En un futuro distopico, la humanidad vive bajo el yugo de un gobierno totalitario que controla cada aspecto de la vida. La protagonista, Elena, es una joven habil en el combate y la tecnología. Tras la captura de su hermano menor por las fuerzas del régimen, decide unirse a un grupo de rebeldes conocido como "los sombra"
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El rescate
La noche se volvió oscura y silenciosa mientras Elena y su equipo se preparaban para la misión más arriesgada que habían emprendido hasta el momento. La imagen de Leo, atrapado entre prisioneros y soldados del régimen, ardía en su mente. No podía permitir que el miedo la detuviera; su hermano necesitaba su ayuda.
Elena tomó una respiración profunda, tratando de calmar la ansiedad que la invadía. “Recuerden, nuestra prioridad es liberar a los prisioneros. Si logramos desactivar la seguridad y crear una distracción, podremos sacar a Leo y a los demás,” explicó a su equipo, que la escuchaba atentamente.
Maya asintió. “Yo me encargaré de cubrir el área exterior. Si veo a alguien acercándose, haré ruido para distraerlos. Ustedes deben moverse rápido.”
“Perfecto. Vamos a hacerlo,” respondió Elena, sintiendo que la determinación se intensificaba en su interior. Con un último vistazo al complejo militar, se adentraron en la oscuridad.
Mientras se movían, la adrenalina corría por sus venas. Usando técnicas de sigilo, lograron infiltrarse en el edificio principal. Las luces parpadeaban ominosamente, y el sonido de las voces de los soldados resonaba en los pasillos. Elena sintió un nudo en el estómago; cada paso la acercaba más a su hermano, pero también a un peligro inminente.
Finalmente, llegaron a una sala donde se encontraba el sistema de seguridad. Con manos temblorosas, Elena se puso a trabajar en el panel, recordando las lecciones que había aprendido durante su tiempo con “Los Sombra”. “Estoy casi dentro,” murmuró, sintiendo el sudor en su frente mientras tecleaba.
De repente, un sonido resonó detrás de ellos. “¡Alguien viene!” susurró uno de los miembros del equipo, y Elena sintió que el pánico comenzaba a apoderarse de ella.
“¡Rápido, termínalo!” gritó Maya, y Elena se apresuró a concluir su trabajo. Con un último toque, el panel se iluminó en verde. “¡Lo tengo! La seguridad está desactivada,” exclamó, sintiendo una oleada de alivio.
“Vamos, hacia el área de celdas,” dijo Maya, guiando al grupo mientras avanzaban por el pasillo. La tensión en el aire era palpable, y cada sombra parecía estar al acecho. Pero la determinación de Elena la mantenía en movimiento.
Al llegar a la sala de celdas, Elena sintió que el corazón se le aceleraba. “¡Leo!” gritó, pero rápidamente se dio cuenta de que no podía alertar a los guardias. En su lugar, empujó la puerta con cuidado y vio a su hermano, encadenado, pero con vida. “¡Leo, estoy aquí!” susurró, corriendo hacia él.
“¡Elena!” exclamó Leo, su rostro iluminándose por la sorpresa y la alegría. “¿Cómo llegaste aquí?”
“No tengo tiempo para explicaciones. Debo liberar tus cadenas,” respondió, mientras luchaba con los grilletes. “¿Estás herido?”
“Solo un poco. Pero tengo que salir de aquí,” dijo Leo, mirando a su alrededor nerviosamente. “No sé cuánto tiempo tengo.”
Finalmente, logró liberar a Leo. “¡Vamos, rápido!” dijo Elena, y ambos se unieron a Maya y el resto del equipo, que estaban vigilando la puerta.
“¿Estás bien?” preguntó Maya, mirando a Leo con preocupación.
“Sí, pero debemos salir antes de que nos atrapen,” respondió Leo, su voz tensa.
Mientras se movían hacia la salida, de repente, un grupo de soldados apareció al final del pasillo. “¡Alto!” gritaron, y el caos estalló.
“¡Rápido, a la salida!” gritó Elena, y todos comenzaron a correr. El sonido de disparos resonó detrás de ellos, y la adrenalina aumentó al máximo. Elena miró a Leo, quien estaba a su lado, y sintió que su corazón se llenaba de alivio. Finalmente, lo había encontrado.
“¡No pares! ¡Sigue corriendo!” le gritó, y ambos se lanzaron hacia la puerta de salida. Sin embargo, los soldados del régimen estaban cada vez más cerca, y la presión aumentaba.
Al llegar a la salida, la luz de la luna iluminó su camino. “¡Estamos casi ahí!” exclamó Maya, pero justo cuando pensaban que habían logrado escapar, un soldado apareció frente a ellos, bloqueando el camino.
“¡Deténganse!” ordenó el soldado, apuntando con su arma.
Sin pensarlo, Elena se lanzó hacia adelante. “¡Cúbreme!” gritó a Leo y Maya, mientras se abalanzaba sobre el soldado en un intento de desarmarlo. La lucha fue rápida y brutal. Elena luchó con todas sus fuerzas, y con un golpe preciso, logró derribar al soldado.
“¡Vamos, ahora!” dijo, y el grupo se lanzó hacia el exterior, donde la libertad parecía estar al alcance. Pero el sonido de más soldados acercándose resonaba en el aire, y no podían detenerse.
Corrieron hacia un callejón cercano, donde se encontraron con otros miembros de “Los Sombra” que estaban esperando en un vehículo. “¡Rápido, súbanse!” gritó uno de ellos, y todos se apresuraron a entrar.
Elena miró a su hermano, quien parecía aturdido pero aliviado. “Lo logramos, Leo. Estás a salvo,” le dijo, sintiendo que las lágrimas de alivio amenazaban con brotar.
“Gracias, Elena. No sé qué habría hecho sin ti,” respondió Leo, su voz llena de gratitud. “Pero debemos seguir luchando. La batalla no ha terminado.”
Mientras el vehículo se alejaba del complejo militar, Elena sintió que una nueva esperanza comenzaba a florecer en su interior. Habían rescatado a su hermano y liberado a otros prisioneros, pero sabían que el verdadero desafío aún estaba por venir. La resistencia debía unirse más que nunca para enfrentar lo que el régimen pudiera lanzarles.
“Lo hicimos juntos,” dijo Elena, mirando a su equipo. “Y juntos, lo lograremos nuevamente.”
Con ese sentimiento de unidad, comenzaron a planificar su próximo movimiento, decididos a seguir luchando por la libertad que tanto anhelaban.