
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capitulo 18: Rendirse.
Layla había vuelto a insistir al día siguiente en la oficina de su padre. Enrique no había salido durante toda la noche, las preocupaciones no lo dejaba, cada decisión que tomaba era tan dudosa que no siempre lo dejaba satisfecho.
— Layla... Por favor, ayudame con lo documentos, es lo único que te pidio
— no puedo padre. Aún sintiéndote en ese estado, sigues insistiendo en quedarte. Sigo con esto ya que el Imperio no sea ido a la quiebra, pero tampoco voy a esperar a que eso ocurra. Te puedo dar una vida mejor a pesar de fuiste una sombra en la vida de madre y de la mía.
Con un gran suspiro, Enrique se sienta en el escritorio, Layla veía con gran determinación, no esperaba rendirse con su padre, ya que el imperio aún no ha entrado en gran crisis, pero no puedo y ni dejará que su nación siga teniendo más percance.
— ¿Que quieres hacer Layla?
— mucho padre, pero para ello, tienes que aceptar mi trato. Vete del palacio, vive una vida cómoda lejos de los deberes, te mandaré una pensión sustentada y estarás cómodo. Es lo único que te puedo ofrecer. Solo pido que disfrutes tu vejez lejos de mí.
— bien.— resopló.— ya me cansé de esta lucha que estoy perdiendo, lo comprendí anoche, luego de no dejar de pensar en Miriam.
— no pienses en mí honorable madre, ella ahora está más que feliz con su majestad Harold.
— ja...— ríe— ¿Ese hombre que es más que todo una bestia?... Pensaba que Miriam me gastaba una mala jugada estando con él, pero realmente es cierto.
Darcy no evitó enfadarse, pero se mantuvo al margen por Layla, ya que está le tenía de la mano.
— para tu desgracia, ese hombre al que llamas bestia será el único abuelo que mi hijo reconocerá. Su majestad es muy atento con mi madre y eso lo aprecio, ya que sufrió mucho con el matrimonio contigo.
— no lo creo. Miriam y yo ya no estábamos tan unidos como antes pero jamás le hice pasar un mal rato para que me odiara tanto así.
— ¿Tienes amnesia o que?... Siempres humillaba a mamá con Graciela, y entre otras cosas más que muy malas. Es mejor apegarnos a lo que vinimos, no quiero molestarme y que me caiga mal por tu culpa.
Ahora es Darcy quién habla.
— aquí está el documento que indica que dejará en responsabilidad del imperio a la única heredera del trono, con la condición de que se le dará asilo a usted y solamente a usted por ser pariente de la futura emperatriz.
— ¿Que ocurrirá con Graciela e Isabel?— preguntó mientras tomaba el documento.
— no lo sé. Pero tienen prohibido quedarse aquí o tomar asilo contigo ya que esa propiedad pertenece a la familia de mí madre. Ella me dijo que podía hacer lo que quisiera con ellas, y lo pensé para que fuese un lugar adecuado para tu estadías.
En aquel segundo, tomando de sorpresa a los individuos, Graciela entra de golpe al lado con su hija.
— ¡Enrique! ¡No permitas eso!
— ¡Papá, es más que obvio que esa zorra quiere dejarnos sin nada si le das tu aprobación!
— Graciela, Isabel...
— no se metan.— amenazó Darcy, muy molesto— pues si se atreven a insultar mas a mi esposa las quemaré a ambas.
— ¡Padre!
— ¡Enrique!
Gritaron ambas al mismo tiempo. Enrique miró y luego al documento, tomó su pluma y le entregó el documento a Darcy. Su rostro mostraba un semblante agotador.
— ya fue suficiente de esto. Y de ustedes dos. Ya me cansé.
— Enrique pero que...
— Layla, haz lo que sea mejor para el imperio, yo tomaré el trato y no me verás más. Pero pido tiempo para poderme ir ¿Podrías?
— si, con tal de que ella se vayan esta misma noche.
— solo pienso quedarme un par de días, del resto quiero descansar— camina hacia la entrada— le diré a George que deje todo listo para tí.
Graciela e Isabel no evitaron ver mal a Layla, quién no se molestaba en verlas, pero Darcy le declararía la guerra si intentarán algo contra su esposa, ya que con su mirada lo demostraba todo. A pesar de ello, aquellas mujeres se fueron tras Enrique.
— cariño, déjame sacarla personalmente. No quiero que te molestes por ellas.— declaró Layla.
— aún así, no pienso dejarte sola, nuestro hijo es prioridad para ambos y no puedo permitir que esas mujeres te hagan algo.
— estaré bien.— Layla sonrió— ya que esto lo he querido desde hace años.
Tantos años de humillación por parte de ellas hacia su madre y hacia Layla que merece ser pagado de esta manera. A Enrique también le costaba pagar y lo está haciendo desde el día en el que Miriam se fue, y más al enterarse de que ya no será incluido en la nueva vida de Layla, pero lo acepta, ya que está cansado de la situación en la que estaba pasando por meses.