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La Brigada Del Páramo

La Brigada Del Páramo

Status: En proceso
Genre:Mafia / Aventura Urbana / Amor-odio / Fantasía épica / Mundo mágico / Polos opuestos enfrentados
Popularitas:534
Nilai: 5
nombre de autor: Bryan x khop

La banda del sur, un grupo criminal que somete a los habitantes de una región abandonada por el estado, hace de las suyas creyéndose los amos de este mundo.
sin embargo, ¡aparecieron un grupo de militares intentando liberar estas tierras! Desafiando la autoridad de la banda del sur comenzando una dualidad.
Máximo un chico común y normal, queda atrapado en medio de estas dos organizaciones, cayendo victima de la guerra por el control territorial. el deberá escoger con cuidado cada decisión que tome.

¿como Maximo resolverá su situación, podrá sobrevivir?

en este mundo, quien tome el poder controlara las vidas de los demás. Máximo es uno entre cien de los que intenta mejorar su vida, se vale usar todo tipo de estrategias para tener poder en este mundo.

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permanecer firmes

Maximo estaba exhausto, sus músculos ardían como si estuvieran a punto de desgarrarse tras otra jornada interminable de entrenamiento. El sudor le caía en hilos por la frente y su respiración, pesada, apenas lograba acompañar los latidos agitados de su corazón. A pesar de la fatiga que se apoderaba de su cuerpo, su mente seguía alerta, dando vueltas a la misma pregunta que se repetía una y otra vez: ¿por qué estaba aquí, de nuevo? El campo de batalla, la oportunidad que había dejado escapar, ahora parecía tan distante como un recuerdo borroso. Lo único que le quedaba era esto: fortalecer su cuerpo, perfeccionar sus habilidades, y esperar. Pero había algo más, algo que lo empujaba más allá del dolor físico. Un impulso profundo, desafiante, que lo mantenía en pie. Esa motivación, aunque inconfusa, era la que lo mantenía al margen de la desesperación.

Mientras observaba a los nuevos novatos, aquellos que llegaban con la misma esperanza de una oportunidad que él había perdido, sus ojos se detuvieron en uno de ellos. Cristobal. Su presencia entre el grupo era tan familiar que, por un momento, Maximo dudó si lo estaba viendo bien. Caminaba con paso firme, imperturbable, como si nunca hubiera estado en su misma posición. La incongruencia entre la seguridad de Cristobal y el agotamiento de su propio cuerpo lo incomodó. Decidió acercarse, sin saber muy bien qué esperar de él, pero con la necesidad de encontrar algo de apoyo en un rostro conocido.

Maximo se acercó, tratando de recuperar un poco de su energía para parecer más seguro.

Maximo: —¿Tú también no pasaste en el curso, Cristobal?

Cristobal lo miró, sin apresurarse a responder, como si el cansancio y la duda de Maximo fueran algo ajeno. Su sonrisa, ligera y casi indiferente, no hacía más que aumentar la incomodidad de Maximo.

Cristobal: —Estás equivocado, amigo. Yo siempre he sido el ayudante de Raphael desde que llegué aquí.

Maximo se quedó inmóvil, como si esas palabras lo hubieran golpeado con una fuerza invisible. El aire, de repente, se volvió más denso. La esperanza que había tenido de encontrar un compañero en Cristobal se desvaneció en un instante. No había apoyo, no había camaradería. Solo una barrera invisible que separaba sus caminos. La incredulidad y el desconcierto lo dejaron en silencio, incapaz de encontrar algo que decir.

Cristobal se giró lentamente, ya volviendo a su lugar en el grupo, mientras Maximo se quedaba allí, en medio del campo de entrenamiento, rodeado de caras desconocidas, sin saber si alguna vez encontraría a alguien que estuviera dispuesto a luchar a su lado.

El entrenamiento continuó de manera implacable. El cansancio apretaba sus músculos, y la frustración le pesaba en el pecho como una carga invisible, pero, a pesar de todo, algo en su interior seguía ardiendo. No sabía si era la necesidad de demostrar que podía hacerlo o si simplemente no quería rendirse, pero esa chispa persistía. Algo lo mantenía allí, más allá del esfuerzo, más allá del dolor. Una sensación persistente, como si hubiera una razón más grande detrás de su lucha.

La jornada terminó, y Maximo, agotado, se dejó caer en un rincón apartado del campo de entrenamiento. Sus pensamientos eran un torbellino, pero estaba demasiado cansado para procesarlos con claridad. Entonces, apareció una figura conocida. Aurora. Su presencia era serena, casi etérea, y su elegancia natural parecía eclipsar el ruido y el sudor del campo. Se acercó con paso lento, y sus labios se curvaron en una sonrisa que, aunque cálida, traía consigo una curiosidad inquietante.

Aurora: —Ahora te veo más motivado que la otra vez.

La suavidad de su voz hacía que sus palabras flotaran en el aire, como si supiera algo que Maximo aún no había comprendido.

Maximo la miró con desconcierto, su mente aún inmersa en el entrenamiento y en la lucha interna que lo consumía.

Maximo: —¿Y a usted qué le trae por aquí?

