El Susurro Del Olvido
“Flashback”
En un pequeño pueblo a las afueras de Londres, se encontraba Laura, una joven mujer de estatura promedio, con una figura esbelta pero con curvas suaves que reflejaban su feminidad, tez clara y suave, adornada con pecas dispersas que le dan un aire de inocencia. Su rostro ovalado estaba enmarcado por una melena ondulada de color castaño, que caía graciosamente sobre sus hombros y resaltaba sus ojos expresivos que eran de un color verde esmeralda que parecía brillar con intensidad cuando estaba emocionada o feliz, pero que se tornaba sombrío cuando estaba preocupada o triste. Tiene labios carnosos y rosados que a menudo se curva en una sonrisa radiante que iluminaba su rostro, tiene una presencia tranquila y serena, pero detrás de esa apariencia hay una complejidad emocional que solo aquellos que la conocen bien pueden percibir, todo eso cambiará al conocer a Carlos.
Estaba muy aburrida en su casa, decidió salir a dar un paseo por el pueblo, admirando la belleza del lugar llegó a la biblioteca local, Laura se adentró en la tranquila biblioteca, el lugar donde ella encontraba refugio entre las páginas de los libros. El suave murmullo de los lectores y el aroma reconfortante a papel viejo llenaban el aire mientras caminaba por los pasillos, examinando las estanterías en busca de su próxima lectura.
De repente, su mirada se detuvo en un hombre que estaba de pie al otro lado de la sala, absorto en la lectura de un volumen antiguo. Su porte era elegante, con una postura que denotaba confianza y seguridad en sí mismo. El cabello oscuro y bien peinado caía en suaves mechones sobre su frente, y sus ojos oscuros estaban fijos en las páginas del libro frente a él.
Laura sintió cómo su corazón empezaba a latir con fuerza en su pecho mientras observaba al hombre misterioso. Sus manos se volvieron ligeramente temblorosas y un nudo se formó en su garganta cuando se dio cuenta de que no podía apartar la mirada de él, ¿Quién era este hombre y qué hacía aquí?.
Viéndolo a lo lejos quedó cautivada, nunca había visto en el pueblo a un hombre como él.
Incapaz de resistir la tentación, Laura se acercó lentamente al hombre, sintiendo la tensión nerviosa en el aire mientras se acercaba. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, pudo ver los detalles de su rostro: la mandíbula cuadrada y definida, los labios firmes y una mirada intensa que parecía leer el alma.
—Disculpa — murmuró Laura, tratando de mantener la compostura mientras se detenía junto a él
—¿Estás buscando algo en particular?
El hombre levantó la mirada del libro y la miró con curiosidad, sus ojos oscuros brillaban con interés a la pregunta de la chica.
—Oh, no, solo estoy hojeando un poco, ¿Y tú?— respondió con una sonrisa amable
Laura se encontró atrapada en su mirada, sintiendo una extraña sensación de conexión con este hombre enigmático que acababa de conocer, la respuesta del hombre fue amable, pero Laura notó una sombra de melancolía en su mirada, como si llevara consigo un peso invisible. Aun así, algo en él la intrigaba y la atraía de una manera que no podía explicar.
—Estoy buscando algo nuevo para leer— respondió Laura, tratando de ignorar el hormigueo en su estómago al estar tan cerca de él.
—¿Tienes alguna recomendación?
El hombre sonrió ligeramente, como si apreciara la pregunta.
—Depende de tus gustos— dijo, con una voz suave pero firme
—¿Qué tipo de libros te gustan?
—¿Enserio te gustaría saber cuáles son mis autores favoritos?— preguntó Laura con sorpresa, y esperanzada de que el hombre compartiera su interés por los libros.
El hombre asintió ante su sorpresa, hizo un gesto con la mano y la invitó a continuar.
—Bueno…., tengo una debilidad por los clásicos— admitió Laura con una risa nerviosa
—Jane Austen es una de mis favoritas, hay algo en sus historias de amor y tragedia que me atrapa cada vez que las leo
La mirada del hombre se iluminó con interés.
—¡Eso es genial! Siempre he tenido curiosidad por Jane Austen, pero nunca me he animado a leer sus libros. ¿Cuál recomendarías para empezar?
Laura sonrió, emocionada ante la idea de compartir su pasión por la literatura con el hombre.
—Definitivamente te recomendaría empezar con 'Orgullo y prejuicio'. Es una historia clásica de amor y prejuicio que estoy segura de que te encantará— habló alegremente Laura.
