"El amor, al enfrentar la tragedia, no se desvanece: sangra, sí, pero también florece. Porque en su dolor más hondo descubre su fuerza, y en medio del caos se convierte en guía. Solo cuando el corazón se quiebra, el alma entiende que amar no es solo sentir, sino resistir, transformar y dar sentido incluso al sufrimiento."
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El relicario oscuro.
Cádiz estaba junto al rey mago. Rowena lo saludó y, después de unos segundos, ambos se dirigieron al salón real. A lo lejos, una joven se acercaba. Al ver a Cádiz, sus ojos se iluminaron. Agarró la falda de su vestido y corrió en su dirección. Feliz, abrió los brazos, esperando que Cádiz la tomara en los suyos.
—¡Rey Cádiz! —sonrió.
Cádiz, al verla, solo pudo sentir desagrado. No entendía por qué la chica corría tan apresuradamente. Sin pensarlo dos veces, se apartó a un lado, haciendo que la joven cayera al suelo.
—¡Auch! —exclamó mientras se sobaba la cabeza con dolor.
Rowena contuvo la risa, mientras Cádiz la miraba fríamente. El rey mago, al verla, solo pudo menear la cabeza con decepción.
—Esa no es la manera en que una princesa debe comportarse —suspiró.
—¡Papá! L-lo lamento.
Se levantó rápidamente, tomó la falda de su vestido y se inclinó ante Cádiz.
—Bienvenido, su majestad. Lamento mi inoportuno comportamiento.
Levantó la cabeza para ver al rey.
Cádiz no dijo nada. Simplemente dio la vuelta y siguió caminando junto al rey. Rowena y la chica quedaron atrás.
El rey mago llevó a Cádiz al jardín, donde los sirvientes los esperaban. Ambos tomaron asiento y uno de los sirvientes sirvió té a Cádiz.
Cádiz miró el té con desagrado.
—Sabes que no tomo té —frunció el ceño.
—Ah, lo siento. No era mi intención. Ofrezco mis disculpas, lo había olvidado… Al ser un vampiro, solo tomas sangre.
El rey mago dejó la taza a un lado y lo miró con curiosidad.
—Dime, ¿por qué el rey Cádiz ha decidido venir después de tanto tiempo?
Cádiz guardó silencio. Cerró los ojos, cruzó los brazos y suspiró. En su interior, sentía un gran peso. Su estómago le dolía, pero su rostro y cuerpo no reflejaban ninguna emoción o molestia. Todo lo sentía internamente.
Abrió los ojos y reaccionó.
—Vine por que quiero que me aclares algo.
—¿Qué pasa? —preguntó el rey mago, esperando que Cádiz hablara.
—Encontré un relicario en una de mis mazmorras —Cádiz movió la mano y Bornan entró.
Bornan se inclinó, mostrando el relicario entre sus manos.
—Mi caballero real lo encontró en una de las mazmorras ubicadas en mis tierras, y quiero saber si lo conoces. Este material es de Axelios. No sé cómo llegó hasta mis tierras. Por eso vine hasta aquí y quiero saber si no tienes nada que ver con esto —dijo Cádiz fríamente.
El rey mago tomó el relicario en sus manos y lo examinó detenidamente.
—El material es de aquí, pero desconozco su diseño. El único joyero del reino jamás me ha mostrado un diseño tan particular.
—Entiendo, queda claro lo que dices. El relicario es difícil de abrir y nadie en mi reino pudo hacerlo. Por eso vine aquí, ya que solo con la magia de un verdadero axeliano puede abrirse. El mismo relicario lo dice.
El rey mago le dio la vuelta al relicario y notó una inscripción en la parte trasera:
"Solo un verdadero axeliano podrá abrirme. Con la magia del más sabio, podrá ver lo que hay en mi interinterior.
Por otro lado
Rowena estaba con la princesa, quien no dejaba de hablar sobre lo increíble que era el rey Cádiz. Rowena ya estaba aburrida, pero fingía una sonrisa.
—¿Podrías hablar de otra cosa que no tenga que ver con el rey Cádiz? —dijo Rowena de reojo.
—Bueno, pero es que me emocioné al verlo otra vez. Hace diez años que no lo veía. En ese entonces era una niña, no creo que me recuerde —la chica bajó la cabeza e hizo un puchero.
—Ya veo… ¿Qué habrá hoy en la noche? He visto muchas personas preparando los arreglos —preguntó curiosa.
—Una fiesta de bienvenida por el nacimiento de mi cuarto sobrino. Mi hermano decidió celebrarlo en la noche porque el bebé nació de noche.
—Oh, un nuevo bebé… Vaya, no pierden el tiempo.
—¿Te quedarás? ¿El rey lo hará? —preguntó la chica.
—Mmm… No lo sé.
La chica se desanimó, pero volvió a insistir.