No la esperaba, y mucho menos que se acercara a él. Aurora se sentó sin prisa, ajustando su postura con una gracia que Maximo no pudo evitar notar. Su mirada era fija, serena, pero algo en sus ojos transmitía una chispa de misterio que lo hizo sentirse incómodo.

Aurora: —Solo paso por aquí para distraerme un poco.

Maximo no estaba seguro de si esa era toda la verdad, pero antes de poder preguntarse más, se encontró lanzando una pregunta impulsiva, como si buscara una respuesta que no sabía si quería oír.

Maximo: —¿Estás haciendo el curso también?

Aurora soltó una risa suave, sin nervios, como si la pregunta fuera un juego inofensivo.

Aurora: —Ya lo hice hace años. A diferencia de ti, yo lo repetí más de tres veces.

La tranquilidad de su voz no hacía más que intensificar la sorpresa de Maximo. Tres veces. Eso significaba mucho más que simplemente haber pasado por allí una vez. Era una eternidad, un desgaste que no todos podían soportar. Y, sin embargo, Aurora hablaba de ello como si fuera una etapa ya superada, sin rastro de arrepentimiento.

Maximo no pudo evitar reaccionar ante esa revelación, una mezcla de sorpresa y algo que podría haber sido vergüenza.

Maximo: —¡Tres veces! Eso es mucho tiempo aquí. Seguro así conociste a Raphael, ¿no? Bueno, eso creo.

La curiosidad se colaba en sus palabras, pero también una inseguridad que no podía disimular. Le faltaba algo, una comprensión más profunda, una parte de la historia que aún no lograba conectar.

Aurora lo miró en silencio por un momento, su expresión serena pero cargada de algo que Maximo no alcanzaba a descifrar. No era solo una mujer en el curso, no era solo la amante de Raphael. Había algo más en ella, algo que no encajaba con su imagen perfecta de despreocupación.

Aurora soltó una risa suave, disfrutando al ver el desconcierto de Maximo. “Bueno... pero aún no me has dicho cuál es tu razón para estar tan motivado. ¿Me dirás, Maximo?” Su voz flotó en el aire, tranquila pero cargada de una invitación, como si intentara desentrañar la verdadera razón detrás de su determinación repentina.

Maximo, sintiendo un tirón en su interior, comenzó a hablar, sin poder evitarlo, como si las palabras se liberaran solas. “Mi motivación... No lo sé. Tal vez sea superar estos cursos, crecer en los terrenos de combate.” Su voz vibró con una sinceridad que lo sorprendió, pero algo dentro de él se mantenía en silencio, como si hubiera algo más, algo que aún no lograba capturar.

Aurora, con una mirada afilada como la de un depredador que acecha a su presa, lo observó fijamente. Después de un momento, dejó escapar una observación que lo golpeó directo en el pecho: “¿Es cierto eso que dices? Y yo que creía que era por Eulalia.”

El rostro de Maximo palideció, y su corazón dio un salto. La incomodidad lo invadió, y la palabra “Eulalia” flotó en el aire, más pesada de lo que esperaba. “Bueno, si hablamos de Eulalia…” Su voz tropezó, buscando el equilibrio entre la duda y el impulso de expresarse. “Ella es muy interesante, parece ser muy pura y tranquila. ¡A mí me parece una gran persona! Y es la primera chica que veo como mando.” La frase se apagó al final, como si sus propios sentimientos se derritieran en las palabras que no podía controlar.

Aurora, sin perder su compostura, esbozó una sonrisa ligera, una que parecía decir más de lo que su rostro reflejaba. “Así que... es Eulalia,” murmuró, su tono teñido de ironía y algo más. “Ya veremos cómo avanza eso. Solo no te demores demasiado, Maximo.”

Maximo se quedó en silencio, sintiendo la calidez de la vergüenza subir por su cuello. Era como si algo en su pecho hubiera hecho clic, pero no sabía cómo reaccionar. A pesar de la confusión, un ardor persistía dentro de él, algo que ni él mismo entendía del todo.

Aurora se levantó con calma, sus pasos ligeros pero firmes, como si dejara atrás un enigma que Maximo aún no podía resolver. Él, inmóvil, no pudo evitar sentir que algo se movía en su interior, algo relacionado con Eulalia, pero que no podía comprender por completo aún.

Con los brazos cruzados, Aurora lanzó una mirada furtiva, su expresión tornándose fría, casi despectiva. “No sé qué tiene de especial esa tal Eulalia. Todos los hombres siempre se muestran interesados por ella, incluso el tarado de Raphael,” murmuró, dejando que sus palabras se deslizaran con un toque de celos que no pudo ocultar del todo.

Maximo, algo incómodo ante el comentario, se quedó un momento pensativo antes de responder, como si las palabras no pudieran salir tan fácilmente. “No sé, la verdad... ¿Has notado que es muy seria y fría con la mayoría de los chicos?” La figura de Eulalia se mantenía frente a él, un enigma que no lograba resolver. Sin embargo, lo que más lo desconcertaba era la forma en que ella lo trataba a él, algo que parecía especial, pero que no conseguía comprender.

