Safira, una joven de veinte años que no tiene más esperanzas en la vida. Tras un trauma en su infancia, su psicológico se vio afectado y como siempre mal tratada por quien le amaba y protegía, su capacidad de lucha se vio afectada.
Con una hermana mayor que es la preferida de su madre, pero vendida por su padre, a un hombre temido por todos, conocido por ser implacable y cruel. Samira acabará casada con Alejandro Torreto, que tampoco está nada contento con esta unión.
Ahora Safira tiene que descubrir qué hacer y confirmar por sí misma si la fama de los Torreto es un hecho o sólo una leyenda...
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18 capítulo.
Alejandro.
Cristal me besa sin que yo lo espere, yo le devuelvo el beso, hace tiempo que no la besaba, o mejor dicho, que no besaba a nadie, desde que Samira llegó a mi vida todo es un desastre.
Cristal: Echaba de menos estos labios.
Me acaricia con el pulgar.
Alejandro: ¿Qué haces aquí?
Me alejo de ella.
Cristal: He venido a verte, cariño, no me has llamado.
Vuelvo a mi mesa.
Alejandro: Estoy muy ocupado estos días, ¿no ibas a desfilar en Milán?
Cristal: Es mañana.
Se acerca y se queda detrás de mi silla, me acaricia el cuello y me susurra al oído.
Cristal: No quieres venir conmigo, ¿verdad?
Alejandro: Como te he dicho, tengo mucho trabajo aquí.
Cristal: Me estás mintiendo.
Alejandro: No te miento, tengo una reunión...
Me interrumpe Cristine, que entra en el despacho.
Cristine: Señor Alejandro, la reunión es en 10 minutos.
Se detiene y nos mira a los dos.
Cristal y Alejandro.
Cristine: Señorita Cristal, no sabía que estaba aquí.
Cristal: Pues sí, querida, he entrado y tú no estabas, por eso no me has visto.
Cristine: Como decía, señor Alejandro, la reunión es en 10 minutos.
Sale y cierra la puerta.
Cristal: Insoportable.
Alejandro: Cristal.
Cristal: Lo es, además de acostarse contigo una vez, también se acuesta con tu padre, ¿lo sabías?
Alejandro: No necesito saber con quién se acuesta mi padre.
Cristal: Todavía no me he tragado tu historia de que estabas borracho, ¿vale?
Alejandro: Que yo sepa, no tengo ningún compromiso con nadie.
Pienso en Samira rompiendo ese contrato, no estoy obligado a nada y no quiero atarme a nadie.
Cristal: Mira, Alejandro, me estás decepcionando, pensé que yo sería importante para ti después de todos estos años.
Alejandro: Cristal, ya te lo he dicho, puedes tener al hombre que quieras a tus pies, eres una modelo súper famosa, talentosa, guapa, una mujer inteligente, elegante, no pegas conmigo, no soy de esos estirados con traje, ni siquiera tengo uno, odio esa ropa, soy de la naturaleza, camisa y vaqueros, te avergonzarías de mí.
Aparta mi silla de la mesa y se sienta en mi regazo.
Cristal: No me importa nada de eso, sólo te quiero a ti por ti, lo dejaría todo y me iría a vivir a ese chalet que tienes, iría hasta el fin del mundo contigo y haría cualquier cosa por ello.
Cuando está a punto de besarme.
Cristine llama a la puerta y dice.
Cristine: Señor Alejandro, va a llegar tarde.
Alejandro: Será mejor que te vayas.
Cristal: Me voy, pero vuelvo dentro de una semana, cuando termine el desfile, y no intentes escapar de mí, señor Torreto.
Me besa, se levanta y se va, sin darme tiempo a decir nada, estoy atrapado.
Salgo de mi despacho para la reunión.
Alejandro: ¿Dónde está mi padre?
Cristine: No vendrá hasta la tarde, la reunión es toda suya, señor Alejandro.
Alejandro: De acuerdo, Cristine, gracias.
Entro en la sala de reuniones, que dura más de una hora, contratos, campañas, ingresos y lo único que pienso es en cómo estará Samira en casa.
Cristine: Señor Alejandro, el informe de la reunión.
Alejandro: Ah, sí, gracias, Cristine.
Cristine: Hoy está usted distante, pensando en su visita.