—Quédense, así podremos celebrar juntos. —Sus ojos se iluminaron.
—B-bueno… No sé si el rey Cádiz quiera.
Mientras tanto
El rey Valderth estaba con Cádiz en el jardín.
—Romperé el hechizo, pero será en un lugar más privado. Mientras tanto, dígame algo… ¿El portal de los demonios se abrió en su reino?
—No.
"Todos siguen con el mismo tema..."
—Entiendo. Recibí cartas de los reinos vecinos. En Davia está cerrado; en Arcai y Elstana, pasa lo mismo. El rey de Thalassia nos informó que el portal de su reino se cerró. Escuché que el príncipe heredero de Valaquia hizo una valiente hazaña: él solo derrotó a los demonios sin necesidad de magia y cerró el portal.
—También recibí cartas de los reyes, pero estoy tan ocupado que no tuve tiempo de leerlas.
—Comprendo. Es hora de irnos.
Los dos reyes se levantaron y caminaron. Cádiz mantenía la mirada en alto, pero sus ojos reflejaban un vacío infinito. No sonreía; no había motivo para hacerlo. Sin embargo, un sentimiento extraño crecía dentro de él, aunque decidió ignorarlo.
Por otro lado, Bornan se reunió con Rowena.
—¿Qué encontraste? —preguntó Rowena en la sala.
—Nada extraño. Revisé todas las habitaciones del castillo y recorrí cada rincón. Aparentemente, no hay rastro de nada sospechoso. El rey Valderth puede ser de confiar… solo por ahora —dijo Bornan mientras se quitaba la máscara.
—Entiendo. Hoy habrá una fiesta. Debemos estar alerta por si algo sucede.
—¿Habrá una fiesta? Eso significa…
—Que el rey Valderth abrirá sus puertas a todo el mundo. Cuando fuimos al castillo de Valaquia, pasaron muchas cosas: el envenenamiento del príncipe, la incriminación contra nosotros… Gracias a nuestro rey, demostramos nuestra inocencia y salimos de ahí. No sabemos si los reyes asistirán a esta celebración. En el cumpleaños del príncipe Aedus fue un completo desastre.
—Sería peligroso que el rey Cádiz pase por algo así de nuevo. Debemos mantener esto en secreto.
—Tienes razón. No sabemos qué peligros se presentarán. Debemos estar cerca del rey Cádiz… más ahora que hay dos vidas que proteger. —Rowena sintió un escalofrío de preocupación y miedo.
"El rey Cádiz… embarazado."
Bornan se puso en guardia. Miró a Rowena con decisión y se retiró. La noche sería larga, y algo en el aire no se sentía bien.
El rey Valderth llevó a Cádiz a una habitación especial donde había una mesa redonda alrededor de una fuente. Sentadas en la mesa, había figuras cubiertas con mantos. Eran magos.
—¡Bienvenido, rey Cádiz! —dijeron al unísono, haciendo una reverencia.
Cádiz entró con cautela, observando la gran mesa redonda en el centro de la sala. Se mantuvo alerta, pero finalmente tomó asiento. Valderth hizo lo mismo.
Todos en la mesa estaban listos.
—Rey Cádiz, no hay ningún peligro. Nos hemos reunido aquí en secreto para abrir el relicario. Ellos son de confianza. No son humanos, por lo que no hay razón para desconfiar.
Las figuras humanoides permanecían inmóviles, sus rostros ocultos bajo mantos blancos.
Cádiz se relajó ligeramente mientras Valderth elevaba el relicario con su magia hasta dejarlo suspendido sobre la fuente. Los demás magos comenzaron a recitar versos en un idioma desconocido para Cádiz.
—Esta agua purifica todo lo que toca. El relicario contiene energía maldita, por lo que primero debe ser purificado —explicó Valderth.
El relicario descendió lentamente hasta sumergirse en la fuente. Cádiz lo observó fijamente cuando, de repente, un aura oscura comenzó a emanar de su interior. Poco a poco, la energía se desprendió, revelando una sombra oscura.
El rey mago se mostró sorprendido, mientras que Cádiz permaneció impasible. La sombra emergió de la fuente, flotando en el aire.
Los magos que estaban en la mesa desaparecieron en un instante. Sus mantos cayeron al suelo, vacíos.
"Un espíritu maligno estaba dentro del relicario, y esas ‘almas’ huyeron. Parece que los espíritus malignos y las almas perpetuas no pueden coexistir en un mismo lugar."
La sombra se giró hacia Cádiz. Él, sin moverse de su asiento, la observó fríamente.
No sentía miedo; ya había visto algo similar en su castillo. Con su mano derecha, rozó la empuñadura de su espada, listo para atacar si era necesario.
—Cassiel Silva, tengo un mensaje para ti —dijo la sombra con voz gutural.
"No es más que un simple mensajero."