A medida que avanzaba la conversación, Laura notaba que la tensión inicial empezaba a desvanecerse y era reemplazada por una sensación de comodidad y familiaridad.
Hablaron de sus autores favoritos, compartieron anécdotas sobre sus experiencias de lectura y descubrieron que tenían más en común de lo que habían imaginado.
Laura se dió cuenta de que no se presentaron, no sabía muy bien cómo preguntar por su nombre, pero estaba decidida a preguntar.
—Por cierto, no nos habíamos presentado, me llamo Laura, ¿y tú?— dijo, ofreciéndole una sonrisa tímida pero sincera.
El hombre asintió con una sonrisa amistosa dándose cuenta de ese pequeño detalle.
—Soy Carlos, un placer conocerte Laura
La voz de Carlos era suave y reconfortante, se sintió inmediatamente a gusto con su respuesta.
Durante esa conversación, Laura sintió la necesidad de prolongar su conexión más allá de ese momento en la biblioteca, se armó de valor y le dijo.
—Carlos, ¿te importaría si te pido tu número de celular o tu correo electrónico?— preguntó Laura, esperando no parecer demasiado atrevida.
Carlos le devolvió una sonrisa cálida.
—¡Por supuesto, estaré encantado de compartirlo contigo! ¿Tienes algo para anotarlo?
Laura sacó rápidamente su celular y le pasó a Carlos la aplicación de notas, la cual ya estaba abierta.
—Aquí tienes— dijo
—Puedes escribirlo directamente aquí
Carlos tomó el celular y escribió su número y correo electrónico antes de devolverle el celular a Laura con una sonrisa.
—Listo, ahí lo tienes— dijo
—No dudes en contactarme cuando quieras hablar de libros o cualquier otra cosa
Laura se sintió emocionada al tener una forma de mantenerse en contacto con Carlos.
—¡Gracias Carlos! ¡Definitivamente lo haré!— exclamó Laura extasiada
Con esa promesa de mantenerse en contacto, Laura y Carlos se despidieron en la entrada de la biblioteca, Laura tenía la esperanza de que este fuera solo el comienzo de una hermosa amistad, o tal vez algo más.
Cuándo Laura se alejó del hombre sintió una extraña sensación de emoción en el aire. Había algo en Carlos que despertaba algo dentro de ella, algo que simplemente no podía ignorar.
Mientras se alejaba de la biblioteca se dió cuenta de que se adentraba la luz del sol, Laura se prometió a sí misma que volvería a la biblioteca, esperando encontrarse con Carlos una vez más y descubrir qué más podía surgir entre ellos en ese lugar tan especial.
Decidida a volver a verlo, Laura frecuentaba la biblioteca con más frecuencia de lo habitual, esperando encontrar a Carlos entre las estanterías llenas de libros, pero Carlos nunca apareció, eso desanimó mucho a Laura, hasta que finalmente, su persistencia dio sus frutos.
Una tarde soleada, mientras Laura hojeaba un libro en la sección de literatura clásica, vio a Carlos entrar por la puerta principal de la biblioteca. Su corazón dio un vuelco de emoción al verlo, y se apresuró a esconderse detrás de una fila de estanterías, esperando que él no la viera.
Sin embargo, Carlos parecía estar buscando algo, mirando a su alrededor con una expresión de determinación en su rostro. Laura contuvo la respiración, preguntándose si se acercaría a ella o si pasaría de largo sin siquiera notar su presencia.
Para su alivio, Carlos finalmente se detuvo frente a la sección de poesía, examinando los libros con interés. Laura aprovechó la oportunidad para acercarse a él, sintiendo la adrenalina correr por sus venas mientras se preparaba para hablarle.
—¡Hola Carlos!— dijo Laura, tratando de sonar casual mientras se acercaba a él
—¿Encontraste algo interesante?
Carlos levantó la mirada y la vio, se sorprendió pero estaba complacido de verla.
—¡Hola Laura!—respondió con una sonrisa
—Sí, estaba buscando un libro de poesía para inspirar me un poco. ¿Tú tienes algún autor favorito en esta sección?
—Algo así, es que andaba medio perdida y no sabía cuál elegir, hasta que te vi y quise venir a saludarte— contestó Laura lo más casual posible.
—¿Qué te parece si nos sentamos y hablamos sobre esos libros que tienes en mente?— le propuso Carlos.
Laura asintió ante la propuesta de Carlos y se acercaron hasta la mesa más cercana, se sentaron y empezaron a hablar, no pararon hasta que se dieron cuenta de que estaba empezando a oscurecer, se despidieron y cada uno se fue por su lado.
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