Aurora soltó una risa ácida, un filo de desdén en su tono. "¿Me estás diciendo que atrae a tantos chicos solo porque los ignora? Bueno, a mí me parece una presumida." La crítica cayó como un peso, pero Maximo detectó algo más en sus palabras, un resentimiento escondido que daba un matiz diferente a su actitud.

Maximo, tratando de darle vueltas a la conversación, habló con cautela, como si no quisiera hablar demasiado sobre lo que realmente pensaba. “Bueno, no lo sé... La verdad, pero si es tan misteriosa, tal vez esconde algo. Pero bueno, eso no le quita lo buena persona que es... al menos para mí.” Aunque se esforzaba por desviar la atención, algo dentro de él persistía, una sensación que lo empujaba a seguir pensando en Eulalia, aunque se resistía a reconocerlo.

Mientras tanto, Eulalia, sentada al borde del campamento de Oliver, sintió una leve presión en su pecho. Un estornudo fuerte salió de su garganta, “¡Achu!” y una incomodidad desconocida la invadió. Miró a su alrededor, como si esperara ver a alguien, preguntándose quién podría estar hablando de ella. Pero en realidad, lo que la inquietaba era algo más profundo. Sus pensamientos se volvían un nudo de preocupaciones, especialmente por no poder ayudar a Maximo. No era solo su lucha lo que la inquietaba, sino cómo podía sacarlo de esa situación con Raphael. Su corazón, aunque sólido, latía con una mezcla de impotencia y dudas.

Frank, que siempre parecía estar al tanto de todo, apareció de la nada, con las manos metidas en los bolsillos y su actitud relajada. Su presencia contrastaba con el aire serio que rodeaba la situación. “Algo te tiene preocupada. ¿Acaso es por el novato? Ese tal Maximo.” Su voz grave rompió el silencio, como si estuviera observando más allá de lo evidente, dejando en el aire una pregunta cargada de significado.

Eulalia, de inmediato, respondió con brusquedad, como si su mundo ya estuviera lo suficientemente complicado sin tener que lidiar con él. "¡Y a ti qué te importa!" Aunque su tono fue áspero, se notaba que era más un mecanismo de defensa que un desdén genuino hacia Frank.

Pero Frank no pareció inmutarse. "Entonces, si estoy en lo correcto... Solo déjame estar un momento a solas. Si necesitas algo, regresa más tarde," dijo, sin esperar mucho de la respuesta de Eulalia, quien claramente quería estar sola para organizar sus pensamientos y relajarse un poco.

Sin embargo, Frank no se detuvo allí. Continuó hablando, como si ya supiera lo que pasaba por la cabeza de Eulalia. "Bueno, me pregunto... ¿Qué es lo que sientes por él? Tal vez lo ves como un hijo, ¿no? Para ti, es como un hermano." Sus palabras, aunque calmadas, llevaban una carga que hacía que Eulalia se sintiera incómoda.

Eulalia, desconfiada como siempre, lo miró fijamente, su mirada penetrante y algo fría. "Eres muy serio pero a la vez muy entrometido. ¿Qué es lo que pretendes?" Su voz reflejaba el recelo que sentía hacia todos los hombres. Algo en su pasado la había marcado, haciéndola reacia a dejarse acercar por ellos, ya fuera por desconfianza o por el miedo de ser herida de nuevo.

Pero Frank, como si no escuchara sus palabras, siguió: "O sino, tal vez es algo más que un amigo. ¡Ni cómo saberlo!" La forma en que lo decía parecía burlona, pero también un tanto provocativa. Eulalia sintió que estaba tratando de molestarla, jugar con sus emociones.

Frank, al ver su incomodidad, no se detuvo. "Mi trabajo es velar por la seguridad de mis compañeros. No me puedo permitir ver a mis camaradas tristes, desanimados o con la moral baja." Aunque su tono era serio, parecía haber algo más detrás de sus palabras, como si tuviera una idea en mente que podría beneficiar a Eulalia de alguna forma.

Eulalia, ya cansada de la conversación, le respondió con una actitud decidida, intentando rechazar cualquier intento de conexión. "¡No quiero ningún regalo, gracias!" Su respuesta fue cortante, pero Frank no parecía afectado por su actitud.

Antes de alejarse, Frank se detuvo brevemente y, con una mirada enigmática, dijo: "Sabes, te gustará. No olvides que los favores que hago me los tienen que devolver. Solo no lo olvides, Eulalia." Luego, dio media vuelta y se marchó, dejando atrás una sensación incómoda en el aire.

Eulalia, ahora sola, se quedó pensativa, confundida por la actitud de Frank. ¿Qué pretendía con todo eso? Sus palabras la habían dejado inquieta, pero lo que más le molestaba era el hecho de que Frank parecía saber más de lo que ella quería admitir.

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Phone Oppo
Me enganchó, más capítulos bendiciones
Bryan x Koph: puedes seguirnos para no perderte ni un capítulo/Ok/
total 1 replies
Hebe
💕¡Estoy enamorada de tu historia! Los giros inesperados me mantuvieron intrigada hasta el final.
Madie 66
Me gustó, los personajes son fascinantes
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