En las calles grises de Londres, Jannia, una joven y ambiciosa empresaria, se encuentra sumida en un abismo de dolor y odio después de ser víctima de un brutal abuso por parte de desconocidos. Con su mundo derrumbado, Jannia jura vengarse de aquellos que la han destruido. Sin embargo, a medida que se adentra en su búsqueda de justicia, se encuentra con un camino inesperado: el amor. ¿Podrá Jannia encontrar la paz y el amor en medio de su sed de venganza, o las sombras de su pasado la consumirán por completo?
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Capítulo 17: Cuentas y Conspiraciones
En una oficina oscura y apartada, el ambiente se impregnaba de una tensión palpable. Las luces tenues y la atmósfera clandestina creaban un aura de inquietud, como si el más mínimo ruido pudiera desatar una tormenta. Un grupo de figuras en sombras se había reunido alrededor de una mesa repleta de documentos, pantallas de computadoras y gráficos enigmáticos. La discreción era fundamental para ellos; cada uno de los presentes sabía que cualquier error podría resultar catastrófico.
Uno de los hombres, de voz grave y decidida, sostenía un teléfono móvil en una mano. Su voz era apenas un susurro, cargada de urgencia. —Es crucial que borres todas las pistas que puedan vincularnos con el incidente de Jannia. No podemos permitir que nada de esto salga a la luz. Asegúrate de que no quede rastro alguno de nuestra intervención.
La respuesta al otro lado de la línea fue fría y calculadora, sin el más mínimo indicio de emoción. —Lo haré. No dejaré ninguna evidencia que pueda comprometernos en este asunto.
El hombre colgó el teléfono con una determinación fría y regresó su mirada a los otros presentes en la sala. El brillo de las pantallas iluminaba sus rostros preocupados, revelando una serie de miradas tensas y calculadoras. Sabían que para que su plan no se desmoronara, debían actuar con precisión y rapidez. La vigilancia y la eliminación de cualquier posible traza era esencial para mantener su secreto intacto.
Mientras tanto, en otro rincón del mundo, Jannia estaba inmersa en una rutina de entrenamiento que se había vuelto casi una obsesión. La tarde era soleada y el gimnasio estaba casi vacío, salvo por el sonido de las pesas y el golpe constante de los guantes contra el saco de boxeo. Su instructor, un hombre de complexión robusta y mirada severa, observaba a Jannia con una mezcla de admiración y respeto.
—Muy bien, Jannia, estás mejorando mucho —dijo el entrenador, con un tono que revelaba un orgullo genuino—. La forma en que has estado manejando las técnicas de defensa personal es impresionante. Te felicito.
Jannia, con el sudor perlándole la frente, asintió en silencio. Sus ojos, de un azul profundo, brillaban con una intensidad fría mientras se limpiaba la frente con una toalla. Aunque apreciaba las palabras de su entrenador, no había lugar para el orgullo en su vida en ese momento. Su corazón estaba lleno de odio y dolor, y su mente estaba completamente enfocada en la sed de venganza que la impulsaba.
El entrenador, sin embargo, no pudo evitar sentir una atracción hacia la hermosa rubia. La manera en que Jannia se movía, su fuerza y determinación, lo impresionaban profundamente. Pero él estaba consciente de que sus sentimientos no eran bienvenidos. Jannia no tenía tiempo para el amor o cualquier distracción emocional; su mente estaba demasiado ocupada en otras cosas y pensaba que talvez se había refugiado en eso para calmar su dolor, sabia lo trágico que debió ser para ella pasar por tan terrible suceso.
Las sesiones de entrenamiento se habían vuelto cada vez más intensas y exigentes. Jannia no solo estaba perfeccionando sus habilidades en defensa personal, sino que también estaba entrenando arduamente en el uso de armas de fuego. En una sesión reciente, el instructor había dado su aprobación con un asentimiento satisfecho.
—Bien hecho. Tus tiempos de reacción han mejorado notablemente, y tu precisión es casi impecable. Estás lista para llevar tus habilidades al siguiente nivel.
Jannia asintió de nuevo, su mirada fija en el objetivo que tenía frente a ella. La intensidad de su entrenamiento reflejaba la intensidad de su propósito. No había espacio en su vida para el amor o para cualquier otro sentimiento que pudiera desviar su atención. Su único objetivo era conseguir justicia por el daño que le habían causado y la traición que había sufrido.
