Roxana: La Bastarda

El príncipe había desaparecido luego de decirle esto a Roxana, al momento de regresar a casa habían sido atacados por unos mercenarios. Ignoraron la presencia de Roxana y fueron directo hacia el archiduque.

“¡Roxana, no vengas!” Gritó el archiduque, al ver a su hija. Debía usar una espada pero no tenía ninguna y esta emboscada había sido planeado por la emperatriz, estaba seguro.

“¡PAPÁ!”. Gritó con todas sus fuerzas llegando a distraer a los mercenarios, Roxana tiró la espada qué le pertenecía a uno de los guardias que habían matado los mercenarios.

La emperatriz quería evitar que Roxana tuviera alguna conexión con el emperador, ya que cuando fue al palacio el emperador le confesó que era la emperatriz quien lo estaba envenenando. Esperaba convertir a su consorte en emperador y que llevaba a un hijo en su vientre de ese hombre, lo quería coronar como el príncipe heredero.

La emperatriz tenía oídos por todo el palacio del emperador, probablemente se había enterado de su visita. La única carta que tenía a favor el emperador contra la emperatriz era el archiduque.

Gian es un héroe de guerra y posee el poder político que otros nobles carecen, debido a la madre de Roxana incluso obtuvo el apoyo de los plebeyos. Todo esto juega en contra a la emperatriz, ya que una palabra del archiduque sería suficiente para desembocar un efecto domino en contra de ella.

Gian solo le pidió algo a cambio de esto, la libertad de Roxana. Debido a que era ilegítima porque no fue concebida en matrimonio y su madre es plebeya y para finalizar beta no era tomada en cuenta y era vista como un cero a la izquierda en la sociedad noble, si Roxana logrará curar al emperador podría mostrar su valor y acabar a su vez con la emperatriz.

Un negocio bien planeado y a punto de ser ejecutado, lo cual destinará el plan a la emperatriz al fracaso y aparte de esto podría ser llevada a la orca por traición. No podía dejar vivo al archiduque en esta ocasión, debía hacerlo ver como un ataque terrorista y es justamente lo que estaba haciendo.

Todo fue planeado por la emperatriz, la muerte del archiduque y que solo había quedado su preciosa hija Roxana a la cual la usaría para matar al emperador, ordenándole que administrara la medicina que ella le diera. Gian había revelado esta última carta de la emperatriz con él, no podía permitir un destino tan cruel hacia su hija.

Su lobo había despertado nuevamente para proteger a Roxana.

Un grito agudo qué se convirtió en un feroz rugido, revelando a la bestia de guerra. Pelaje negro, colmillos tan filosos como espadas y una mirada firme, qué con tan solo mirarla sabías que ibas a morir.

Roxana no estaba asustada, el lobo se había colocado en frente a ella al ver a los mercenarios acercarse. Empezaron a temblar de miedo, se les había informado que el archiduque no podía convertirse en un lobo desde la muerte de su primer amor.

“No los dejes escapar”. Ordenó Roxana, como la bestia reconoce a su amo atacó. El archiduque devoró sus cabezas de cada uno de los mercenarios, dejó uno con vida solo devorando sus piernas.

Volvió a su apariencia humana.

“¿Fue ella quién te mandó o fue él?” Preguntó el archiduque, su voz estaba notoriamente más grave debido a su transformación anterior. Sus colmillos seguían fuera.

“Ella, quiere matarte para coronar a su hijo. Tiene miedo de perder su posición”. El archiduque corrió a ver a Roxana, abrazándola tan solo obtuvo la información.

“¿No te asuste? Es la primera vez que ves a un lobo”. La voz del archiduque sonaba preocupada a pesar de ver el rostro tranquilo de su hija nunca esperó tener que mostrarse de esta manera hacia ella.

“Papá, está bien. Sé que lo hiciste para protegerme” Tomó sus mejillas, podía sentir la barba que le había crecido raspar sus manos. Su padre había logrado despertar a su lobo por amor a ella, estaba tan feliz.

“Te amo, papá”. Roxana lloró, lloró porque sabía lo que significaba. Era una gran prueba de su amor hacia ella, su padre la adoraba.

“Cuando ellos quisieron atacarte no pude controlarme”. Su padre la abrazó, ambos se sentían bien. Se necesitaban el uno al otro.

“Debes hacerme un favor, hija. Es por nuestro bien”. Roxana no preguntó, tenía una idea de lo que se trataba y lo haría solo por su padre. Haría que en esta viva su padre viviera junto a ella una vida tranquila sin importar el precio.

Esperaba poder incluir a Cassius, pero no podía dejar a su padre atrás. Fue el primero en aceptarla.

Roxana se separó de su padre y vio al hombre muerto, se había suicidado con alguna especie de veneno.

“Estamos cerca de casa, podés subirte”. Cassius se convirtió nuevamente en lobo, al verlo de cerca no le pareció intimidante, sino hermoso. Su pelaje era terso y sus ojos brillantes.

Roxana con cuidado tomó el cuerpo del que se había suicidado, rompió una parte de su vestido y lo ató alrededor de su padre hasta que quedara resistente para que no se cayera en el camino.

Estaba segura qué si dejaba desaparecerá.

“Está bien, calma”. Los ojos del archiduque mostraron la tranquilidad qué sintió ante el toque de Roxana. Su hija subió encima de él y tomó su pelaje, fueron hasta el archiducado de esta manera.

“Ve rápidamente al bosque, encontrarás distintos cadáveres. Si siguen ahí, traelos”. Ordenó el archiduque a su asistente, el solamente asintió. Quería preguntar pero no parecía haber tiempo.

“Fue buena idea que hayas traído a ese”. Roxana asintió.

“Planeo identificar el veneno que utilizó para suicidarse, nos puede dar algún tipo de indicio”. Su padre sonrió, su hija era verdaderamente inteligente.

“Fue obra de ella”. Roxana sabía a quien se dirigía, ella solamente asintió.

“Probablemente intente infiltrarse”. Sugirió Roxana.

“Le tendremos un regalo esperando al traidor”. Ambos asintieron, el cuerpo había sido llevado hasta el laboratorio que usaba Roxana. Sería un día interesante.