El Hijo Del Alfa Es Mio

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Máximo

—Ya ha pasado demasiado tiempo y no hay señales de mi hija. Estoy desesperado, necesito saber de ella. Solo espero que, quien sea que la tenga, la ame tanto como yo.

Victoria

—Hijo, ¿en qué tanto piensas?

—En mi hija, mamá. Ya ha pasado un mes desde que se la llevaron. Un mes en el que no he podido dormir pensando si algo malo le pasó. Amy ya tiene 4 meses, y tengo miedo de que siga creciendo sin estar a mi lado. Ella es lo único que me queda de Emely, y estoy seguro de que, si ella estuviera viva, me mataría por no cuidar de nuestra hija.

—Hijo, no te maltrates así. No fue tu culpa que se llevaran a la niña. Como madre, entiendo tu desesperación, pero no puedes perder la calma, porque tu familia y la manada te necesitan. Es difícil, pero tienes que intentarlo. Tal vez no sea lo más oportuno para decirte esto, pero es lo que siento. Y sabes que mi intuición nunca se equivoca… Bueno, lo diré: siento que Amy está bien, que donde está la quieren. No me hagas mucho caso. Solo una cosa: no quiero que te cierres al amor. Date la oportunidad de conocer a alguien más, ya sea Dulce o alguien diferente.

—Se fue dejándome solo en el despacho. En estos momentos, no quiero pensar en el amor. Nadie podrá borrar a Emely de mi mente. Han pasado muchas mujeres a lo largo de mi vida, y solo Emely logró hacerme temblar el cuerpo y acelerar mi corazón con solo verla. Eso lo entiendo, porque era mi mate. Pero desde que conocí a Dulce, volví a sentir esa chispa. Por más que lo niegue, así fue. Esa chica tiene algo que no puedo dejar de pensar en ella. Quise creer que era por la familiaridad de su olor con el de Emely, o por su voz… tal vez. Pero siento que hay algo más, algo que aún no descubro, algo que me envuelve cada vez más. No sé si debo descubrirlo o dejarlo así. No quiero ilusionarla, y ni siquiera sé si ella siente algo por mí o si le interesa estar con alguien. Aún recuerdo lo que escuché cuando hablaba con su amiga, y cómo se refería al amor. Por eso mismo no quiero, por buscar una respuesta que ni yo entiendo, terminar ilusionándola.

Cansado de pensar, salgo al bosque. Me transformo y corro sin rumbo… hasta que llego al edificio de Dulce. En verdad, no sé qué hago aquí. Trato de irme, pero veo algo que me impide hacerlo.

Dulce

—Después de estar toda la tarde en casa de Lucy, ya es algo tarde y me voy a mi departamento. Estoy por entrar al edificio cuando alguien me lo impide. No logro verle la cara. Me doy vuelta para ver quién es, pero tiene el rostro cubierto y un cuchillo en la mano. Pensé que iba a morir. Cuando lo acerca a mí, me quedo estática, cierro los ojos del miedo.

Ya había pasado un tiempo cuando escucho el cuchillo caer. Abro los ojos. No hay rastro de sangre. Al salir del pánico, veo a Máximo golpeando al tipo que quería hacerme daño. Apenas me vio, corrió a asegurarse de que yo estuviera bien. En eso, el tipo aprovecha y huye. Máximo va tras él. Pasan minutos eternos. Aún no aparece. Tengo miedo de que algo le pase. Llamo a la policía. Minutos después, llega Máximo con ellos. El tipo ya está esposado.

Fuimos a testificar. No sé quién llamó a mi padre, pero al salir, él ya estaba allí. Me preguntó si estaba bien y si quería irme con él, aunque fuera solo por esa noche. Le dije que no, que estaba bien. Le conté lo que pasó y le dio las gracias a Máximo. Dijo que si no fuera por él, yo no estaría viva.

Después de salir de ahí, Máximo me acompañó a casa. Lo invité a pasar para agradecerle. Si no hubiera aparecido, otra habría sido la historia. Pero... no puede ser. ¡Mi departamento está hecho pedazos! Parece que pasó un terremoto.

Máximo

—Tranquila, todo se resolverá. Alterándote no vas a solucionar nada. Tienes que mantener la cabeza fría.

—En verdad tiene razón. No gano nada alterándome, pero me molesta. Llamo al seguridad del edificio y, como imaginaba, no tiene ninguna explicación.

—Disculpa mi descortesía, pero esta definitivamente no ha sido mi noche. Con todo esto, ni siquiera he podido agradecerte. En verdad, siempre estás cuando te necesito. Gracias.

(Después de lo malo llega la calma… Bueno, eso decía mi nana, y estoy empezando a creerlo, ya que me acaban de llamar de servicio social diciéndome que me permitieron que Amy viva otra vez conmigo. No puedo estar más feliz).

—¿Cuánta felicidad? ¿Te confirmaron una cita o qué?

—No tiene que ver con nada amoroso, pero fue la mejor noticia que me han dado en mucho tiempo. Verás, estoy en proceso de adoptar a una bebé. Me la permitieron tener conmigo, pero por cizaña de gente mala, me la quitaron. Y bueno, después de que todo se aclaró, me permitieron tenerla otra vez. No puedo estar más feliz. Desde el primer momento en que la vi, la sentí como mi hija. ¿Puedes creer que sus padres la abandonaron en la basura?

—Nunca imaginé que te gustaran los niños. No lo digo en mal sentido, solo que no pensé que tenías una hija. Me imagino lo que sufriste cuando te la quitaron. Te entiendo muy bien, porque yo tengo una bebé de 4 meses que me la robaron, y es una desesperación inmensa no saber nada de ella. Me parte el alma pensar que alguien pueda abandonar a su hijo así. Yo daría la vida por saber que mi hija está bien.

—Yo tampoco pensé que tenías una hija. Pero sí, es un dolor inmenso. No puedo creer cómo hay padres que abandonan así a sus hijos… Y qué coincidencia, mi hija también tiene 4 meses. ¿Cómo se llama tu hija?

—Estaba por decirme el nombre cuando recibió una llamada y tuvo que irse corriendo. Antes de irse, me dijo que pronto volvería.

Después de que se fue, recordé que con el departamento así, no puedo recibir a Amy. No quiero que por eso no la dejen vivir conmigo. Llamé a mi padre para contarle. No quería, pero por los hijos uno hace cosas. Ya había hablado con mi padre. Hice dos maletas, recogí algunas cosas de la bebé. Conociéndolo, sé que comprará y decorará su habitación. Ya tenía todo listo y me dirigí a la casa de mi infancia. Todos me recibieron con tanto amor. No todos son malos recuerdos en esa casa.

Ya instalada en mi habitación, mandé a colocar el moisés de Amy junto a mi cama mientras se termina la suya.

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