A pesar de su enfoque implacable en el entrenamiento, Jannia no había descuidado su empresa. Aunque Liam había hecho un esfuerzo considerable para estabilizar la situación financiera, Jannia se había dado cuenta de que no podía bajar la guardia. Había encontrado ciertos descuadres en las cuentas que requerían su atención inmediata. La empresa estaba en un período crítico y cualquier error podría tener consecuencias devastadoras.
En la oficina de Jannia, el ambiente era igualmente tenso, aunque de una manera diferente. La oficina estaba decorada con una elegancia sobria, pero cada rincón estaba lleno de papeles, informes y gráficos que reflejaban la complejidad de la situación financiera. Jannia trabajaba con frenesí, revisando minuciosamente cada documento, buscando cualquier anomalía que pudiera estar oculta entre las cifras.
Liam, que estaba en la oficina con ella, la observaba con una mezcla de preocupación y admiración. Aunque su ayuda había sido crucial, sabía que Jannia estaba llevando la carga de la responsabilidad financiera con una determinación feroz. No era solo el peso de la empresa lo que la afectaba, sino el peso de su pasado.
—Jannia, sé que estás trabajando duro para mantener todo en orden —dijo Liam, rompiendo el silencio que había caído sobre la oficina—. Pero no olvides que también necesitas descansar. Te estás sobrecargando.
Jannia levantó la vista, sus ojos azules brillando con una intensidad que revelaba la profundidad de su preocupación. —No puedo permitirme descansar. Cada minuto cuenta, y no voy a bajar la guardia. Hay demasiado en juego.
Liam suspiró, reconociendo la determinación en su voz. Sabía que no podía persuadirla para que tomara un respiro. Jannia estaba inmersa en una batalla en múltiples frentes, y su lucha era tanto externa como interna.
Mientras Jannia seguía revisando los informes, el pensamiento de la reunión secreta de las sombras volvía a su mente. Aunque no tenía pruebas concretas, sentía que algo siniestro estaba en marcha. La intriga y el misterio que rodeaban su propio incidente la mantenían alerta, y su deseo de desentrañar la verdad y hacer justicia seguía siendo la fuerza que la impulsaba.
El equilibrio entre sus entrenamientos, el manejo de la empresa y la búsqueda de respuestas era un acto de malabares que no le daba tregua. Jannia sabía que la batalla que libraba no solo era contra sus enemigos visibles, sino también contra las fuerzas invisibles que amenazaban con desmoronar todo lo que habían construido sus padres y ella había logrado mantener su legado.
En el gimnasio, mientras el sudor de su frente se mezclaba con la determinación en su corazón, Jannia seguía enfrentando sus miedos y superando sus límites. Su camino hacia la venganza y la justicia estaba lejos de ser sencillo, pero cada día que pasaba, se acercaba más a su objetivo. La pregunta no era si lograría sus metas, sino cuánto estaba dispuesta a sacrificar para alcanzarlas.
El tiempo avanzaba, y la lucha de Jannia continuaba en múltiples frentes. Su camino estaba lleno de desafíos y obstáculos, pero su voluntad era inquebrantable.
Mientras las sombras en la oficina secreta maniobraban en las tinieblas, Jannia se mantenía en pie, decidida a enfrentar cualquier amenaza que se interpusiera en su camino hacia la justicia y la verdad.
En una habitación iluminada solo por la luz de una lámpara de escritorio, un hombre con una apariencia enigmática se deslizó hacia la sombra de un rincón. Su rostro estaba parcialmente oculto por la penumbra, y su voz, fría y calculadora, resonó a través del teléfono móvil.
—El caso de Jannia debe ser enterrado, sin importar el costo —dijo con firmeza—. Iré a hablar con el jefe de la policía y me aseguraré de que todo quede en el olvido. No importa cuánto dinero se necesite o cuántas vidas se sacrifiquen, no permitiremos que esta investigación perturbe nuestros planes.
Colgó el teléfono, la decisión tomada y el destino sellado. El hombre se quedó en la oscuridad, sabiendo que sus acciones esta noche tendrían consecuencias duraderas, pero sin un ápice de duda en su misión.
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