Alejandro: ¿Qué visita? Ah, te refieres a Cristal, no estoy pensando en otra cosa, por cierto, he oído por ahí que te estás acostando con mi padre.
Se pone roja.
Cristine: ¿Quién le ha dicho eso?
Alejandro: No importa quién lo haya dicho, y sea verdad o no, eres libre de hacer lo que quieras con tu vida, entre nosotros no habrá nada más porque me voy a casar.
Cristine: ¿Casarse? ¿Se va a casar usted?
Alejandro: Sí.
Cristine: Realmente la señorita Cristal ha tenido mucha suerte.
Alejandro: No me voy a casar con Cristal, Cristine, es otra persona, no la conoces.
Cristine: No importa quién sea, enhorabuena, espero que seáis felices.
Alejandro: Gracias, cuando llegue mi padre avísame.
Cristine: Sí, señor.
Sale de la habitación.
Decido enviar un mensaje a mi móvil que tiene Samira.
Alejandro:
Hola, conejita, ¿estás bien?
Espero la respuesta y nada, ¿qué estará haciendo? Espero de verdad que no se haya escapado otra vez.
Cristine: Señor Alejandro, ha llegado su padre.
Alejandro: Gracias.
Salgo de mi despacho y voy al suyo, llamo a su puerta.
Pablo: Adelante.
Alejandro: Papá.
Pablo: Pasa, hijo.
Alejandro: He traído el informe de la reunión.
Pablo: Está bien, déjalo ahí en la mesa, ¿cómo está Samira?
Sigue preguntando.
Alejandro: ¿De verdad quieres saberlo?
Me mira.
Pablo: Mejor lo dejamos correr.
Alejandro: ¿Qué te pasa?
Pablo: Odio, hijo, era odio.
Alejandro: Samira no tiene nada que ver con tu odio, papá.
Pablo: Encontré a esa mujer y sólo de ver el cuidado que tiene con Samira sentí odio por ella, por su padre, por toda su familia.
Alejandro: No voy a dejar que le hagas eso a Samira, ella no tiene la culpa de que su madre te traicionara con su padre y te dejara plantado en el altar.
Pablo: Es una aprovechada, ¿sabías que cuando el desgraciado murió tenía un seguro de vida a nombre de ella y de las niñas? cobró un millón de euros, un millón.
Me quedo un poco atónito con aquello, un seguro de vida y lo cobraron todo.
Alejandro: Pero ¿qué tiene que ver Samira con eso? La sacaste de su casa y la dejaste caer en paracaídas en nuestras vidas, ¿por qué no le cobraste el valor de ese contrato? Ella te pagaba y se acababa la deuda.
Pablo: Ahí está la cosa, le cobré el dinero del contrato, o me pagaba o iba a buscar a Samira, él se negó a pagar así que me quedé con Samira.
Alejandro: ¿Cómo se negó a pagar si dice que quiere tanto a su hija? ¿Por qué la entregó para casarse?
Pablo: Es astuta y muy ambiciosa, ¿y si envió a Samira con nosotros para espiarnos, para intentar timarme otra vez? Por eso desistí de tu boda con ella, por eso la eché, esa actitud de inocente me irrita, está jugando y va a acabar por jugárnosla.
Alejandro: No, eso no puede ser verdad, papá.
Pablo: ¿Lo ves? Ya estás hechizado por ella.
Alejandro: Claro que no.
Pablo: La defiendes de cualquier cosa, te lo advierto, no es tan inocente como parece, será mejor que la lleves a su casa, yo encontraré la manera de destruirlas sin que te involucres.
Me levanto.
Alejandro: Voy a aclarar esta historia.
Abro la puerta.
Pablo: Espera, hijo.
No oigo nada, salgo de su despacho, paso por el mío y recojo mis cosas.
Alejandro: Cristine, hoy no vuelvo.
Salgo y me meto en el coche, esta historia que me ha contado mi padre no tiene ningún sentido para mí, ¿será que me está engañando, será que está fingiendo, jugando conmigo, será que no es muda y todo esto es miedo a los hombres?
La oí hablar, si habla ¿por qué no gritó para defenderse de los que la atacaban?
Arranco el coche y me voy, voy a preguntárselo y cuidado si me está mintiendo.