En un mundo donde la realidad se desvanece en las sombras, una única verdad permanece: el destino siempre tiene la última palabra...
Después de conocer a Carlos en la biblioteca, Laura se enamora locamente de él, pero su amor pronto se convierte en una obsesión peligrosa. A medida que su comportamiento se vuelve cada vez más extremo, Carlos se ve obligado a alejarse y obtener una orden de alejamiento. Pero cuando Laura no puede aceptar el rechazo, lleva su obsesión al límite, desencadenando una cadena de eventos que cambiarán sus vidas para siempre.
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Capítulo 17: El punto de quiebre
Laura se encontraba en su celda, enfrentando una tormenta interna que amenazaba con arrastrarla hacia la oscuridad. Cada día era una batalla agotadora contra sus propios demonios, esos pensamientos oscuros que parecían aferrarse a ella como sombras persistentes, la soledad era su única compañía, susurrándole palabras de desaliento y duda en las noches interminables.
Los recuerdos dolorosos la embargaban, recordándole cada error, cada momento de debilidad. Se sentía atrapada en un remolino de emociones tumultuosas, incapaz de encontrar una salida.
Cada paso hacia adelante parecía llevarla más cerca del precipicio, donde la oscuridad prometía aliviar su sufrimiento.
En medio de su desesperación, la idea de acabar con todo comenzó a tomar forma en su mente, ¿No sería más fácil simplemente dejar de luchar, de rendirse ante un destino que parecía implacablemente cruel? La muerte empezó a parecerle como un descanso, un último acto de control en un mundo que parecía escaparse de sus manos.
En un momento de profunda desesperación, Laura se vio envuelta en la sombra de sus propios pensamientos oscuros, en la quietud de la noche, trazó los detalles de su plan final, cada movimiento marcado por la resignación y el cansancio. Pero incluso en medio de la oscuridad, un destello de duda se abrió paso en su mente atormentada, ¿Era este realmente el camino que quería seguir? ¿Podría haber esperanza incluso en los momentos más oscuros de su vida? Con el corazón lleno de dudas, incertidumbre y miedo, Laura se enfrentó al abismo que se extendía ante ella, anhelando encontrar una salida a través del laberinto de su propia angustia.
Mientras tanto, los guardias de su celda y doctores, notaban el cambio en su actitud. Antes reservada y distante, ahora Laura parecía más vulnerable, más humana. Algunos doctores intentaban acercarse, ofreciendo palabras de aliento o gestos de amabilidad, mientras que otros simplemente observaban en silencio, sin saber cómo ayudar a alguien atrapado en su propio dolor.
Los guardias, acostumbrados a la dureza de la vida en la cárcel, veían en ella un destello de fragilidad que los sorprendía. Algunos mostraban compasión, tratando de ofrecer apoyo dentro de los límites de su trabajo, mientras que otros simplemente observaban desde la distancia, conscientes de que el dolor de Laura era una carga que solo ella misma podía llevar.
En medio de este torbellino emocional, Laura buscaba desesperadamente una luz en la oscuridad, anhelando encontrar un camino hacia la redención y la paz interior.
Laura, enfrentando el abismo de su propia desesperación, se encontraba al borde de tomar una decisión irreversible. En medio de la oscuridad, trazo los detalles de un plan final, cada movimiento marcado por la resignación y el cansancio. Sin embargo, incluso en el punto más bajo de su desesperación, un destello de duda se abrió paso en su mente atormentada.
En el silencio de la noche, mientras escribía notas de despedida que expresaban su dolor y su deseo de encontrar Paz en la muerte, Laura se enfrentó a la realidad de lo que estaba a punto de hacer. Aunque algunos intentaron detenerla, su determinación parecía inquebrantable. Estaba decidida a seguir adelante con su decisión, a pesar de los esfuerzos de aquellos que intentaban ayudarla.
En medio de una dolorosa despedida a la vida que conocía, Laura se preparaba para dar el último paso hacia lo desconocido.
Laura se sentó en silencio en su celda, el papel temblaba ligeramente bajo sus dedos mientras escribía las notas de despedida. Las lágrimas empañaban sus ojos mientras expresaba su dolor y su deseo de encontrar paz en la muerte. Pero en medio de su desesperación, un nudo de duda se formó en su pecho.
Dejó caer la pluma y miró las palabras escritas frente a ella, sintiendo el peso abrumador de su decisión. Una voz suave en su interior le susurraba que tal vez, solo tal vez, había otra salida. Se detuvo un momento, sintiendo la lucha interna que se libraba en su corazón.
Cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de encontrar claridad en medio del caos de sus emociones. ¿Realmente quería seguir adelante con esto? ¿O había una pequeña parte de ella que aún anhelaba encontrar una razón para seguir viviendo?
Con un suspiro tembloroso, Laura limpió las lágrimas de sus mejillas y recogió la pluma una vez más. Con manos temblorosas, comenzó a escribir.
Con el corazón cargado de pesar y los pensamientos oscuros envolviéndola como una densa niebla, Laura sintió como la duda y el miedo la aplastaban aún más.
A pesar de ese destello de incertidumbre, una sensación abrumadora de desesperación se apoderó de ella. La voz suave que había aparecido en su interior se desvaneció dejándola sola en medio de la oscuridad.
Se sintió completamente perdida y sin esperanza, Laura dejó caer la pluma una vez más, dió un suspiro de resignación. Las lágrimas seguían fluyendo por sus mejillas mientras se enfrentaba al abismo que se extendía ante ella.
Cada pensamiento, cada acción, la empujaba más cerca del borde del precipicio, donde la oscuridad prometía aliviar su sufrimiento.
Aunque su doctor intentaba acercarse a ella con palabras de aliento y gestos de compasión, Laura se sentía cada vez más encerrada en su dolor.
Se aferraba a la idea de su plan final, convencida de que la muerte era la única salida de su tormento, con pasos vacilantes, Laura se acercó al borde del abismo, sintiendo el peso abrumador de su decisión.
El medio de su desesperación, la oscuridad la rodeaba como si estuviera sobre ella una manta fría, pero también la abrazaba con una sensación de calma, como si finalmente todo el dolor pudiera desaparecer.
Con el corazón pesado, Laura se preparó para dar el último paso hacia lo desconocido, anhelando encontrar el alivio que tanto deseaba en el abrazo frío de la muerte.
Mientras Laura luchaba con sus emociones tumultuosas, un rayo de luz se filtró en su mente, recordándole un momento de felicidad que había experimentado en el pasado. Recordó la vez en que ella vio y se acercó a Carlos en la biblioteca del pueblo, un encuentro que iluminó su mundo oscuro como un faro en la noche.
En aquel día gris y monótono, Laura se encontraba perdida entre las estanterías llenas de libros en la pequeña biblioteca del pueblo, absorta en la lectura de un viejo ejemplar, fue sorprendida por la presencia de Carlos, un nuevo residente en el pueblo que captó su atención de inmediato. Animada por un impulso repentino, se acercó a él y entablaron una conversación animada sobre sus libros favoritos y sus pasiones compartidas.
A medida que conversaban, Laura sintió una chispa de conexión que hacía mucho tiempo que no experimentaba. Juntos, exploraron los pasillos de la biblioteca, intercambiando ideas sobre sus libros favoritos y compartiendo sus sueños y aspiraciones. Aquel encuentro en la biblioteca se convirtió en un refugio para Laura, un lugar donde podía escapar de sus preocupaciones y encontrar consuelo en la compañía de Carlos.
Después de recordar aquel momento feliz, la mente de Laura viajó hacia un pasado más reciente. Recordó cómo, poco a poco, su admiración por Carlos había comenzado a transformarse en una obsesión. Cada encuentro casual en la biblioteca o en las calles del pueblo se convertía en una oportunidad para estudiar cada gesto, cada palabra, en busca de algún indicio de interés por su parte. Sin embargo, sus esfuerzos por acercarse a él solo parecían alejarlo más, dejándola atrapada en un ciclo de esperanza y desilusión.
Ese recuerdo ahora parecía un destello de luz en medio de la oscuridad que la rodeaba. Aunque estaba atrapada en un remolino de desesperación, aquel encuentro le recordaba que, incluso en los momentos más oscuros, había momentos de belleza y conexión humana.
Mientras reflexionaba sobre esos recuerdos, Laura se dio cuenta de que su obsesión por Carlos había sido un intento desesperado de encontrar calma y consuelo en medio de su angustia. Pero ahora, en la quietud de su celda, había llegado a la conclusión de que esa calma solo la encontraría en la muerte. Era una decisión difícil, pero sentía que ya no tenía otra opción.
Con el corazón un poco más liviano gracias a esos recuerdos, Laura se preparó para enfrentar lo que estaba por venir, sabiendo que su decisión estaba tomada y que solo la muerte podría poner fin a su sufrimiento.