—Estoy esperando el día en que nos encontremos cara a cara. Quiero verte retorcerte de dolor mientras destruyo a tus aliados y acabo con todos los que alguna vez te conocieron. Te mataré con mis propias manos mientras el mundo se sume en la ruina. Dentro de seis meses, serás testigo del regreso de la desgracia y el sufrimiento. Tú y yo pelearemos mientras todo se derrumba.
El rey mago frunció el ceño, desconcertado. No entendió nada de lo que la sombra dijo; era como si sus palabras solo fueran comprensibles para Cádiz.
Cádiz frunció el ceño y, sin dudarlo, lanzó su espada contra la sombra. Esta se dispersó de inmediato, desvaneciéndose en el aire.
Los guardias irrumpieron en la habitación tras ser llamados por Valderth. Cádiz se mantuvo sereno, con la mirada fría. Guardó su espada y se dispuso a marcharse.
—¿Su majestad...? —preguntó el rey mago, preocupado, mientras los magos desaparecidos no volvieron a manifestarse.
Cádiz lo miró con frialdad.
—Debo irme.
El rey Valderth lo observó con inquietud.
—Mi hijo celebrará una fiesta para mi nieto. ¿Se quedará?
Cádiz se detuvo un instante antes de responder.
—Está bien.
Sin más, se marchó.
Mientras recorría los pasillos, se encontró con la joven de antes. Al verla, puso los ojos en blanco y fingió no notar su presencia, continuando su camino.
La chica, en cambio, corrió hacia él.
—¡Rey Cádiz! ¿Cómo está? ¿No le ocurrió nada? —preguntó con entusiasmo.
—Estoy bien —respondió él con indiferencia.
—¿Se quedará? Mi hermano mayor celebrará el nacimiento de mi sobrino.
Cádiz la miró de reojo, sin interés.
—¿No tienes algo mejor que hacer que andar de metiche con los demás?
—No… Terminé mis clases de baile y estoy aburrida. No sé qué hacer —infló las mejillas en un gesto infantil.
—Eso no es asunto mío. Ahora, con permiso, iré a la habitación que me asignaron.
Se hizo a un lado y siguió su camino.
La joven se quedó quieta, observándolo.
—¡Nos vemos! ¡Espero bailar con usted esta noche! —exclamó mientras lo despedía con la mano.
Cádiz no respondió.
Al llegar a su habitación, se dejó caer en un asiento y suspiró. Sus ojos lucían perdidos mientras se ahogaba en sus pensamientos.
"Estoy colgando de una cuerda que me asfixia cada vez que hablo. Una cuerda difícil de romper. Estoy a la deriva, sin nadie a mi lado. Solo, en una isla desierta. Me siento como un grano de arena insignificante en un océano inmenso, siendo arrastrado por olas que me hunden más y más. Ya tengo claro lo que haré con este bebé impuro. No puedo permitirme distracciones en la batalla que se avecina."
"Un bebé... Suena vacío y ridículo que algo así esté dentro de mí. ¿En qué mierda estaba pensando cuando dejé que ese estúpido alfa me embarazara? Me duele el pecho."
Un ruido lo sacó bruscamente de sus pensamientos.
La puerta se abrió, y Rowena y Bornan entraron, inclinándose ante él.
—¡Su majestad! Escuchamos lo que sucedió. ¿Cómo se encuentra usted… y el bebé? —Bornan tragó saliva, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo.
Cádiz, al escuchar la última palabra, clavó su mirada afilada en Bornan. Su ira explotó de inmediato. Su sangre se agitó, recorriendo su cuerpo con furia.
—No quiero que vuelvas a mencionar nada respecto a eso —gruñó—. Te advierto que, si alguien más se entera de mi estado de mierda, serás el primero al que mate. No quiero volver a oír una sola palabra sobre ese bebé.
Su rostro se ensombreció de furia. Sus colmillos se mostraron al hablar, su aura se tornó amenazante.
"Mierda… Metí la pata."
—M-mi señor… Y-yo lo siento. No era mi intención ofenderlo. Solo quería saber cómo estaba usted y el bebé… —Bornan se estremeció, con la cabeza gacha.
—¡Cierra la maldita boca! —rugió Cádiz—. Sal de aquí antes de que te mate. No quiero volver a oír ese maldito tema.
Tomó un cuchillo de la mesa y lo arrojó en dirección a Bornan. El arma pasó rozando su rostro, dejando un corte superficial en su mejilla.
Bornan se quedó quieto, sintiendo la sangre resbalar lentamente.
—S-sí, mi señor… —murmuró antes de inclinarse y salir apresuradamente de la habitación.
Rowena, temerosa, decidió hablar.
—Su majestad… Esta carta fue enviada por Kyler.
Le entregó el sobre y se retiró.
Cádiz lo miró por un momento y luego lo abrió.
CONTINUARÁ
☺💛