Continuación de la historia "Una vida llena de misterios y fantasías".
Feng Bao-Liang una pequeña princesa fue bendecida por un misterioso ser sobrenatural que los hombres apodaron el "Gran Dios Fénix". Y así un pequeño pueblo se convirtió en un gran imperio, abasteciendo a los ciudadanos de toda la fertilidad de la tierra.
pero...¿Por qué? nadie lo sabía...
Cuando la princesa nació, el gran fénix se presentó y la nombró como tesoro imperial.
El tiempo pasó y la princesa creció junto a su hermano mayor.
Todo parecía ir de maravilla hasta que la guerra se desató; entonces las cosas cambiaron...la vida de la pequeña princesa cambió completamente.
Ahora ella debe proteger a su imperio, buscar el porqué ese fénix la cuida y le enseña a controlar su maná espiritual sin pedir nada a cambio...¿Logrará Bao-Liang encontrar respuestas antes de lo inevitable? Porque después de todo un destino cruel le espera..
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Capítulo 17: El final de la guerra.
— ¡Informe! ¡El general enemigo trae al caballo de la princesa real! —
La voz del hombre resonó entre los soldados que descansaban y otros que se preparaban para entrar al campo de batalla.
— ¿De qué estás hablando? —
El general levanta la cabeza del mapa que revisaba junto al emperador.
— El caballo blanco de su alteza está en manos del enemigo. —
Informa el hombre inclinándose ante el mayor. El emperador golpea la mesa con el puño indignado ante aquello.
— ¡¿Cómo se atreven?! —
— Le dijeron al general Song que todo tenía una forma de terminar. —
El general junto al emperador y otro escuadrón se dirigen al campo de batalla donde ambos ejércitos se encuentran cara a cara esperando.
— Aquí están. —
Exclama el general enemigo mirando al general Wei acercándose.
— Escuché que ustedes quieren que el enfrentamiento cese. —
El corcel blanco de Bao-Liang relincha inquieto al verlos. El otro haré sonríe con burla.
— Nuestro rey ha decidido terminar con esto, con una condición. —
— ¿Que condición?—
— Con la condición de que nosotros nos llevemos el cuerpo sin vida de la princesa Feng y el caballo como muestra de paz. —
— ¡¿Cómo se atreven?! —
El emperador desenvaina su espada y apunta al hombre quien suelta una carcajada llena de diversión. El caballo blanco empieza a resoplar y pisotear el suelo con impaciencia intentando ser liberado, los soldados a cargo de él tratan de someterlo pero este se niega soltando patadas a los que se acercan demasiado cerca.
— Dejen ir al corcel y entreguen el cuerpo de la princesa Feng. —
El general Wei apunta al contrario, la tensión crece entre los soldados que estan listos para atacar. Los relinchos del caballo blanco se escuchan y los ojos del emperador se llenan de furia al ver como los soldados someten al animal con golpes.
— Supongo que no están dispuestos a hacer lo que mi rey a decidido, entonces... ¡VEAN MORIR AL CABALLO DE LA PRINCESA FENG!. —
El hombre levanta su espada para cortar el cuello del animal que yace en el suelo ahora, incapaz de hacer algo. Feng-Chen aprieta los puños con fuerza sin saber cómo salvar lo último que queda de su pequeña.
— Matenlo. —
Él sonríe, los soldados de su ejército se acercan al caballo para cortarlo. El animal mira por última vez hacia el padre de su ama y por último cierra los ojos como si finalmente se rindiera ante su cruel destino.
Entonces.
A lo lejos una suave melodía es traída con el viento que empieza a soplar, el caballo con oídos agudos levanta las orejas y la cabeza buscando a su dueña entre aquellos rostros desconocidos que se acercaban.
— ¡Muere! —
—¡No! —
El general Wei desmonta su caballo y corre hacia ellos, los soldados le cierran el paso y rodean al caballo para que ningún hombre de los Feng interfiriera.
— ¡A un lado! —
Un gran tornado baja del cielo y envía lejos a los soldados enemigos.
La sombra de un agran pájaro cubre el cuerpo del caballo blanco, este alza la mirada y observa una pequeña mancha descender.
— No se atrevan a lastimar a mi amigo. —
— ¡¿Feng Bao-Liang?! —
El mundo pareció detenerse para el ejército Feng que observaba aquello con incredulidad. La princesa a la que habían rendido homenaje y por quien estaban luchando seguía con vida.
— ¡Acaben con ellos! —
El general del ejército enemigo da la orden y los soldados obedecen, pero sin darles tiempo de atacar son barridos del campo de batalla como si fueran hojas, siendo lanzados lejos como los primeros.
— El Dios Fénix protege al imperio Feng, cualquiera que se atreva a atacar será exterminado.—
Exclama Bao-Liang al frente del ejército Feng.
— ¡Miren! ¡Entre la nubes hay algo! —
Grita uno de los soldados, una sombra gigantesca cubre a la niña desde lo alto. Entonces explosiones de fuego caen del cielo como si fueran gotas de lluvia, destruyendo a los arqueros que estaban listos para lanzar sus flechas.
Solo bastaron segundos para que el enemigo fuera dispersado y atacado por todos lados.
— ¡Retirada! —
El sonido de los cascos de los caballos y de los soldados se escucharon alejándose a tod a velocidad. El campo de batalla quedó desolado y con el humo de las explosiones subiendo lentamente al cielo.
— ¿Se acabó? —
Pregunta el capitán Ming acercándose al general Wei.
— La guerra ha terminado. —
Declara el emperador levantando la espada y el mundo repite sus palabras.
— Es hora de volver a casa, ya estraño a mi madre. —
Comenta uno de los soldados quitándose el casco, los soldados se abrazan con alegría pues ahora el peligro ha pasado y una vez más el Dios Fénix los salvó.
— Tu primera victoria debe ser celebrada Feng Bao-Liang.—
La pequeña sonríe mirando a su abuelo y ahora todos vuelven a la ciudad de la frontera para celebrar.
No muy lejos un joven observa en silencio todo lo sucedido.
— Interesante, llaman inmortal a un demonio. —
Murmura él mostrnado una leve sonrisa, pero sus ojos no se apartan de la pequeña niña que acabó con un gran ejército sin esfuerzo.
— Segundo príncipe, ¿que hacemos con el reino Wu? —
Pregunta uno de los hombres que lo acompañan, el desconocido ensancha su sonrisa antes de darle la vuelta a su caballo y volverse hacia él.
— Dijeron que destruirían el imperio Feng, pero fracasaron. Entonces que todo sea de acuerdo a como mi padre lo declaró. Exterminen a la realeza y tomen el reino Wu. —
— Como usted ordene. —
El hombre montó su caballo y empezó a alejarse para llevar acabo la orden de su señoría.
— Imperio Feng, nos volveremos a encontrar. —
Agrega el joven antes de seguir su camino.
— Y no me olvidaré de tí, pequeña princesa. —
